#EllosHablan, un examen de conciencia

Tras los recientes hechos en México y las últimas manifestaciones que han surgido con denuncias tajantes hacia el gobierno y a la sociedad por tantos feminicidios y crímenes impunes; exigiendo justicia y visibilizando el grave problema de violencia que nos aqueja, y ante la respuesta poco empática y violenta de algunas personas de mi entorno familiar, social y profesional. Movilizaron mi conciencia y me vi en la necesidad de reflexionar e investigar más allá la raíz del problema, el machismo.

Pero ¿cómo abordar el machismo? Si ni siquiera los hombres hablan de él. 

Y es que a lo largo de la historia los hombres también han sido víctimas del poder masculino. Han tenido que soportar violencia, abuso y humillaciones desde que son niños. Han sufrido y siguen sufriendo en silencio, sienten que no tienen permiso de verbalizar sus emociones y tampoco han desarrollado la habilidad para hacerlo. 

¿Cuántos de ustedes se atreven a hablar abiertamente de sus heridas, complejos y problemas?, ¿cuántas veces les han hecho creer que deben ser fuertes, que tienen que ser los proveedores y protectores, que necesitan ser héroes?. ¡Hombres dejen de creer que en el poder radica su valor y virilidad!

Es imprescindible romper estos paradigmas; esos falsos sentimientos de superioridad en los que se ha construido la masculinidad, todos estos patrones del comportamiento varonil que se escudan en el poder, el abuso y la doble moral. Hay que tirar todos los muros en los que se ha construido la cultura de la violencia, dejar de sucumbir a la presión social y atrevernos a cuestionarnos, ¿qué es ser hombre?. 

Y bajo este cuestionamiento los invito a que lean, #EllosHablan, una obra de la gran periodista, activista y escritora, Lydia Cacho, que nos exhorta a replantearnos la construcción de la identidad de los niños para convertirse en hombres. El libro cuenta con una investigación detallada basada en expertos y con el testimonio de 13 hombres que hablan sobre su infancia, su educación, la relación con su padres y sobre el entorno en el que crecieron.  Dándole contexto a la construcción de su masculinidad y cómo el machismo ha sido un precepto cultural que no sólo avala la violencia con las mujeres, sino con los propios hombres en el uso y el abuso del poder. 

Al leer estos testimonios pude confirmar una vez más que el machismo no discrimina edad, ideología, profesión ni estrato social. Y me sorprendí al ver como en repetidas ocasiones el odio y el resentimiento a las mujeres, y a lo femenino nace en casa. 

Nace cuando los padres humillan, ofenden, abusan y golpean.  ¡Papás dejen de creer que están formando personas más fuertes y disciplinadas, en realidad están formando personas miedosas, cobardes, frustradas y enojadas! Tengan cuidado porque la educación se mama y es justo en la niñez en donde no sólo nace el machismo también se desarrolla la misoginia, ese desprecio que va más allá de las mujeres, que implica todo lo que les parece femenino; los sentimientos, la vulnerabilidad, etc. 

Estamos acostumbrados a no cuestionar a los padres, a no juzgarlos, porque son los que representan el poder, y me cuestionó otra vez, ¿cómo alzar la voz  y defenderte cuando eres niño?. 

Por ahí dicen que la infancia es destino y lamentablemente la mayoría de las niñas y los niños que sufren violencia, terminan ejerciéndola. 

#EllosHablan es un examen de conciencia, un libro que todos deberíamos de leer. Que nos sensibiliza, que sirve para espejearnos y terapearnos, y que principalmente nos hace cuestionarnos sobre lo que fuimos, somos y lo que podríamos ser. Este libro abre el debate para salir de esta discusión tan manoseada entre machistas, neo machistas, hembristas, feministas y pro feministas, que sólo se ha quedado en la capa externa de la violencia, pero en la que no hemos profundizado por miedo a hacernos preguntas incómodas como; ¿he sido o soy machista?, ¿he sido cómplice del machismo?, ¿repito patrones y arquetipos?, ¿soy o he sido hembrista?… 

Yo crecí bajo la estructura de una educación machista y lucho constantemente contra los esquemas educativos de mi infancia. Me enfrento casi a diario al machismo y soy víctima asidua del ejercicio del poder, pero me siento afortunada porque el mundo ha cambiado y revolucionado gracias al feminismo. Gracias a todos los espacios que se han abierto en casi todos los ámbitos; como en la política, en el periodismo, en la ciencia, en los deportes y en el arte, poco a poco la sociedad se ha sensibilizado. 

Yo soy feminista, y creo en la equidad y en lograr una sociedad más justa para todos. Ya no se trata de mujeres y hombres divididos, sino de personas conscientes e informadas en contra del machismo.

Tengo la fortuna de compartir mi vida con un hombre que ha desarrollado su masculinidad explorando sus emociones, capaz de socializar sus experiencias y sentimientos con otros hombres, sin miedo a que lo juzguen, lo rechacen o lo excluyan. Un hombre que respeta a las personas por ser personas, que no es machista ni homofóbico. Un hombre maduro e inteligente que no reproduce los mismos modelos de los ejemplos de masculinidad con los que fue educado. Y gracias a él, tengo la esperanza de que podemos cuestionar lo que somos, enfrentarlo y mejorarlo. 

Es inaudito que todavía no sepamos respetarnos y me parece absurda esta guerra de sexos que nos han inculcado, porque a estas alturas ya todos deberíamos de ser aliados. 

Los invito a que reflexionemos el tema de la violencia desde el contexto de la cultura machista y cómo su práctica desencadena en otros graves problemas. 

Estoy convencida que a través de la educación y la apertura de nuevas narrativas sociales, podemos cambiar las formas de masculinidad tradicional y erradicar todas las etiquetas y prejuicios que no nos permiten evolucionar individual y colectivamente. 

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