La voz que debe ser escuchada

Son numerosas las agresiones que han sufrido las mujeres a lo largo y ancho de la historia. Cada día se ejercen violencias machistas hacia las mujeres: comentarios, silbidos, ninguneo, bromas, control, menospreciar, pegar y asesinar. No obstante, aquí seguimos y seguiremos cada 25 de noviembre alzando la voz. 

Este día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se decidió porque en el año 1960 las hermanas Mirabal, Patria, Minerva y María Teresa, fueron asesinadas por orden del entonces dictador de República Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo.  Por ese motivo, en la resolución 54/134, el 17 de diciembre de 1999 fue asumida por la Asamblea General de las Naciones Unidad que se entiende por violencia contra la mujer: «Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada».

Las tres hermanas eran activistas políticas; es decir, defendían otra forma de soberanía. Este punto me hace reflexionar sobre un artículo, una pequeña crónica que escribí hace tres meses sobre el atentado a la vicepresidenta de Argentina, CristinaFernández de Kirchner. Le apuntaron con un arma en la cabeza mientras ella estaba saludando a la población. Una violencia que excede. 

Este es el punto en el que me quiero centrar en este artículo, porque para hablar un 25 N sobre violencias machistas da para muchos puntos y temas, y ya he podido vislumbrar en algunos medios, plumas verdaderamente prodigiosas. Sois enormes. Debido a ello, yo me quiero centrar en la mujer y la política. 

Todas las mujeres hemos sufrido alguna vez este tipo de violencias, ¿pero qué ocurre cuándo lo recibimos de otras mujeres? El 23 de noviembre la ministra de igualdad de España, Irene Montero, sufrió unas descalificaciones gravísimas en el Congreso. En otras palabras, en el centro de la diplomacia y la democracia tuvo que escuchar una lapidación hacia su persona de la peor calaña y unas connotaciones que me niego a escribir por el enorme agravio.

¿Qué ocurre cuando una mujer tiene poder? Asusta. Da miedo. Cuando alza la voz es imparable. Una mujer que destape el silencio de otras tantas que han callado durante tantos siglos. Por tantas que han callado, porque el momento histórico-social y cultural del momento se debatía entre vida o muerte. Es importante también resaltar ello. Jamás fue fácil. 

Empero existen personas que pueden alcanzar puestos de poder y deberían por esa posición resignificar más el movimiento. También escribí sobre Angela Merkel, la canciller de hielo. En otras palabras se parte de la idea androcentrista de que una mujer con un cargo soberano debe ser un espejo de esas características de dominación que siempre se han atribuido al hombre (blanco privilegiado heteronormado y clasista). Ese tema siempre me ha hervido la sangre. Si te ajustas a lo que consideran que debería ser una persona con poder, es estar dentro de esa norma impuesta por unos pocos. 

Si me pongo a hacer un análisis rápido sobre políticas del mundo, si pongo la mirada en Europa encuentro esas similitudes con Angela Merkel. El punto es que no debemos adoptar posturas que ellos creen que es más serio, dejemos ser como queramos ser. Porque cada vez que intentamos romper un techo de cristal nos cae una lluvia fina que nos corta. Hay que seguir y revindicar el papel de la mujer con política porque lo importante son las medidas, las acciones y las palabras. Las políticas en cada parlamento es la voz que tiene que ser escuchada y no dejarse influenciar por el sistema que siempre se impuso. 

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