Las tejedoras del petate

Como parte de las tradiciones de culturas mesoamericanas, se invocaba a la creación de piezas artesanales en las que se le depositaban ciertos simbolismos. Poco sabían del legado que éstas dejarían. El petate <del náhuatl petlatl que significa estera o alfombra> ha sido un elemento fundamental de nuestras raíces. Representa la unión entre la tierra y el cielo; en otras palabras, la unión entre la vida y la muerte. 

Sandra es originaria de Quiché, Guatemala, y da vida a la actividad manual de tejer palma para crear el petate.

Aquel tejido de palma artesanal ha sido aprendido por generaciones de mujeres en su familia. Trenza la palma casi mecánicamente, una tras otra a paso acelerado, sin algún error evidente pese a la distracción que le genera nuestra charla.

Me cuenta orgullosa que ella, junto con otras mujeres de su comunidad, forman parte de una cooperativa cuyo objetivo es promover y comercializar el trabajo de los artesanos y agricultores locales.

El conflicto armado arrasó con la estabilidad política y social en Guatemala por más de treinta años. Por desgracia, también tocó a la familia de Sandra. Un silencio prolongado nos envuelve. Se reincorpora pronto y continúa contándome su historia airosa, recalcando que el preservar dicha tradición prehispánica, no sólo le genera una fuente de ingreso, sino lo verdaderamente importante, es que mantiene con vida su vínculo con la tierra, su familia, ancestros y con el cielo.

Tejer el petate es mucho más que crear una artesanía. 

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