Leche cortada

Propulsado por la fuerza de la maroma que convirtió en su rúbrica, Hugo Sánchez se yergue apretando los puños, alza los brazos y grita con la tribuna el gol que acaba de conseguir. Es una imagen que repitió 208 veces a lo largo de las siete temporadas, de 1985 a 1992, en que vistió la ‘9’ del Real Madrid. Cada vez que nuestra mente recrea esa instantánea, salta una palabra que la verbaliza: “Hugol”. Pero además de “Hugol”, esa imagen trae aparejada otra palabra, una que no nos llega por asociación de ideas, porque fuimos capaces de archivarla en nuestra memoria sin que para nosotros encerrara siquiera una idea. La aprendimos y la retuvimos cuando era no más que una concatenación de fonemas, cuando por sí sola no revestía un significado. Es una palabra que se hace presente al evocar las primeras 144 repeticiones de esa imagen, las que Hugo se encargó de regalar en sus primeros cuatro años como madridista. Es una palabra que se nos aparece en su literalidad, la vemos escrita, siempre con su sobria tipografía helvética, siempre en minúsculas. Es la palabra que leímos una y otra vez atravesada sobre el pecho exultante de triunfo del mítico goleador mexicano: la palabra “parmalat”.

En los 80, al menos para una mayoría de mexicanos, Parmalat era a Hugo lo que Buitoni a Maradona: misterios inscritos en sus camisetas. Muchos de los fans del que habría de convertirse en pentapichichi no supimos durante un buen tiempo qué querían decir las ocho letras moradas de Parmalat, estampados sobre fondo blanco, “limpio y blanco que no empaña”, como reza el himno del club al que precisamente por blanco se le conoce como merengue. En aquellos años no existía internet para simplemente teclear “Parmalat” en un buscador y obtener información. Pero como para entonces ya habían hecho su aparición los patrocinadores en los uniformes de los equipos europeos y sudamericanos, intuíamos que detrás de esa grafía había una marca.

Terminamos por saber que se trataba de un emporio lechero italiano, con sede en Parma, algo que ya anunciaba la raíz etimológica de su denominación acrónima: leche = latte, leche de Parma, latte de Parma, Parma-latte, Parmalat. Hubo que esperar a la segunda mitad de los 90 para que las leches y los yogures Parmalat convivieran con los de las marcas vernáculas en los refrigeradores de las tiendas de autoservicio mexicanas. Y a principios de la década siguiente habríamos de enterarnos de que Parmalat fue fundada a principios de los años 60 y fundida por completo en los 2000 por la misma persona: el sujeto que la creó, la hizo crecer durante treinta años y luego la desfalcó en tan sólo una década a través del fraude más grande de la historia de Europa, empresario fallecido en un hospital de Parma el sábado 1 de enero de 2022, a los 83 años, en condición de preso domiciliario, sentenciado por el saqueo contumaz que llevó a la bancarrota de Parmalat: Calisto Tanzi.

Tanzi fue pionero en utilizar a gran escala el sistema de procesamiento de la leche a temperaturas ultra altas conocido por las siglas uht (Ultra High Temperature), mediante el cual, durante pocos segundos, el blanco líquido roza los 140 grados centígrados sin que disminuya significativamente su valor nutricional. Otro factor detrás de la rápida y sostenida expansión de Parmalat fue la alianza que Tanzi selló con TetraPak, la compañía sueca fundada por Ruben Rausing, el inventor de los poliedros de cartón que ampliaron los periodos de conservación de la leche en buen estado sin necesidad de refrigeración.

La primera planta de TetraPak fuera del territorio de Suecia se instaló en México en 1960, y cinco años más tarde se abrió en Rubiera, a 50 kilómetros de Parma, la que habría de convertirse en la proveedora del lechero Tanzi, la que le sirvió de catapulta para su negocio, que llegó a ser el séptimo más próspero de Italia, y que en poco tiempo trocó miradas de soslayo por caras de preocupación en el gran mercado internacional, que hasta entonces se repartían entre sí tres gigantes: la suiza Nestlé, la francesa Danone y la estadounidense Dairy Farmers of America.

Fue así como Tanzi, de acuerdo con los académicos mexicanos David Gómez-Álvarez y Verónica González, “hizo de un producto fresco y local, un artículo conservable y mundial: había logrado que Parmalat se convirtiera en la Coca-Cola de la leche”.

El hombre que llegó a ser propietario de más de 130 fábricas de productos lácteos en los cinco continentes, no se iba a contentar con patrocinar, entre otros, al Real Madrid que conquistó cinco Ligas españolas consecutivas (1985-86 a 1989-90), al Palmeiras que ganó cinco títulos en tres años (tres veces el paulistão, del 93 al 96, y dos el brasileirão, en 93 y 94), al Peñarol del “Quinquenio de Oro” (cinco campeonatos uruguayos ganados al hilo del 93 al 97), al Boca Juniors del último Maradona o al Toros Neza que alegraba el campeonato mexicano. Tanzi quería, y vaya que podía, tener su propio equipo.

Con el propósito de emular a su modelo de empresario, Silvio Berlusconi, que a través de fuertes inversiones en la contratación de futbolistas armó el mejor ac Milán de la historia, y quizá motivado por el Napoli de Maradona, que demostró que los chicos le pueden ganar a los grandes, Tanzi compró en 1990 el Parma Associazione Calcio, equipo cuyo nombre fundacional, Verdi Football Club, que llevó solamente durante sus tres primeros meses de existencia (de julio a septiembre de 1913), le fue puesto para homenajear, por el centenario de su nacimiento, a un célebre parmesano que, si un común denominador tuvo con Tanzi, aparte del lugar de nacimiento, fue el no haber tenido acceso a los estudios superiores: Giuseppe Verdi, el músico que revolucionó la ópera en el risorgimento, fue rechazado cuando intentó ingresar al Conservatorio de Milán en 1832, pero después se convertiría en el compositor que más contribuyó en el siglo XIX a prestigiar a la famosa Scala, el teatro operístico de Milán y máximo recinto mundial del bel canto (si bien en Parma hablar de Scala suena más a futbol que a ópera, gracias a Nevio Scala, primer entrenador del Parma de la era Tanzi, el que lo puso de vuelta en la prima categoria luego de 65 años).

En lo que a laureles se refiere, los primeros 75 años de la historia del Parma dan muy poco para una crónica. Los éxitos tuvieron que esperar a la llegada de Tanzi. De vérseles no más que en los estadios de los circuitos inferiores del futbol italiano, las camisetas en amarillo y azul a rayas horizontales —con patrocinio, por supuesto, de Parmalat— aparecieron en la Serie A luego del ascenso en la primera temporada con Tanzi como accionista mayoritario, y de inmediato irrumpieron, por una vía láctea, en torneos continentales en cuanto se las pusieron las figuras extranjeras que Tanzi incorporó, entre otras: el sueco Tomas Brolin, factor en el tercer puesto de su selección en Estados Unidos 94; el brasileño Claudio André Taffarell, portero de la canarinha en tres Copas del Mundo; Lillian Thuram, campeón mundial con Francia en el 98; Faustino Asprilla, la estrella colombiana que con un gol de tiro libre para el Parma puso fin a una racha de 58 partidos invicto que ostentaba el Milán de Fabio Capello; Fernando Couto, el defensor portugués que dejaría Parma contratado por el FC Barcelona; los argentinos Hernán Crespo, máximo goleador histórico del Parma con 94 tantos, y Juan Sebastián Verón, llevados ambos a Italia nada más destacar, con 20 años, en el preolímpico sudamericano rumbo a la olimpiada de Atlanta 96. También alinearon con el equipo gialloblú tres temibles delanteros: el búlgaro Hristo Stoichkov, el argentino Abel Balbo y el brasileño Adriano.

Las filas del Parma en aquellos años se nutrieron de grandes valores italianos, como el postrero pentamundialista —y muy probablemente hexamundialista, lo que sabremos en noviembre próximo— Gianluigi Buffon, surgido de los equipos juveniles del club; Fabio Cannavaro, Balón de Oro y capitán de la última Italia campeona mundial; Gianfranco Zola, el sustituto de Maradona en el Napoli; el contención Dino Baggio, clave en el esquema táctico de la squadra azzurra que llegó segunda en el mundial de Estados Unidos, dirigida por Arrigo Sacchi, quien por cierto, fue contratado por Berlusconi para construir el mejor Milán que se recuerde luego de haber ascendido al Parma a la Serie B, la segunda división. Otro entrenador que habría de empezar en el Parma su carrera en los banquillos —y que también debutó ahí como jugador, sólo que a. de T., o sea, antes de Tanzi— es el actual director técnico del Real Madrid, Carlo Ancelotti.

En la La Traviata, quizá la más conocida de las composiciones de Verdi, el libreto —de la autoría de Francesco Maria Paiave— dice en uno de sus versos: Libiam ne’ dolci fremiti che suscita l’amore, o sea: “Liberémonos de las dulces emociones que despierta el amor”. Tanzi arguyó que él no se liberó, y que, por el contrario, se abandonó de lleno a las dulces emociones que, según él, le despertó un amor: su amor por el futbol. Haya sido amor o no, lo que sí queda claro es que no pudo ser dulce hasta el final. Tanzi quiso culpar al futbol de haberlo arrojado a un precipicio de falsedades y engaños. Porque mientras una pléyade de cracks metía en las vitrinas del Parma tres Copas y una Supercopa de Italia, dos Copas y una Supercopa de la UEFA más una Recopa de Europa, Tanzi dijo no haber encontrado más alternativa para mantener el nivel de fichajes y poder seguir sufragando los costos concomitantes de transferencias y salarios que abrir las arcas de Parmalat, cual si fueran sus Tetrapaks, para luego verter la liquidez de ese capital, como si de leche se tratara, en los vasos sin fondo de las cuentas de gastos del Parma. “Tanzi confiesa en la cárcel que desvalijó Parmalat por amor a su hija y al fútbol”, fue el encabezado con el que el diario español ABC sintetizó lo declarado por Tanzi desde una cárcel de Milán durante el juicio que se le siguió por la quiebra increíble de su imperio trasnacional.

En su defensa Tanzi alegó que 500 millones extraídos de Parmalat fueron a parar a Parmatour, una fallida empresa turística que abrió para su hija Francesca, quien pasó unos días en prisión preventiva, liberada porque “su papel en la gestión de las sociedades turísticas de Parmalat era subordinado al de su progenitor, pese a participar en las decisiones que se adoptaban”. Y varios años después de que el escándalo estalló, las pesquisas seguían todavía tras la pista del “amor” de Tanzi por el futbol: en 2012 once jugadores que militaron en el Parma entre 1992 y 2003 fueron investigados por su probable participación en el desvío de 14 millones de euros de la empresa lechera mediante contratos falsos de publicidad. A pesar de que vivía pegado a la ubre —nunca mejor dicho— de Parmalat, en diciembre de 2003, el mes de la hecatombe de Tanzi, el Parma, que administraba su hijo Stefano, reconocía deudas por 77 millones de euros.

Lo que hizo Tanzi no fue pasarse dinero de un bolsillo a otro. Cuando eres el dueño de Parmalat, tu conducta empresarial te trasciende: mediante sofisticadas operaciones financieras para desviar recursos a través de casi una treintena de empresas offshore, Tanzi, que había sido condecorado como Cavaliere del lavoro, presea que otorga la presidencia de Italia a creadores de empleos, dejó en vilo a más de 36 mil 300 trabajadores de Parmalat, de los cuales sólo aproximadamente 4 mil laboraban en Italia; mientras que más de 130 mil inversionistas vieron cómo sus acciones pasaron, en menos de un mes, de ser partes sociales de una empresa que crecía a tasas de 50 por ciento anual y aumentaba cada año sus ventas en más de 400 por ciento, a ser consideradas por las calificadoras bursátiles como “bonos basura”; también se vieron afectados miles de ganaderos dueños de vacas lecheras en todo el mundo, incluidos algunos asentados en el estado mexicano de Jalisco, a los que el gobierno, a través de las empresas públicas Liconsa (Leche Industrializada Conasupo) y Diconsa (Distribuidora e Impulsora Comercial Conasupo), en febrero de 2004 les compró alrededor de 85 millones de litros para que amortiguaran los incumplimientos de pago de Parmalat. Hasta TetraPak terminó por demandar a Parmalat: su aliado sueco exigió en tribunales el saldo de un adeudo por 16 millones de euros.

El 7 de diciembre de 2003 el Parma visitó a un equipo cuya denominación, si se escucha y se le interpreta en idioma español, iba a poner un punto de ironía a lo que estaba por venir. Aquel domingo, por la giornata 12 de la Liga, el equipo de Tanzi se enfrentó al Lecce. Sí, al Leche. Gracias a dos goles de Alberto Gilardino —que en 2006 habría de salir campeón del mundo con La Nazionale— el encuentro lo ganó el Parma. Fue su séptima victoria del torneo. Pero fue más que eso. Fue la última vez que en el entorno Tanzi se pudo hablar de victoria. Porque al día siguiente, lunes 8, la leche se le cortó a Tanzi: “Parmalat se confiesa incapaz de hacer frente a un pago de 150 millones de euros”, por lo que al día siguiente, martes 9, “Standard & Poor’s, uno de los principales proveedores mundiales de calificaciones crediticias, rebajó diez niveles el rating de la deuda de Parmalat, para situarlo cerca del que califica a una compañía en suspensión de pagos, provocando la caída de las acciones del grupo en un cuarenta por ciento”, tal como lo consignan Gómez-Álvarez y González. En el equipo de futbol resintieron esas noticias: en su siguiente partido, domingo 14, de nuevo como visitante, ahora en el Stadio delle Alpi de Turín, entonces casa de la Juventus, el Parma fue goleado: se llevó cuatro goles, uno del checo Pavel Nedved, otro de Alessandro del Piero y dos de Fabrizio Miccoli, a quien por cierto, en noviembre de 2021, con 42 años, una corte le confirmó la sentencia a tres años y medio de cárcel que le fue dictada en 2017 por el delito de extorsión.

El 19 de diciembre de 2003 Tanzi quedaba evidenciado y se hundía sin remedio: Bank of América anunció que era falso el documento mediante el cual Parmalat pretendió acreditar la existencia de un supuesto fondo de casi 4 mil millones de euros en Islas Caimán, que serviría como garantía del pago de 400 millones a accionistas minoritarios de Brasil. Dos días después, el Parma tuvo su primera derrota en casa de la Liga 2003-2004 ante el Reggina.

Il gaudio é un fior che nasce e muore, nè più si può goder: “La alegría del amor es una flor que nace y muere, y ya no se puede disfrutar”. Otra vez La Traviata.

Tanzi se acercó al mundo del arte y la cultura. Fue mecenas de Luciano Pavarotti—el más famoso intérprete moderno de La Traviata, quien fuera portero en los equipos inferiores del club de su ciudad natal, Modena Football Club, y se declaró hincha de la Juventus— y se convirtió en coleccionista de obras entre las que se cuentan pinturas de Picasso, Van Gogh, Monet, Cezanne y Modigliani, las cuales, tras el derrumbe personal de su dueño, fueron escondidas y vigiladas por su yerno para ser vendidas a espaldas de los acreedores de Parmalat.

Si Tanzi fue cercano a un político italiano, fue al líder del partido de la Democracia Cristiana, Giulio Andreotti. Tanzi financió sus campañas e incluso le prestó un avión de Parmalat para ayudarlo en una misión que se mantuvo en secreto: el viaje a la Libia de Muamar Gadafi del embajador de Estados Unidos en el Vaticano, William Wilson, en 1986, cuando Andreotti era canciller. La película Il Divo o la espectacular vida de Giulio Andreotti, escrita y dirigida por Paolo Sorrentino, retrata al siete veces presidente del consejo de ministros a través de algunas de sus frases y también de diálogos y monólogos que intentan capturar su visión de la vida pública. “Los árboles necesitan abono para crecer”, dice Andreotti en la magistral personificación del actor Toni Servillo. La agronomía seguramente entró al auxilio de Andreotti a la hora de justificar sus tratos con Tanzi: la alfalfa que alimenta a las vacas lecheras también necesita abono para crecer.

Los procesos judiciales revelaron que el monto de los desvíos que esquilmaron a Parmalat terminó por ser 28 veces superior a los 514 millones que resultan de sumar los 500 que supuestamente sustrajo para su hija y los otros 14 que supuestamente sacó con ayuda de futbolistas. El tamaño del boquete es descomunal: 14 mil 500 millones de euros. El fraude más grande de la historia de Europa.

Como metido en un Tetrapak de Parmalat, así terminó Tanzi: sin contacto con la atmósfera externa, en un alto vacío. Fue condenado a 18 años de cárcel, que se encontraba purgando en prisión domiciliaria cuando murió. Mientras que, fundido por Tanzi, el que tuvo que abismarse en el purgatorio futbolístico fue el Parma: el club desapareció el 22 de junio de 2015 y para refundarse tuvo que hacerlo desde una Liga amateur, la cuarta división, la de menor jerarquía de il calcio, la Serie D, presidido por Nevio Scala, el que comandó desde el banquillo sus mejores días, y bajo una nueva denominación: Parma Calcio 1913, alusiva al año de la fundación de la semilla primigenia, el Verdi Football Club. A la muerte de Tanzi, el renacido Parma ha escalado por méritos propios, no por una vía láctea, dos divisiones, y marcha 13º en la edición 2021-2022 de la Serie B.

El megafraude de Tanzi salió a la luz en diciembre de 2003, a la mitad del ciclo futbolístico que habría de terminar el verano siguiente. Al finalizar aquella temporada 2003-2004, de regreso en México, Hugo Sánchez nuevamente apretaba los puños, alzaba los brazos y gritaba con la tribuna, del estadio olímpico universitario, el título de campeón del torneo Clausura que acababa de conquistar con los Pumas de la UNAM como entrenador. Para entonces, la celebración característica de Hugo ya nadie lo asoció con Parmalat, que del mundo futbolístico, como la leche, se evaporó.

Bibliografía y fuentes:

Boo, Juan Vicente, “Tanzi confiesa en la cárcel que desvalijó Parmalat por amor a su hija y al fútbol”, abc, 31 de diciembre de 2003.

Gómez-Álvarez, David, y Verónica González, “La leche es blanca pero no transparente. Parmalat, breve recuento de un gran fraude”, en Pedro Salazar (coord..), El poder de la transparencia. Seis derrotas a la opacidad, México, iij-unam-ifai, 2005, pp. 45-77.

El País, “La soledad de los Tanzi”, 11 de enero de 2004.

El País, “Sale de la cárcel Francesca Tanzi, hija del fundador de Parmalat”, 8 de marzo de 2004.

El País, “El fundador de Parmalat escondía en su casa obras de arte valoradas en 100 millones de euros”, 5 de diciembre de 2009.

El Universo, “En apogeo caso Parmalat, avión de empresario transportó a diplomático estadounidense”, 10 de enero de 2004.

Knoll, Guillermo, La música y el fútbol, Bilbao, Naveus, 2020.

Marca, “Investigan a Crespo y Verón, por la quiebra del Parma”, 29 de febrero de 2012.

Mundo Deportivo, “Fabrizio Miccoli, condenado, se persona en la cárcel”, 25 de noviembre de 2021.

Osborne, Charles, Verdi (pról. José Luis Téllez; trad. Jesús Fernández Zulaica), Barcelona, Salvat, 1985.

Reggioonline, “Tetra Pak verserà 16 milioni di euro a Parmalat”, 26 de diciembre de 2016.

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