Foto: Los libros del perro.

Músicas: clamor y susurro

Joyce Carol Oates expuso: «La prosa —puede especularse— es discurso; la poesía elipsis. La prosa se habla en voz alta; la poesía se escucha a hurtadillas. La primera es presumiblemente articulada y social, un idioma compartido, la voz de la comunicación; la otra es privada, alusiva, inquietante, tímida, idiosincrásica como la delicada tela de una araña, una especie de hechizo insondable para las mentes comunes». Ese proceso tan íntimo está ligado con el lenguaje, y es que la poesía es la base de nuestra lengua. Gracias a ello, podemos transitar por la vida con diferentes historias, con su particular banda sonora, porque, como dijo James Merrill: «Con el tiempo todas las cosas se hacen música». El tiempo, las historias, el lenguaje…

Sylvia Georgina Estrada, periodista cultural y editora, presenta su nueva obra, Músicas, junto a la editorial Los libros del perro. En esta obra intimista la autora nos muestra el recorrido de su vida, un avanzar y repensar contínuo. Me detengo en primer lugar en el capítulo Consejos. En él versan las enseñanzas que le dio su padre: «No hables con hombres extraños, no camines por las calles oscuras, no entregues el corazón», empero, como sigue más adelante, «con el corazón fue distinto. Solía entregarlo a los ojos falsos de las mariposas, a los perros callejeros, a los perdedores, a los protagonistas de los libros».

Siguiendo con la obra y en esos reveses que te replantean la vida, donde en muchos puntos es mejor no llegar a acordarse: «La memoria tiene sus trucos». Hay puertas que a veces es mejor no abrir. Sin embargo, en las ausencias que marcan gran parte de la vida «hay espacios que no pueden reconstruirse, deseos que jamás serán colmados. Aquí reina el silencio». Aunque en toda la etapa de tu vida existan períodos más oscuros que otros: «El amanecer, su flecha corta las nubes. La oscuridad pierde su dominio».

Podemos afirmar que la obra de Sylvia Georgina Estrada es un clamor y un susurro al mismo tiempo:

No te pido consuelo, oh señor, te pido revancha. 
Lagrimas que jamás se sequen, 
furia que no se agote
y una pluma veloz que no descanse. 

Finalmente, no creo que exista mejor broche de oro que mencionar a Sylvia Plath, si la autora me lo permite, como expresó en una de sus muchas citas: «Mis poemas surgen inmediatamente de la experiencia sensitiva y emocional que tengo». De modo que no existe otra forma de hacer poesía sin ese lenguaje íntimo que nos abraza y nos condena.

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