Necesaria subjetividad de Iván Navarro: pensar despacio sobre la vida

Encontrar las verdades que encierra la subjetividad es una declaración de intenciones muy interesante para un poemario y me abre el apetito de lectura. Antes de comenzar a leer tengo la sensación de que el poeta tiene algo que decir. Y así es.

En Necesaria subjetividad (Cuadranta editorial) un poemario breve, pero intenso, Iván Navarro reflexiona con ojos de psicólogo, juega con las distintas perspectivas a elementos simples en una invitación a pensar despacio acerca de la vida, de lo que nos rodea, de lo que vemos, de cómo sentimos. Se vale también de su afición como fotógrafo para mostrarnos otra perspectiva.

Me doy cuenta de que necesito de otros
para que mis historias prohibidas sean un secreto,
porque al contárselo a la soledad solo es un pensamiento.

Veo que los locos balbucean frases ininteligibles,
secretos que nunca encontraron cómplice.

En este juego que propone el autor, develar las verdades ocultas en la subjetividad, los actos cotidianos e incluso los colores adquieren un nuevo matiz. Haciendo uso de su capacidad de observación a través de una lente de una cámara fotográfica, el autor nos pinta una imagen construida con palabras, una visión nueva, fresca, como si los observáramos por primera vez a través de un caleidoscopio o a través de las gafas de aumento de otra persona.

Memoria: pliegue de experiencia
donde se sedimentan aquellos afectos
que deforman
la forma.

Pienso en la subjetividad y creo, cada vez más, que casi todo en este mundo es subjetivo, así que agradezco que un poemario resalte a la subjetividad casi como se puede resaltar a la individualidad, pues ¿qué es la subjetividad sino la valorización del pensamiento propio libre de las ataduras de lo que pueda creer la mayoría?

Este poemario, que invita a una lectura reposada por las reflexiones a las que nos lleva, también es un juego de palabras.

Vibran las olas
donde suenan a solas:
en la playa de piedras rotas,
marrones, negras y rojas.
Los niños juegan sin sus pies
con cubos y palas inservibles, tal vez.

En cada poema, encontramos algún verso brillante.

Es el horizonte silencioso
estirado por una luz,
normalmente tenue
y anaranjada,
el que deja la piel alejada
de los recuerdos.
Cactus, arbustos y montañas
perfilan una línea mordida
recubriendo el impacto de la mirada
en un pliegue que omite la inmensidad del espacio.

Después de la lectura, las palabras se quedan en el cuerpo. Las acompaña una sensación de asombro y de extrañamiento que nos lleva a releer y releer y releer.

Verónica Avilés Calderón: autora de Domitila (Amazon 2013), Arena negra (Ed. Cuadranta 2023) y coordinadora del magazine literario www.Irredimibles.com

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