El amor eterno de 'Forever'

¿Cómo una pareja comida por el tedio puede sobrevivir en un plano distinto y condenada a la eternidad?…

Por: Andraujo
Amazon Prime está tirando la casa por la ventana: desde proyectos como ‘Marvelous Mrs. Maisel’, ganadora de cualquier cantidad de premios en las dos últimas galas de los EMMYs, hasta joyas ocultas como ‘Crisis in Six Scenes’ –creada por Woody Allen y uno de los primeros productos originales de la marca-, ‘Transparent’ –potentísima en un comienzo, pero que se ha diluído ante las distintas acusaciones recibidas por el protagonista, Jeffrey Tambor- o ‘Forever’, la serie que protagonizan Maya Rudolph –famosa por ‘Bridesmaids’, de Paul Feig, y cualquier cantidad de comedias estadounidenses-, Fred Armisen –surgido de ‘Saturday Night, Live!’ y Catherine Keener –una de las actrices de culto más importantes en los últimos años-. El proyecto no se vislumbra por ningún sitio como un bombazo comercial –su único acto de presencia en la última gala de los EMMYs fue cuando Rudolph y Armisen complementaron un sketch de Michael Che y Colin Jost-.
Sin embargo, ‘Forever’, creada por Alan Yang, es una serie que vale la pena ver. Hay ciertos momentos donde la forma de contar la historia recuerda mucho a ‘Master of None’, el exitoso proyecto de Aziz Ansari… que fue co-escrito precisamente por Yang. El hoy creador de ‘Forever’ fue mano derecha de Ansari en todo el proyecto, y se nota en demasía. El gran atractivo de ‘Master of None’ era poder contar historias de amor –entre Dev y Rachel en la primera temporada; entre Dev y Francesca en la segunda temporada- sin perder de vista el humor y sin caer en clichés cursis. Lo consiguió holgadamente, porque Aziz entendió que las historias de amor no eran precisamente los dramones del neorrealismo italiano –al que hace distintos homenajes durante toda la serie-, sino el tedio de la cotidianidad y el humor involuntario de la torpeza. Yang, para escribir ‘Forever’, se centra precisamente en el tedio.
‘Forever’ gira en torno a una pareja que se conoce tan bien que cada uno podría finalizar las frases del otro -…y esto no es un cumplido-; mientras Oscar (Fred Armisen) se cubre en la cotidianidad y vela por ir cada verano a la misma casa de campo, cocinar cada noche la misma cena y decir todos los días las mismas frases, June (Maya Rudolph) no consigue creer que no haya más. Al final del primer capítulo Oscar ha muerto; June utiliza esto como pretexto para comenzar una nueva vida, pero fallece al culminar el segundo –lo prometo: esto es lo único que voy a destripar-. ¿Cómo una pareja comida por el tedio puede sobrevivir en un plano distinto y condenada a la eternidad?… El arribo de Kase (Catherine Keener, que actúa la serie en piloto automático y aún así cumple con creces) es un tanque de oxígeno para June. A tales alturas, cualquier cosa lo sería.
En algún pleito, June le lanza a Oscar una frase lapidaria en forma de disculpa: perdóname por haberte culpado. Confiesa que siempre vio a su marido como el ancla que le impedía avanzar en la vida y buscar una versión superior de sí misma, cuando en realidad era ella quien no se atrevía a lanzarse al vacío. Aquí estriba el mayor logro de Yang y compañía: contar las vicisitudes e inquietudes tan mundanas de una pareja provoca un grado de identificación altísimo en el espectador. Hemos sido June, pero también un poco de Oscar; también hemos sido Kase y fungido como el escape de alguien que se asfixia en una relación sentimental. La serie es sumamente interesante, y es por ello que al final de su primera temporada resulta necesario lanzar algo al televisor; trastabilla dramáticamente hasta traicionar todo aquello que fue hilando durante siete capítulos y medio. Encuentra, ahora sí, el lugar común cursi como resguardo tras unas cuantas horas de enfrentar el lado gris de una relación. Qué pena.
La serie es co-escrita por Matt Hubbard, guionista de cabecera en las dos últimas temporadas de Parks & Recreation –coincidentemente: el proyecto que hizo célebre como comediante a Aziz Ansari-.

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