El termómetro no bajaba de los 27 grados y era más de medianoche; a un día tórrido le seguía una noche sin un ápice de frescura, estática, con el aire detenido y casi palpable. Una noche típica del verano mesetario. Hasta aquel vestido al que difícilmente se le podía llamar así por la ligereza y […]
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