Foto: Noa Ruiz.

De África. De Etiopía. De historias.

Yo, desesperadamente, buscaba a alguien que hablase inglés. Ahí. En medio del mercado de Dorze, de un pueblo de Etiopía. Él. Conversé con Adey el 4 de septiembre. A eso de las 15 h de la tarde, según indican los metadatos de mi teléfono móvil. 

Entre las decenas de personas que yacían en el suelo vendiendo cereales, ropas y vegetales, me encontraba yo. Rompía con el ritmo de vida de la aldea. Paulatinamente, los locales hablaban -en amárico-. Aceleradamente, porque solo tenía eso de una hora, yo buscaba a esa persona con la que me entendiese. Tenía fe -nunca mejor dicho en un país sin religión oficial, pero con tanta influencia de la iglesia ortodoxa-. Sabía que, entre esa muchedumbre, alguien me atendería.

—Hello. Do you speak English?

Era “la frase” estrella. Me acompañó durante todo el viaje. La usaba cada día. Esos días de septiembre en el África oriental. Al final, y gracias a unos compañeros con los que viajaba, lo encontré. Ese chico que he mencionado antes. Estuve hablando con él un buen rato. Me explicó acerca de su vida, que había estudiado inglés en el colegio, algo parecido a un grado de ciencias y le interesaba mucho la informática. Siempre que podía, cogía el ordenador para aprender idiomas o lo que fuere. Me habló de muchas cosas. ¡Incluso de que sus padres le instaban a casarse ya! Pues tenía 28 años, pero aún no tenía pareja. Ese es el arte del periodismo: ser humano. Hablar con gente. Que se abran. Que te expliquen sus cosas. Que la conversación también les sirva como terapia.

Mi objetivo, antes de conocerlo, era hacer una entrevista. Tengo que decir, empero, que nunca me ha gustado el término “entrevista”. Demasiado técnico. Frío. Un periodista debe conversar. Acercarse a la gente. Y de la conversación ya saldrá la información para hacer el reportaje. Me limité a escucharlo. A hablar con él mientras caminábamos por el bosque que rodeaba a la aldea. Nada de tomar notas. Simplemente, conversar. Y fue espléndido. Fue hacer periodismo en ese lugar remoto, del sur global.

Usar el concepto “sur global” en vez de “países subdesarrollados” o “del tercer mundo”. Es importante. Adey es ciudadano de un país del sur global, no del tercer mundo. Es necesario evitar expresiones que enaltezcan la supremacía blanca europea, derivada de la colonización europea. Esta es, a grandes rasgos, un sistema de explotación hacia esa zona de la Tierra para que los occidentales puedan mantener su riqueza, poder y privilegio (Desirée Bela-Lobedde, 2023). 

El sistema de transferencia de dinero Bizum nació España en 2021. En Kenia, el 2007, se desarrolló un servicio de pago parecido, que se denominó M-PESA (Pedro Alonso, 2023). Demasiados prejuicios. De África. Él, Adey, había estudiado una carrera. Hace falta repensar. Repensar. Cómo decimos las cosas. Cómo hablamos de África. 

El factor primordial a tener en cuenta es el sistema de creencias. África es otro continente. Totalmente distinto. Bajo unos paradigmas que difieren de Europa. Es incomparable. Si vas, compréndelo. No hace falta que des apoyo a sus tradiciones. Pero compréndelas. No estés de acuerdo -si no quieres- con el Ukuli Bula de la tribu hamer, pues desde el imaginario europeo es una aberración. Pero no lo critiques. Ellos te han acogido. Respétalo. Si escribes al respecto, menciona que es otro sistema de creencias. No juzgues. Ahora bien, usa el periodismo como herramienta para hacer activismo, para mejorar algo que no te gusta, pero si es una cuestión que atente contra los derechos humanos. ¿El Ukuli Bula, realmente, afecta a estos? Las mujeres son felices dándose latigazos, pues les permite demostrar su capacidad de resistencia. Es un símbolo de fortaleza. Entonces, ¿por qué los europeos debemos criticarlo? Repito. No juzgues. Comprende. Aunque no le des apoyo. Otro tema es el LGTBIQ+. Este caso es diferente. Habitantes etíopes sufren represalias por ser del colectivo; sí que se atenta contra los derechos. Ya lo dijo la ONU, que ha instado al país a rectificar el Código Penal. Aquí hay que hacer activismo. Como periodistas, tenemos el privilegio de hacerlo. Aprovechémoslo. Suena a Mr. Wonderful, pero deja tu granito arena para hacer un mundo mejor. Donde todo el mundo sea feliz. Y todo suma. Escribir también.

¿Y cada país que está dentro de África? Explica cómo viven, cómo se relacionan, cómo aman. No solo guerras. Parece que África solo sea Kenia, Nigeria, Sudáfrica y Egipto (Natasha Kimani, 2023). El resto de los países solo se visibilizan cuando hay conflicto. Y si se habla de ellos. Hacía tiempo que no escuchaba hablar de Etiopía, hasta que un grupo de españoles se quedaron atrapados por el conflicto del Tigray y las milicias del Fano en el norte del país.

Y los adjetivos. ¿Cuáles usamos? ¿Cómo empezamos las noticias, los reportajes? Nietzsche, en alguna época, no le hubiese dado importancia. En su obra Genealogía de la moral lo explica. Usa el término “genealogía” -como el rastreo de los orígenes familiares para dibujar un árbol genealógico- para estudiar la historia de algunos conceptos a través de los cambios de significados de las palabras. Entonces y a grandes rasgos, establece que términos como la culpabilidad, la bondad moral y la piedad se han creado a través sentimientos de rencor hacia otros o uno mismo. Ahora, cuentan con un significado connotativo. No siempre es necesario describir el origen del objeto de la noticia. Si no lo harías con un europeo, no lo hagas con un africano.

Hablé de Adey en el reportaje sobre LGTBIQ+. Expliqué lo que significaba ser del colectivo en Etiopía. No dije nada sobre él. Ni cómo vestía o dejaba de vestir. Cómo era su físico. Él me había brindado, como otros locales, sus palabras. Sus concepciones acerca de estos temas. A mí. A una europea, fuera de su sistema de creencias. Que sabía que me parecería mal. Porque él no era del colectivo -no conseguí ponerme en contacto con ningún miembro de este-. De hecho, tales relaciones no entraban en su imaginario. Pero mi deber era escucharlo. No lo compartía. Pero mi opinión, para él, tampoco era relevante en ese momento. Intenté hacer el reportaje lo mejor que pude, haciendo activismo para los miembros del colectivo. Para que no vean sus derechos humanos afectados. Para que no tengan que esconderse. Aportar mi granito de arena.

Aún tengo dudas del resultado. De si conseguí mi propósito. Aún estudio periodismo, pero mi pasión me mueve. Me preocupa el “cómo”. El “cómo” contamos las historias. Y no sé. Solo sé que no sé nada. De cómo hacerlo. De cómo contarlo. No hace falta citar. Sí. Es del filósofo que estás pensando.

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