[Donde muere el trigo]

El cielo es bajo y 
los rascacielos se 
abalanzan sobre mi,
no existe nada más 
que la luna 
y el beso entre el vaso y yo,
melodías de otro tiempo 
acarician las paredes,
el cuerpo de una dama 
que se acerca a mi;
el baile me abstrae 
de esta condición indómita 
para permitir 
que el vaso me brinde 
otro beso,
después otro, 
después otro. 
Ahora la casa está vacía,
los ceniceros llenos 
y las nubes 
se marcharon
solo quedamos el trigo y yo,
en una noche que besa 
el día. 

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