FADE TO BLACK
9.-Interior. Vecindad Centro Histórico – Noche.
¿Será acaso que el cine de Ripstein es difícil de leer? ¿Será que de ahí viene el problema con la crítica? Él responde:
“Puede serlo o no. Lo es de acuerdo con la relación que hay con algunas otras películas, quizá con el “cine light” que se hace normalmente. El mío es un cine oscuro y más difícil, pero ciertamente no sostengo la idea de que el público es una entidad imbécil. Ciertas películas encuentran a su público y cuando lo encuentran es un público avezado, interesado y puntilloso”.
Arturo Ripstein debería ser considerado si no el mejor cineasta mexicano vivo y en activo de todos los tiempos, por lo menos el más valiente y honesto.
Así como han hecho otros directores mexicanos, como Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón o Luis Mandoki, a quien por cierto ha calificado de “tontito”, Arturo Ripstein podría irse a vivir a España o Francia, países en los que su cine es respetado y muy buscado.
Este mal de que “nadie es profeta en su tierra” también lo han padecido cineastas como Woody Allen, quien abiertamente ha dicho que la crítica y el público estadounidenses se empeñan en hacer trizas sus películas, mientras en Europa es constante en festivales y cuenta con cierto imán de taquilla, lo que ha provocado que se vaya a filmar allá, más no a vivir, dado su amor por Nueva York.
Ripstein ha dicho que le pasa lo mismo por México, país al que no tiene intención de abandonar:
“Yo sigo en México, mis ojos están allá. A mí me gusta mucho México. Además, México no es sólo su tema, es instrumento, un país con dosis de surrealismo. Con el absurdo total, eso también me fascina. México es mi única posibilidad. No rechazaría yo, por supuesto, alguna otra oferta en otro lado, creo que puedo hacer una buena película. Estar en México es lo que más me importa.”
Influenciado en su cine por la Nueva Ola francesa de Jean Luc Godard, Truffaut, Resnais, Chabrol y Michelangelo Antonioni, además de ser un admirador confeso de John Ford, Fritz Lang y Orson Welles, Arturo Ripstein ha conseguido a lo largo de los años un cine de autor inconfundible, con sus estilizados y ambiciosos planos secuencia, con los diálogos complejos cargados de poesía y “malas” palabras, y con esas atmósferas sórdidas, deprimentes y angustiantes que crean un cine asquerosamente inteligente y transgresor. No hay concesiones.
En Facebook existen varios grupos y páginas en honor al director, en donde jóvenes cineastas y fans de sus películas hacen comentarios sobre su trabajo: “El mejor director de México”; “Señor, sus películas son desgarradoras, oscuras, estremecen, pero al fin de cuentas… ¡Así es la vida! Toda mi admiración para Usted”; “Gracias por tocar el alma de las conciencias representando la similitud de la vulnerabilidad humana, Un abrazo maestro, con toda la admiración”; “Muchas grandes películas, pero una gigantesca: Principio y Fin”.
Afuera de la Cineteca Nacional, las opiniones se dividen en torno a Arturo Ripstein: “A mí no me gusta Ripstein, películas muy fumadas y aburridas”; “A mí me parece que en sus historias hay profundidad y curiosidad por la maldad y la depresión humanas, eso es bueno”; “He intentado ver El Coronel y Principio y fin, la verdad me aburren siempre a la mitad; dirán que no sé de cine, pero no las aguanto”; “Terrible, películas súper tristes, no vengo al cine o rento una película para acabar triste y preocupada”; “Ripstein es magia, muestra el otro lado del cine, el que pocos se atreven a ver y analizar”; “No lo conozco, no he visto nada de él, bueno, ¿El castillo de la pureza es de Ripstein? ¡Ah! Pues no, no me gusta”.
Lo interesante es que la mayoría tiene una opinión sobre sus películas, que sea buena o mala es meramente subjetivo.
Cuando se le pregunta a Ripstein qué consejo les daría a los jóvenes que tengan la ilusión de ser cineastas, el director contesta con su clásico estilo, cruzando la pierna, dándole una rápida calada a su puro, resumiendo en su respuesta las tribulaciones de los personajes de sus cintas:
“El mejor consejo que jamás escuché en la vida creo que estaba escrito en el escudo de Alejandro de Macedonia, decía: Persistir sin esperanza”.
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ACTUALIZACIÓN 2021
(Nota aclaratoria: El presente texto se publicó en el año 2011. Hoy, 10 años después, se agrega la siguiente actualización para abarcar toda la filmografía hasta el momento de Arturo Ripstein).
10.-Interior. Hotel Laredo centro de la ciudad – Noche.
Solo Ripstein y Garcíadiego eran capaces de adaptar al entorno mexicano la Medea de Eurípides en Así es la vida (2000). Algunos años más tarde, decidieron llevar a la pantalla la novela Madame Bovary de Gustave Flaubert, también adaptada al surrealista y oscuro escenario nacional. Es una película envuelta en una atmósfera absolutamente desoladora, que guarda en sus encuadres y precisos planos secuencia un clímax poético.
Las razones de corazón (2011) es el principio de una trilogía filmada en blanco y negro que inaugura una de las etapas más puras e interesantes del director. Junto con La calle de la amargura (2015) y El diablo entre las piernas (2019), forman un tríptico que remite inmediatamente al neorrealismo italiano, de donde provienen las películas favoritas de Ripstein. En más de una ocasión ha confesado que él creció viendo y amando las películas de Luchino Visconti, Vittorio De Sica y Roberto Rosellini.
El origen de La calle de la amargura es distinto. No viene de ningún clásico de la literatura universal. Adapta un caso de la nota roja sucedido en la siempre impredecible capital del país: dos luchadores enanos son asesinados accidentalmente por dos prostitutas de la tercera edad en una siniestra noche en la que todo sale mal y no hay esperanza. La cámara de Ripstein y el guion de Paz Alicia Garcíadiego se dan vuelo recorriendo los espacios urbanos que mejor conocen; siguiendo a sus lastimados personajes hasta el final de las decisiones que van minando sus vidas.
Sobre La calle de la amargura, en su momento publiqué en 2016:
“A real nightmare that has as scenery the labyrinths Alleys of Mexico City. Arturo Ripstein in an elegant Black and white crumbles the sordid story of two fighters dwarfs and two prostitutes on a trip without return. Overwhelming, wet atmosphere, smelling of unsuccessful characters caught up in their own hobbies and obsessions. One of the best mexican directors is back!!”
El hotel Laredo, ubicado en la calle de República de Perú 72, en el centro histórico de la Ciudad de México, es una de las locaciones favoritas del director. Localizado justo frente a la Arena Coliseo, es ahí en donde los personajes acuden o bien a morir o a experimentar una catarsis, como es el caso de Beatriz, la protagonista de, hasta el momento, la última película filmada y exhibida de Arturo Ripstein: El diablo entre las piernas.
Beatriz (Silvia Pasquel) y su esposo (Alejandro Suárez), un matrimonio de la tercera edad, pasan sus días medio aislados, medio aburridos, en el interior de una casona. Ella sale sólo para tomar clases de danzón; él sospecha que su esposa es infiel. Los recuerdos, la tensión y los celos crecen en una vorágine imparable, en donde el amor no deja de hacerse presente.
Este film del director Arturo Ripstein cumple en su objetivo de mostrar temas poco explorados en el cine: el deseo sexual y los celos en la tercera edad. Es con sus legendarios planos secuencia que Ripstein desnuda a sus personajes hasta la médula, llevándolos al límite de su propia psique. Son seres que se ignoran, se reclaman, pero que también se celan y, muy a su manera, se aman innegablemente.
Justo es en la poderosa y valiente actuación de Silvia Pasquel, en donde recae la responsabilidad del sentido principal del filme. Sus reacciones y decisiones entre el desconcierto, el hartazgo y el cariño hacia las personas en su entorno, demuestran que con el paso del tiempo su personaje se ha ido llenando de capas cada vez más gruesas. En la recta final de la película, su esencia resurgirá́ en un viaje de no retorno.
Son muchos los puntos a resaltar en la que es, quizá́, la mejor película de Arturo Ripstein en los últimos veinte años; no obstante, resaltan tres:
- El guion de Paz Alicia Garcíadiego despliega unos diálogos y secuencias de una belleza poética inigualable. El binomio Ripstein-Garciadiego puede no ser para todos los gustos, pero algo es cierto: nadie hace un cine igual al de ellos. La música de David Mansfield merece toda una mención aparte.
- La fotografía de Alejandro Cantú́, que revela en ese estilizado y elegante blanco y negro muchos recovecos no sólo de la vieja casona, sino también del alma de los personajes. Cada encuadre y sobre todo en los cuidadosos planos secuencia, la cámara de Cantú-Ripstein pasea al espectador entre sórdidos pasillos, baños, salones de baile y un jardín espectral en el que la cámara flota a través de la humedad y la oscuridad.
- Poco común en la filmografía del director, los finales felices no son una constante en su filmografía (basta recordar Principio y Fin o El Lugar sin Límites para comprobarlo), es quizá́ la primera vez en que la dupla Ripstein-Garciadiego ofrecen un final, sino feliz, por lo menos esperanzador. Un desenlace insospechado aunado a un humor negro, siempre latente en cada film de Ripstein, que aquí ́alcanza niveles altos entre la locura y el amor.
El diablo entre las piernas exige al espectador embarcarse en un viaje rasposo y húmedo; en donde los personajes, con sus contradicciones, reflejan el alma humana. Un viaje crudo y pausado que no deja de ser divertido, que vale cada uno de sus 147 minutos.
Al controvertido director mexicano le cuesta levantar un proyecto un promedio de 4 años entre cada película. Eso quiere decir que, si todo sale como hasta ahora, tendríamos un nuevo film de Ripstein en 2023. Cuestionado sobre los recortes al presupuesto en cultura del actual Gobierno federal, su respuesta es contundente:
“El Estado tiene la rigurosa obligación de producir cultura, no como una dádiva, es una inversión. El cine es el espejo que se refleja a sí mismo, somos la posibilidad del arte, la posibilidad de la belleza. Un pueblo sin cine es un pueblo sin ojos”.
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FIN
Créditos finales
“El cine de Arturo Ripstein: la sordidez y el plano secuencia como arte cinematográfico (V)” es la entrega final de cinco textos del autor sobre la trayectoria y filmografía -actualizada hasta 2021- del cineasta mexicano Arturo Ripstein.
El cine de Arturo Ripstein: la sordidez y el plano secuencia como arte cinematográfico (I)
El cine de Arturo Ripstein: la sordidez y el plano secuencia como arte cinematográfico (II)
El cine de Arturo Ripstein: la sordidez y el plano secuencia como arte cinematográfico (III)
El cine de Arturo Ripstein: la sordidez y el plano secuencia como arte cinematográfico (IV)