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La Novena

La vida misma es como ser del Cruz Azul: tiene momentos muy amargos, pero algunos pocos que te llenan el corazón; te caes, pero te levantas; te vuelves a ilusionar hasta que aprendes a disfrutar el camino.

Finalmente se dio lo que muchos esperaban que no sucediera. Se llenaron de oprobio, fueron hasta el final con la intención de burlarse una vez más de este equipo. No toleran ver a este club compitiendo siempre en lo más alto. Se escudan en la falsa comedia.

Están satisfechos y felices con el lugar que adquirió la Máquina por infortunios, injusticias, lesiones, nerviosismo y mal manejo de partidos en los últimos años. Les causa gracia la burla fácil, los chistes predecibles. Desconocen que del otro lado está una afición que ni aún vencida se rinde, ni en el infierno su fe se quebranta. Cada seis meses se reinventa, se ilusiona. En La Noria no cabe ninguno que no sepa soñar. Seguramente no saben que están ante la afición que más resiste, ante el club que más aguanta.

En los últimos días, unos sacaron el paraguas para tapar una posible derrota diciendo que por lástima buscaban que fuéramos campeones, otros siguieron hasta el final y no pararon, desean burlarse. Hablaban de un equipo chico, pero se la vivían hablando de él.

A Torreón llegó un equipo maduro, sólido, inteligente. Sufrió 10 minutos solamente, en una cancha que a todos los equipos del futbol mexicano se les complica.

Los fantasmas seguían rondando: aquella remontada en el Tec en 2009, un robo descarado en Toluca en 2008 o la remontada americanista en 2013, o incluso el error de la salida de Corona con Marcone en 2018. El resto de finales podría decirse que el rival fue mejor, tenía mejores jugadores o también que era una serie para cualquiera.

La noche del 30 de mayo de 2021 no estuvo exenta del sufrimiento tan característico en este equipo. Un primer tiempo donde no apareció el equipo de los 41 puntos, del súper liderato. Parecía escribir un capítulo más en nuestra triste historia, el mismo equipo al que le remontaron cuatro goles de ventaja en Ciudad Universitaria se encaminaba a una nueva forma de “cruzazulearla”, pero ese mismo grupo (se mantuvo casi el mismo plantel) supo reponerse, levantarse y nunca dejar de creer.

En el medio tiempo, Pablo Aguilar (habría que enmarcar su partido) mencionó que Juan Reynoso ‘cagó’ a todos por igual. Con una actitud renovada, el equipo salió a darlo todo, sabían que estaban a 45 minutos de conseguir lo que otros planteles no habían conseguido (quizás mejores escuadras o del mismo nivel que ésta). En el minuto 50, quedó demostrada la entereza y el carácter de los jugadores, Pol Fernández tapa un disparo de Gorriarán, Rivero manda un cabezazo elevado que genera un contragolpe, Yotún mete el cuerpo, no pierde el balón por nada del mundo y Cabecita Rodríguez pega una carrera de 50 metros para llegar al gol. Todos los partícipes de la jugada con la determinación de que ese 30 de mayo era el día.

El Azteca sólo estaba al 25% de su capacidad, pero sonaba como si estuviera al 100%. El año y meses sin ir al Estadio se compensó en esa noche, los gritos reprimidos salieron desde las 9:30 p.m. del 30 de mayo de 2021. Toda la tensión de la primera parte, el silencio atroz del medio tiempo fue cambiado por la explosión que provocó el gol de Jonathan Rodríguez. Posteriormente, Cruz Azul supo sufrirlo con algunas insinuaciones peligrosas de Santos, con la gente sin parar de alentar, con una bronca sobre el final para consumir el tiempo. Pocos creyeron que el final fue realmente cuando el árbitro silbó, daba la sensación que faltaba algo por escribirse en esta historia, en esa historia que hemos visto tantas veces, pero el destino cambió súbitamente a favor de uno de los equipos más populares del futbol mexicano.

Se fueron los fantasmas. Las heridas comenzaron a sanar. Ganó el mejor. En los festejos, hubo un momento de silencio, la gente lloró de alegría (ya no de las tristezas acumuladas de tantos años), sacó toda la podredumbre acumulada durante 23 años. Una verdadera catarsis, una liberación. Algunos le agradecían al cielo, recordaban a quienes ya se fueron y no pudieron ver esto, otros recordaban a sus referentes cementeros de los últimos años que por alguna circunstancia no pudieron darnos esta felicidad.

No sé si vengan más títulos, si haya iniciado una nueva era, no sé ni qué haría con tanta alegría acumulada porque al final la vida misma es como ser del Cruz Azul:  tiene momentos muy amargos, pero algunos pocos que te llenan el corazón; te caes, pero te levantas; te vuelves a ilusionar hasta que aprendes a disfrutar el camino.

En esa noche del domingo 30 de mayo, ese grupo de futbolistas le regaló una alegría inolvidable a la afición que más lo necesitaba en tiempos tan complicados. La noche fue eterna y azul.

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