Periodismo en zonas de conflicto, autoficción, libros de no-ficción camuflados de novela y relatos sobre los rincones más oscuros del ser humano se confabulan para integrar la selección de lecturas propuestas por la redacción purgante para despedir noviembre.
Historias de Gaza; Mikel Ayestarán
Quizá no haya un periodista con más interés genuino, horas de vuelo, empatía y sensibilidad para arrojar luz sobre Gaza, ese “pequeño territorio de tierra, puerta del desierto, puerto del Mediterráneo, cuna de culturas y religiones” que Mikel Ayestarán. Tras el ataque de Hamás del 7 de octubre y la posterior venganza israelí, Ayestarán advertía que corríamos el riesgo de “contar una guerra sin alma”, ante el bloqueo de periodistas internacionales que orquestó Israel. En el camino, la Franja de Gaza, “ese lugar estratégico que marca el final de la costa de Levante y el inicio del desierto, la unión de África con Asia y del Mediterráneo con Arabia”, pasó de ser una cárcel a cielo abierto a un cementerio de niños y mujeres, supuestamente utilizados por Hamás como escudos humanos, aunque al mismo tiempo Israel diera cuenta de su precisión quirúrgica con objetivos militares de largo alcance en Irán, a 1700 kilómetros de distancia. Por mucho que el relato occidental se empeñe en hablar de Gaza como un territorio oscuro y subdesarrollado, sin legado histórico, conviene recordar que Gaza fue parte del Egipto faraónico y que por ahí pasaron asirios, persas y las tropas de Alejandro Magno y Napoleón Bonaparte. Todo esto es clave para desmontar la idea bajo la que se ha perpetrado, en el caso de Israel, y promovido, en el caso de sus socios comerciales, militares y económicos, entre los que se encuentran todas las potencias occidentales, que no estamos ante una lucha entre civilización y barbarie. Para construir este compendio de historias, el infatigable Mikel Ayestarán abraza la filosofía del dibujante maltés Joe Sacco, autor de la mítica novela gráfica Palestina: para aproximarse al fenómeno de la ocupación de Gaza no hace falta ser objetivo, sino honesto.
El Aniversario; Andrea Bajani
Descubrí a Andrea Bajani en su último libro (y premio Strega): El Aniversario. Trata sobre unas memorias del propio autor sobre su familia y el clima de violencia machista (y, en este caso, por extensión, doméstica) que desataba el reino poco hogareño de su padre. Resulta un libro de autoficción cuanto menos inquietante, pues aunque ocurren en la vida familiar del narrador hechos probados de violencia física de su padre contra su madre, consigue sumergirnos en un ambiente tan cerrado y hostil que incluso hechos que dejan marcas, sangre y puntos son asimilados como parte de lo esperado, no hacen sonar las alarmas de hijos y otros familiares más allá de tocar el herido inconsciente de los hijos, quienes deciden poner distancia. Toca de lleno valores tan católicos e inmersos en una Italia pueblerina, sin que estos nos despisten a los lectores de la reflexión crucial de si debemos o no mediar distancia (física, mental, emocional) para salir con vida. Un relato profundo y muy actual, pese a los obvios tintes de un patriarcado menos escrupuloso y más opresor. Interesa seguir leyendo a Bajani y los ambientes represivos que configura.
Operación Apolo; Sergi Moyano Hurtado
Era 1981. Era otro mundo. Igual pero muy distinto. Diferente en la velocidad con las que las noticias eran devoradas, semejante en la expectación que generaban. Sergi Moyano Hurtado disecciona paso a paso el secuestro del valenciano Luis Suñer (rey de los helados) por un comando de ETA formado por siete encapuchados. El texto, que si bien es un libro periodístico, podría –sin duda – leerse como una novela de misterio. La investigación, surgida a partir del testimonio exclusivo de uno de los perpetradores del hecho, nos revela el entramado que existía en ETA político-militar, las discordias con el aparato militar de la organización separatista vasca y los porqués de cada una de las decisiones que tomaban. Moyano muestra habilidad de cirujano al hilar todos los cables de este crimen que jamás fue procesado ante la justicia y que será recordado entre la sociedad como un momento de incertidumbre e inestabilidad social y política en la recién reinaugurada democracia española.
Estrómboli; Jon Bilbao
Hay algo extraño y único que sucede al leer los relatos de Jon Bilbao —o, por lo menos, es una sensación que yo tuve durante todo el libro Estrómboli—: el hecho de que, a pesar de que en ellos impera una atmósfera cruenta y opresiva, siempre pareciera estar acompañada de un sobrecogimiento que nos resulta familiar. Quizá por eso muchos de sus cuentos llegan a ser tan escalofriantes: porque nos recuerdan que, en todo momento, los cursos naturales de la vida son más frágiles de lo que parecen. Las historias compiladas en este volumen retratan muchas de las condiciones más oscuras del ser humano. Sus personajes —en su mayoría hombres anodinos, habitantes de grandes urbes y pertenecientes a los estratos de las normalizaciones sociales y culturales— son asaltados por situaciones apremiantes de las que, orillados por los grandes deseos, las obligaciones impuestas por los contextos y los sacrificios que “todo hombre debe hacer”, terminan atrapados súbitamente en vórtices de violencia, desesperación y muerte. Destacan “Crónica distanciada de mi último verano”, un cuento violento —y sobre la violencia— que nos hace vivir en carne propia la desesperación de un hombre acosado, física y moralmente, por fuerzas que parecen de una naturaleza puramente maligna, aunque en realidad esa maldad se refleje simplemente en otros hombres, no tan distintos a él mismo; “El peso de tu hijo en oro”, el relato que tiene los ecos más poderosos del wéstern (género ampliamente explorado por el autor en novelas como Basilisco, Araña y Matamonstruos), y que plantea la experiencia paterna de perder a un hijo; “Siempre hay algo peor”, situado en San Francisco, y que parece adentrarse en las entrañas del estilo norteamericano contemporáneo de Don DeLillo y Cormac McCarthy; “Como en un idioma desconocido”, un reflejo del individuo moderno ante la fabricación mecanizada —un hombre-máquina que va perdiendo poco a poco su identidad humana ante la aplastante industrialización—; y “Avicularia avicularia” (el más destacado, a mi parecer), donde un padre, empujado por su propia familia, se ve obligado a atravesar un hecho brutal que lo dejará profundamente traumado. Ocho relatos que advierten que el poder de las circunstancias es, muchas veces, perturbadoramente ajeno a nuestro control. La prosa de Bilbao es directa, cínica al impregnar tales situaciones límite con humor negro, y demuestra un sorprendente control a la hora de generar suspenso y apremio.
El ataque de las cabras; Laura Chivite
Una narradora sin nombre se encuentra con su tía Lidia luego de muchos años sin verse. La acción transcurre en un Madrid lluvioso, donde ambas mujeres comienzan a hablar y recordar: pasado y presente se funden, buscando iluminar el futuro. El ataque de las cabras (2025), de la escritora española Laura Chivite, profundiza en las relaciones familiares que no siempre son como se supone que deberían ser, con padres, hermanos y tías que bien pueden sorprender con antecedentes rocambolescos. La tía Lidia inventó, además, un juego insólito: elige tu propia aventura, donde la narradora escucha las historias de una cabra que busca trascender en su universo, para al final, decidir su destino, escogiendo una de tres opciones. Si algo tiene la literatura de Chivite es una enorme capacidad para sorprender, de llevar a los lectores a lugares inesperados, en los que realidad y fantasía, conviven en paz. Divertidas letras que atrapan gracias a una prosa ágil, la misma que puede regalar momentos de lucidez existencial dentro de un baño público, melancolía nocturna por la infancia y amores del pasado, hasta las andanzas hilarantes de esa cabra rebelde que ambiciona estudiar cine y cambiar al mundo. Esta es la primera novela de la autora, que ya se había revelado como una pluma a seguir con el galardonado Gente que ríe (2022, Caballo de Troya), libro de cuentos que esparcía humor y reflexión sobre diversos tópicos. En El ataque de las cabras cada capítulo es un recuerdo que va rebelando el difícil paso de la adolescencia hacia la adultez; los relatos de la cabra y sus subsecuentes decisiones, operan como una analogía de los cambios que se experimentan en esa extraña época antes de ingresar a una universidad. El volumen abre con dos citas de Fernando Pessoa y Chantal Akerman, mismas que hacen referencia a que las revelaciones más trascendentes, pueden presentarse en los lugares más insospechados. La narradora tendrá justo un chispazo místico en un espacio horrendo, pero la transformará para siempre. A propósito de la narrativa fragmentada, explica Laura Chivite: “Me propuse seguir un orden lineal, pero se me hace completamente imposible. Solo sé hacer las cosas a modo de puzzle. Quizás en un futuro logre hacerlo de otra manera, pero por ahora solo me sale de ese modo saltarín. Pero bueno, la memoria funciona así, ¿no? A brincos”. La joven autora, originaria de Pamplona, ha recibido el Premio Ojo Crítico de Narrativa y el Premio a la Promoción del Talento Artístico de Navarra.
Frankenstein; Mary Shelley
Una de las cosas que me parece más impresionante de la novela de Frankenstein, además de la historia que navega entre la atmósfera gótica y el romanticismo, es que el relato de Mary Shelley bien podría ser considerado como una crítica a la modernidad. Sobre todo por las implicaciones éticas que Víctor ignora al momento de crear vida. Casi que podemos decir, a través de la prosa de Shelley, que más que un moderno Prometeo es un claro ejemplo del desenvolvimiento abrasador de la razón. Eso, sin olvidar, el increíble cuidado que le imprime la autora a las palabras, pues la aliteración, junto con la composición gramatical, son un claro ejemplo del movimiento narrativo que va de la cosmovisión romántica a la ciencia ficción. Por último, es una lástima que ‘la criatura’ haya pasado al ideario popular como un monstruo y no como un personaje atormentado que se enfrenta a los paradigmas establecidos por Rousseau, al mismo tiempo que recita a John Milton. Mostrándonos así que la humanidad reside en algo que va más allá de nuestra propia constitución física.
Un silencio tan blanco; Valeria Guzmán Pérez
La poesía lo es todo y nada a la vez. Hay tantas formas de hacer y no hacer poesía: algunos apuestan por la estructura, otros fluyen con el sonido y muy pocos se atreven a mostrar la entraña en bandeja de oro. Empero, para otras voces, la poesía es búsqueda constante, porque la existencia humana también lo es. Para mí, la mejor poesía es aquella que nace de un ejercicio constante de espejo y búsqueda. Se versa para encontrarse a uno mismo. Se versa en la búsqueda de una música que acompañe nuestro sendero. Un silencio tan blanco, de Valeria Guzmán Pérez, es una constancia de eso y más. Aquí la poeta nos muestra las vivencias que marcaron su infancia; sus búsquedas constantes: la raíz/origen de la palabra; sus proyectos personales: plasmar un Bestiario que simbolice a su mismo Ser; y -como lector- también se asiste a un enfrentamiento a los miedos universales: la soledad, el silencio, la muerte y la memoria. Consciente o inconscientemente, este poemario es resultado de un transitar iniciático, donde la poeta ha comprendido que la vida es un renacer constante donde se es todo y nada a la vez.








