Foto: Real Madrid

Madridismo, cervezas y libros (I)

La distancia nunca ha sido impedimento para hablar de fútbol. En un ejercicio de imaginación, Alba Otero (España) y Miguel Caballero (México) quedan en el bar (que desde ahora será ‘el de siempre’) ubicado en un tiempo y lugar sin definición, donde el único virus es el madridismo, y no requiere de vacuna ni cubreboca.

El olor es muy peculiar: por un lado, el aroma de la cafetera (de embriagador café tostado); por el otro, el de las bayetas que limpian la barra del bar mezclado con el gentío apiñado y colocado frente a la televisión.

Hay banderines en tonos blanco y morado, algunos jerseys con nombres y dorsales conocidos; réplicas de las 13 Copas de Europa y algunos trofeos de liga; demasiadas fotos y de todos los tamaños. A la mitad del lugar, algunas mesas con periódicos regados (de todos los colores, plumas y noticias). También hay libros. ¿Quién lee en un bar? Muchas historias han comenzado en la servilleta de un bar (que le pregunten a Zidane).

Alba tiene la manía de calzar la mesa (siempre están cojas, asegura). ¿Será desnivel o lo hacen para que se te caiga la cerveza y pidas más?, piensa, mientras Miguel otra ronda.

Preguntas aparte, cuesta un poco hablar porque se escuchan más los comentarios de los parroquianos que siempre alzan la voz por encima del murmullo habitual de los bares. Sin embargo, ahí están, con una mesa coja llena de ‘cañas’ y charlando de fútbol; mejor dicho, de su Real Madrid.

Miguel Caballero: Hay muchos temas que podemos platicar en este primer Madridismo, cervezas y libros, pero confieso que me gustaría comenzar por los casos de Zidane y Ramos. A ver, no quiero parecer ‘viuda’, pero necesito desahogarme. Han sido despedidas muy dolorosas en los últimos tiempos. Se nos están yendo los jerarcas del mejor Real Madrid que hemos visto (¿y veremos?) en nuestras vidas. Es imposible ignorar esa sensación de orfandad. En algún momento me dijiste que lo de Zidane te recordaba al mito de Ícaro. ¿Por qué?

Alba Otero: Me recuerda bastante a esa sensación de despedida de la era galáctica y, justamente, nos volvemos a despedir de uno de ellos, Zinedine Zidane. Tras su partida, el Real Madrid no tardó en designar un nuevo entrenador, Carlo Ancelotti. El mismo que dejó el equipo en 2015 tras conseguir con su carácter sosegado unificar de nuevo a la plantilla tras el paso de José Mourinho. 

Me vas a permitir que este año el Real Madrid no brilló por su unión y/o entendimiento. Este es el segundo adiós por parte del galo, el cual ha escrito una carta para explicar los motivos de su salida: “Me voy porque siento que el club ya no me da la confianza que necesito, no me ofrece el apoyo para construir algo a medio o largo plazo”. 

Con su carta de despedida y la llegada de nuevo de Ancelotti me vino a la cabeza el mito griego de Ícaro. Recordar que el padre de este, Dédalo, le fabricó unas alas para poder huir de la isla que Minos controlaba. Dédalo, quien le enseñó a volar, le recordó a su hijo que las alas estaban cosidas y las laterales estaban unidas con cera por lo que ni podía acercarse al agua ni al sol. Ícaro, en cambio, viendo cómo se desenvolvía y las islas que iba sobrevolando, empezó a ascender tanto que la cera se derritió y cayó al mar. Su padre, con este fatal desenlace, lloró su pérdida y cuando llegó a Sicilia colgó sus alas como ofrenda al dios Apolo. 

No sabemos si Ancelotti bajará su ceja en esta nueva vuelta al Madrid, pero vio subir a su pupilo y alcanzar la gloria que llega a quemar y ahogarte.  

MC: Qué precioso eso. Precioso y también, debo decirlo, un poco aterrador.

Ahora que se nos acabó la Copa América sin título que celebrar (por Casemiro, Militao y Vinicius) y en la Eurocopa no nos quedó representante alguno en la final (nos hace falta un italiano en la plantilla, está clarísimo; no te enojes), ya podemos enfocarnos en la siguiente temporada. Lo de Carletto, no sé. Le quiero mucho, pero no sé si es lo que necesitábamos en el banquillo. Y en el campo, tal cual una sucesión estilo El Padrino: el primer capitán, Marcelo, cuya última temporada es para el olvido, pero es una leyenda absoluta. No lo digo porque sea mi favorito, pero merece disfrutar ese gafete como el que más. Ahora, sé que no te encanta la idea. Cuéntame tus razones. 

AO: Mmm… Me tienta la idea de tener un italiano en la plantilla, pero sería difícil asignarle una posición. Quizás un defensa central; sólo hay que recordar las intervenciones de la selección italiana el domingo en la final. Esa energía italiana. Te podría comprar esa idea. Por su parte, Carletto se convertirá en el terapeuta del equipo, más bien, le pondría de apodo el Mediador. En cuanto a lo que me comentas de Marcelo, al final la decisión no es otra que la antigüedad, lleva en el equipo desde 2006. Me llama la atención que menciones a El Padrino. ¿No tendría que ser Sonny el sucesor al ser primogénito? Sin embargo, al final lo es Michael por una serie de acontecimientos —no vayamos a hacer spóiler del libro que se publicó en 1969 y de la película se estrenó en 1972—.  La cuestión es que, sin desmerecer a Marcelo, quien me parece jovial y con ese entusiasmo de guasón, el equipo necesita un Michael con las ideas un poco más claras y conociendo el trabajo familiar. Quien le sigue por antigüedad es Benzema, que con los años se ha ganado a todo el madridismo, pero recordando las palabras del loco Mou, no quiero un capitán gato. Tal vez Modric podría ser mi opción más clara y tiene el plus de la antigüedad. 

MC: Uh, Lukita, otro que lo merece todo. El día que se retire del Madrid será uno de los peores de mi vida.

En fin. Apenas releía El idioma materno de Fabio Morábito; en uno de sus pasajes pide imaginar a un tipo que pretende suicidarse y antes de colgarse de la viga, se dispone a redactar la típica carta de despedida. De una sola línea decide alargar el texto. Escribe, escribe y escribe. Corrige, corrige y corrige. Al final, cansado de tanta corrección, decide ya no suicidarse. “El estilo le ha salvado la vida, pero quizá fue por el estilo que quiso acabar con ella”, dice Morábito. Y al final agrega que a los únicos escritores que vale la pena leer son aquellos que, como ese suicida frustrado, escriben con una pluma (bolígrafo) en una mano y la soga en la otra. Me da la idea que el Madrid es también un escritor de esos —un escritor y suicida frustrado— que menciona Morábito: uno que no sabe vivir de otra forma que no sea con la pluma y la soga en las manos. 

AO: Sin embargo, como bien mencionas, al final es ir alargando el relato porque no quieres que ocurra o porque tienes la certeza que tu suerte cambiará. Aparte, es un proceso interno, una forma de fustigarse pero, a diferencia de nuestros rivales, no queremos captar la atención. A lo mejor, pienso, no serían capaces de terminar el relato e, incluso, no entenderían esa disyuntiva. Nos hemos enfrentado a muchos procesos de cambios y, por último, lo dejo para la semana que viene. ¿No es esa soga el Tito Floren?1

1. Nota de los autores: El Confidencial hizo públicos unos audios del año 2006 del presidente del Real Madrid, Florentino Peréz, donde expresa su malestar con dos iconos del madridismo como son Raúl González Blanco e Íker Casillas, asegurando que eran “dos grandes estafas” del club.

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