Foto: Margarita T. Pouso

Primavera escrita en invierno y publicada en verano

Del polen que quedó enganchado
a las patas de la abeja
cuando el insecto fue a beber
del néctar de la flor,
ya solo queda la azucena.

De la semilla que mi abuela plantó
en el terreno de Vigo
cuando el hueso fue el despojo
de un tentempié entre horas,
ya solo queda el níspero.

De la gota que irrigó raíces
cuando cayó de la hoja
de un árbol caducifolio,
ya solo queda el almendro.

De la sonata número 5 en Fa Mayor
que impregnó violines y pianos
cuando Beethoven ya padecía
una creciente sordera,
ya solo queda la primavera.

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