Foto: Diana Lerendidi.

Silvia

Tú siempre serás mi luz al otro lado del mar…

El mar es el espejo roto del universo, 
una fractura en el tiempo,
un puente inconcluso desde mis ojos
hasta los tuyos
y tú y yo,
sólo somos dos orillas sujetando al vacío
un puente de arena,
una cuerda floja
por la que pasa el miedo de puntitas
como un funambulista

Desde mi orilla 
presencio tu ruina
y asisto todos los días
al funeral de tus heridas
con tus flores favoritas

¡Aquí no se cruza,
se salta al abismo!

Desde tu orilla
la corriente marina
te aleja de mi bahía
y te arrastra marchita
a una brutal despedida

Deja que mis lágrimas regresen al mar
y te acompañen en este viaje metastásico
que recorre tu cuerpo,
que te inunda,
te hunde y
te ahoga

Mamá,
¡No voy a soltarte!,
aquí seguiré, 
al filo del desastre
aunque la marea nos invada como un cáncer
aunque las olas nos rompan 
y nos desbaraten
aunque tu reloj de arena se pare
y te vayas antes

La ausencia es el reflejo difuso de la muerte,
la enfermedad del miedo 
un puente inconcluso desde mi garganta
hasta mis nudos
y tú y yo,
sólo somos madre e hija sujetando la vida, 
un par de extremos alargando el eco
del futuro silencio
el único puente 
que puede sostenerme
desde mi ombligo hasta tu vientre

Mamá
¡No te voy a soltar!
Tú siempre serás
mi luz al otro lado del mar. 

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