Tan temprano de Florencia Gattari: o cómo el dolor no es el único camino

En algún momento cesaron las narrativas de la nostalgia y la referencia dejó de ser “antes”. No sé cuándo pasó, cuándo dije este es Pablo ahora. Tan auténtico como cualquiera en su versión presente. Este quilombo. Estos somos nosotros. No hay estafa, no hay un verdadero Pablo escondido en algún lugar profundo. Profundo es el mar. Nosotros somos apenas este puñado de días. De todos modos, siempre fue complicado entenderse con la familia.

Tan temprano; Florencia Gattari

Las editoriales independientes son la cumbre del amor y las oportunidades que se toman sí o sí porque no hay segundas, no se vuelven a presentar. O será el poder que uno ve eso por el amor que les tiene. Es verlas y quererlas, pero también comprarlas, promoverlas, hacerlas parte. Y uno las descubre a casualidad, como cuando encuentras eso que llevabas meses buscando mientras escombrabas a consciencia el cajón del fondo. O bien, son halladas como consecuencia de la búsqueda incansable de “algo nuevo que leer”. Este último es el caso en esta ocasión. Pues yo, confieso, busco con mucho ahínco siempre, porque me emociona hallar nuevas cosas y, claro, porque no hay nada como toparse con una nueva editorial que se gestó con el amor más puro a la literatura bajo un formato que de ninguna otra manera se hubiera dado. Es decir, sólo bastan dos (Joana D’Alessio y Mauro Libertella) para montarse en una aventura escandalosamente buena y erigir algo como Vinilo Editora, una editorial argentina nacida en el pasado 2022. Y es la que ahora me tiene acá, escudriñando y rearmando esto por la publicación de Tan temprano, de Florencia Gattari, un libro que más se sustenta en sus preguntas que en sus respuestas, que se construye más preguntándose por el dolor y las señales que en realidad tratar de comprender todo lo que sucede a la pérdida, y no porque esto no sea importante, sino que el consuelo, esas respuestas que no buscábamos, llegan de todas formas. Y es que, al final, no se trata de encontrar contestaciones o sentido, sino sólo de nombrar, materializar con palabras lo que de otra forma sería imposible.

Tantas cosas improbables y a la vez ciertas

La muerte, esa obsesión incontrolable de los vivos. No que se anhele y que su obsesión se sostenga precisamente en eso, sino que obsesiona su pensar, su incomprensibilidad, todos esos vagos intentos por entenderla como lo que sea: inicio, fin, origen, asignación, consecuencia natural, viaje, un paso más en la cadena de la vida. Pero no sólo la muerte que llega como acto inexorable, sino también el suicidio, otrora decisión natural y propia de quienes así lo desean. Y es, por ratos, no entender nada, pero querer entenderlo de todas formas. Jugamos con lo poco que tenemos en las manos, con la información que nos ha sido proporcionada por nuestros padres, por las creencias familiares o, por qué no, de la literatura, ese pretexto perfecto para el consuelo. En la lectura, sobre todo, pero más puntualmente en la escritura. Navegar entre géneros para construir algo como Tan temprano, de Florencia Gattari. Digámoslo sin más: nace su hija y a los tres meses, su hermano decide quitarse la vida. Y es a partir de esos dos sucesos que, muchos años y textos a la deriva después, la también psicóloga argentina arma este breve encuentro consigo misma junto a las fotografías que ha ido hallando en el camino y la memoria que le han prestado sus padres y su hermana para (re)configurar el paso del tiempo y lo que esto ha provocado, cómo se ve la pérdida a esta distancia, qué nos dice la herida a estas alturas. Así pues, “no se trata de escribir para sanar”, dice la autora, (sino que) “hay un lugar de eso que va a estar roto siempre y otro que ya hizo cicatriz. Creo que en esa conjunción se me hace posible la escritura, en esa doble condición de lo que ya no está en carne viva pero pulsa y puede, por eso, ofrecer motor para el embrollo de meterse en un texto”. Darse cuenta, así, que escribir ¿auxilia, cobija, permite? acercarse a comprender la pérdida de alguien cercano, de un hermano, así como largarse una explicación en su mayoría ininteligible a través de la mirada de los padres y quienes nos rodean, y, a su vez, darse cuenta de que, como madres, en el caso particular de la autora, esas pérdidas también nos pueden pasar, que todos somos vulnerables, que nos puede suceder. Los paralelismos hacen hallar comuniones, reflejos, miedos, toda dolencia. Todo es circular. Pero hay que decirnos que todo pasa. Porque (esto) es lo que inventa el amor: prometerle al otro esto se pasa. Sin garantías, con las puras ganas de que sea cierto.

Pensé en la cantidad de estrenos que la memoria desdibuja para que la vida ande

Apenas termino de leer este libro, ya no por primera sino por segunda ocasión y no dejo de suspirar y pensar en la cercanía de todo lo que habla. En cómo es posible que algo así de lejano venga a gritarme en la cara que alguien comprende algo que he sentido, aquello que de pronto todavía viene a visitarme. Y no sólo eso: encima lo puso en palabras y publicó un libro (y atino o no a pensar que quiero escribir sobre él y es exactamente lo que acabo de hacer). Es que resuena en mí un enunciado que me heló la sangre, y que quizás a usted, lectora, esto no diga nada porque no es yo, y es que tan sólo dice esto: “Porque con Pablo estábamos perplejos, porque nadie atinó a nada”. Y es que es así, porque claro, me digo: cuando I. se quitó la vida y asististe al entierro tampoco nadie atinó a nada. Sólo pensamos todos, quiero creer, que era demasiado pronto. Pero es que siempre lo es. Entonces me doy cuenta lo mucho que esto me atraviesa, y en tantos niveles. (Y no, es que no me interesa compararme con la autora ni establecer una competencia de pesares, sino que todo funciona desde aquí: la literatura sirve para comprender-se, establecer lazos, rearmar aquello nuestro ininteligible.) Me doy cuenta, también, de este mundo nuevo, de la apertura de este escrito a ver la pérdida, esa pérdida desde otro espacio. Esta es una vida nueva. Y entendí la obviedad: no hay buen momento. Claro que sí, abuela. Tan temprano. Qué injusto todo.

Tan temprano, Florencia Gattari, Vinilo Editora, Argentina, 2022, 80 pp.

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