En 1975, en un pequeño restaurante en Estocolmo, Julio Scherer García entrevistaba a la actriz Bibi Andersson, una de las grandes musas de Ingmar Bergman. Al cuestionarla el periodista sobre las complejidades del trabajo entre ella y el cineasta, Bibi se sinceraba: “Esta relación crea limitaciones y deslumbramientos. Hay épocas en que el trato es convencional, aburrido, artificial hasta la congelación de la sangre. Pero de pronto la tierra cruje y se abre. El director tiene la necesidad de asombrar a su intérprete o no la retiene, y la actriz ha de sorprender a su director o éste acabará por irse”.
Actuar es pasión, es encanto, es el privilegio de representar la realidad. Para Tatiana del Real, este arte comenzó como un juego y se convirtió en su vida. A la talentosa joven mexicana la hemos visto crecer entre la televisión, el teatro y el cine, en una búsqueda constante de sorprender y descubrir, de pronto, ese crujido en la tierra desde donde germina la magia de una actuación poderosa.
Si Persona (1966) de Bergman le permitió a Bibi Andersson abrir los ojos a una realidad extraña, revelando que la identidad es tierra firme dentro de uno mismo, en Tatiana del Real la contienda del “yo” persona y el “yo” actriz revienta en la amalgama de preparación y experiencia que inyecta a cada uno de sus personajes. En este curioso engranaje de identidades, ambas multifacéticas actrices han ido de las tablas a los sets esparciendo capacidad y poder femenino. Mientras Andersson lamentablemente falleció en 2019, para Tatiana el futuro luce promisorio, envuelta en su ingenio desbordante, aterciopelada belleza y cándida mirada.
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Tatiana, a los cuatro años debutas en el teatro interpretando a Caperucita Roja. ¿Siempre supiste que serías actriz?
Mi historia es muy peculiar: soy la menor de cuatro hermanos y la única mujer; diría mi madre “la princesa del hogar”. Mis hermanos iban a futbol y mi madre decidió meterme a una academia de baile, actuación y canto para desarrollar mi lado más sensible, humano y artístico. En cuanto pisé el salón de actuación me enamoré y no quise parar. Así que gracias a mi madre descubrí mi más grande pasión.
¿Qué detona tu incursión en el arte, en la actuación, la representación de la realidad?
Fue ese accidente precioso y asertivo de mi mamá el que hizo darme cuenta de que disfrutaba mucho vivir la piel de otros. De chiquita lo entendía como “jugar a ser alguien más” y me encantaba tocar mundos extraordinarios que no fuera el mío. Conforme fui creciendo surgió en mi la necesidad de contar historias importantes para la sociedad, ser parte de algo más grande que solo “jugar”.
Escuché que la maestra Rocío Belmont te dijo que para ser buena actriz, lo que se debe hacer es vivir, experimentar, viajar. El arte escénico requiere entonces de nutrirse de la vida misma. ¿Cómo te preparas antes de filmar una escena o salir al escenario?
Mi “yo” persona ha procurado vivir, conocer, compartir, preguntar, observar, para poder tener más idea cuando interpreto a un personaje. Mi “yo” actriz procura estar en constante entrenamiento, cursos, diplomados. Tengo varios rituales y formas, todo depende del personaje. Como actor tienes que tener una cajita de Pandora con muchas cosas aprendidas para que en cuanto llegue el momento, saques de esa caja lo que te funciona para el personaje que vas a interpretar.
Pero algo que siempre hago antes de entrar en acción es calentar mi cuerpo y ocupar mi mente en otra cosa. Un actor relajado siempre está a disposición del otro, listo para escuchar y fluir.
Has transitado entre el teatro, la televisión y el cine. ¿Es compleja la transición de un medio a otro?
Es muy complejo y difícil, son lenguajes completamente diferentes, me costó años entenderlo y poder dar el salto, también porque la industria es a veces tan cerrada que no te permite transitar tan fácil. Yo siempre he creído que no hay “actor de cine”, “actor de teatro”, “actor de televisión”, en el mundo existen actores y por lo mismo hay que estar preparado para todo. Un actor actúa en donde sea.
¿Qué diferencias encuentras en cada espacio y cuál de los tres disfrutas más?
La televisión es auditiva. El cine es visual. El teatro es presente. Amo hacer las tres. He aprendido muchísimo de cada una, aunque ahora sin duda quisiera hacer mucho cine, no nada más para los demás, sino también poder gestionar mis propios proyectos, tener voz propia y poder crearme los personajes de mis sueños.
Se cumplen 10 años del estreno de Gloria (2014) del director Christian Keller, sin duda una película que es parteaguas en tu carrera. Platícame un poco cómo fue el trabajo en el set, en la construcción del personaje y la experiencia de estar nominada al Ariel.
Gloria fue y siempre será mi proyecto soñado, hicimos familia, equipo, cada día en el set era muy gozoso, el director siempre nos llevó de la mano y sacó sin duda lo mejor de nosotros. La construcción de personaje es compleja en este caso ya que estamos hablando de una persona real, que existe, que es. No tuve mucha información más que la que encontré en revistas, internet, periódicos. Mi intención fue mezclar lo que investigué, con un poco de imaginación y sin duda mi esencia. Espero se haya notado.
Estar nominada al Ariel es algo que nunca me esperé. Hay pocos momentos en la vida que tienes para detenerte y abrazar lo que has logrado, y cuando supe de la nominación me detuve y pensé: Mira lo que has logrado, siéntete orgullosa. A partir de ahí entendí que nada es imposible y que trabajando tengo todo para lograr lo que me proponga.
Interpretar a personalidades vivas como Mary Boquitas en Gloria o Alejandra Guzmán en Luis Miguel: la serie (2018-2021) debe ser muy desafiante, pero me parece que eres una actriz que le gustan los retos.
Me encantan los retos, me desafía como actriz y persona. Son personajes que me encantó interpretar y que hice todo lo que estuvo en mis manos para no hacer solamente una copia o imitación, sino algo mucho más real.
¿Con qué directores o directoras te gustaría trabajar en próximos proyectos?
Un director que admiro profundamente es Samuel Kishi, director de Somos mar y pepa, Los lobos. Es sensible, honesto, real. Me encantaría poder trabajar un día con él. Por supuesto Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñárritu. Y si me pongo muy soñadora con Damien Chazelle, Christopher Nolan, Martin Scorsese.
¿Actores o actrices con los que te ilusiona compartir escena?
He tenido la fortuna de trabajar con actores que admiro profundamente como Arcelia Ramírez, Dolores Heredia, Fernando Luján (QEPD), Héctor Bonilla (QEPD), Marco Pérez. Me encantaría trabajar con Marina de Tavira, Adriana Barraza… estoy próxima a trabajar con Luis Felipe Tovar y me emociona mucho, Irene Azuela, entre otros. Admiro mucho al talento español o argentino, me encantaría compartir escena con ellos.
Descubro en tu filmografía varios cortometrajes, algunos tremendos como La Luz Dividida (2020) (premio como mejor actriz en el ALDER International ShortFilm Festival de Chicago), Los retratos de Simone (2017) o Ecos de Mí (2022).¿Encuentras interesante el espacio? ¿Qué te atrae del formato? ¿Te gusta trabajar con cineastas debutantes?
Hacer cine es mi pasión, si puedo hacer cortometrajes, mediometrajes y películas constantemente, ¿por qué no lo haría? Además, las personas que hacen cortometrajes son estudiantes de cine, nuestros próximos cineastas, nuestros próximos Del Toro. Imagínate decir “YO TRABAJÉ CON ÉL” y sigo trabajando con él. Para mí es un honor y privilegio.
Eres una mujer emprendedora y además, multifacética en el set. Recientemente has incursionado también en la producción. ¿Qué otras actividades te interesan en la creación artística? ¿La música, el diseño de arte, el vestuario, quizá escribir un guion?
Me gusta mucho resolver, la producción me encanta, al igual que el diseño de vestuario. Apenas estoy empezando a escribir, llevo ya un cortometraje y estoy escribiendo el primer largo en conjunto con una colega tremendamente talentosa.
¿Qué películas, libros o artistas te apasionan? ¿A qué obras regresas constantemente?
Películas mexicanas hay muchas: Amores perros (2000), Perfume de violetas (2001), Los lobos (2019), Las hijas de abril (2017), Cosas imposibles (2021), Güeros (2014), Huesera (2022), Soy lo que nunca fui (2023), Ya no estoy aquí (2019), La camarista (2018), entre muchas otras.
Obras maestras como Revolutionary road (2008), La vie en rose (2007), La la land (2016), Carol (2015), El padrino (1972), Las horas (2002), Big fish (2003), Los puentes de Madison (1995).
Ahorita estoy leyendo un libro de guionismo precisamente: El guion, de Robert McKee, pero leo de todo, desde superación personal hasta un buen libro de fantasía.
Actrices que me apasionan hay muchas, pero mis favoritas son Meryl Streep, Marion Cotillard, Cate Blanchett. Y actores: Anthony Hopkins, Leonardo DiCaprio, Joaquin Phoenix, Robert De Niro, Mathew McConaughey, entre otros.
Pintores como Van Gogh, Frida Kahlo, Dalí, Botticelli.
¿Cuáles son las influencias que te definen cuando te desenvuelves en el escenario y frente a la cámara?
Más allá de las influencias que podrían definirme como actriz creo que siempre busco contar lo real, lo honesto, lo ingenuo. Estar en el aquí y el ahora. Hacerme caso sin intentar imitar un estilo.
Además de la serie Lotería del crimen (2022-2024) y el próximo estreno de Masacre en Teques (2023), en qué otros proyectos estás trabajando actualmente? ¿Qué viene para ti?
Está próxima a estrenarse una serie en Netflix que se llama Las hermanas Guerra y empiezo a filmar una peli que estoy segura de que les va a encantar. También estoy por grabar un cortometraje que nació en conjunto con dos colegas, hemos trabajado en él un año y por fin tenemos los medios para hacerlo.
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Regreso a Scherer y Andersson.
Bibi Andersson pregunta:
– ¿Qué es para usted la vivencia artística?
-Una conmoción.
-Sí, creo que sí. Muchas personas tienen los sentidos muy limitados y son atraídas sólo por estímulos raquíticos. El arte es una manera de hacer que el hombre crezca más allá de sí mismo, que se rebase hasta no darse alcance jamás.
El arte, como poderoso bálsamo para una sociedad apaleada por la violencia insaciable. En un mundo siempre provisto de mujeres fuertes por doquier, siguen siendo necesarias voces como la de Tatiana del Real, que exhorta a niños y jóvenes a convertirse en artistas imbatibles, fuertes, invariablemente ante la adversidad.
De aquel debut en cine con la película Tres caminos (2008), pasando por la locura súbita de Carretera 15 (2022) hasta la metaficción/slasher Masacre en Teques, has experimentado una evolución constante. Tatiana, ¿qué les dices a esas niñas que te ven como un ejemplo a seguir y sueñan con ser actrices algún día?
Que persigan su sueño, que todo es posible por más difícil que parezca, que nos van a decir muchas veces que “no”, pero si realmente es lo que amas hacer, la satisfacción que sientes cada segundo en un escenario o proyecto es indescriptible. Que no escuchen a la gente, que estudien, se enfoquen y nunca dejen de disfrutar ni los castings, ni los proyectos, ni cada personaje. Que la vida es muy corta como para vivir dormido en la zona de confort. Que aprendan más cosas para poder gestionar sus propios proyectos y, sobre todo, vuélvanse imparables.