La ruda (ruta chalepensis), es un arbusto aromático del Mediterráneo y Asia Menor, con presencia también en Sudamérica. Se trata de una planta con diversas propiedades culinarias y medicinales, utilizada con fines de tratamiento para el dolor de oídos, cabeza y músculos, así como para estimular el apetito. Sin embargo, esta exótica hierba es célebre por una ambivalencia en particular: por una lado, se usa como remedio en algunos padecimientos ginecológicos y, por otro, se piensa que puede ser abortivo, provocador de un efecto embriotóxico.
Té de Ruda (2024), el cortometraje de la cineasta mexicana Jennifer Remba, ahonda en esta polémica infusión, usada desde tiempos ancestrales, para presentarla como un instrumento que rompe con el abuso sufrido por una mujer, atrapada en un matrimonio violento. Remba ha dicho que el corto es una especie de venganza sin violencia, una catarsis ante el maltrato que ella misma padeció en una relación del pasado. El objetivo es levantar la voz sobre la violencia de género y demostrar que las mujeres pueden salir de los ciclos de abuso exhibidos en relaciones tóxicas.
México, 1910. Isabel (Carla Enciso) huye a caballo de los gritos de su violento marido, el General Funes (Ramón Medina). Son los tiempos de la revolución mexicana. La joven se aísla dentro de una hacienda abandonada para provocarse un aborto, tomando té de ruda. Mientras el exaltado hombre se acerca al escondite de su esposa, ella descubre que la ira y la impotencia contenidas en su cuerpo, van mutando en una bestia que exige salir y cobrar revancha. Cuando la pareja se reencuentra, el apoteósico clímax sucederá entre sangre y confusión, con una frase que resume el mensaje central del filme: “te dije que no quería”.
Y después, la luz y el agua que purifica. Isabel, envuelta en el blanco de la esperanza, comienza una vida nueva, liberada del yugo patriarcal. La joven, más bella y viva que nunca, sube a su caballo y se pierde en el horizonte, de forma tranquila, contrastando con el vertiginoso y violento arranque del corto. Todo es cíclico, la diferencia son las decisiones que se toman en el trayecto. Mientras la pantalla se funde a negros, surge la promesa de un fresco comienzo para Isabel, una analogía sobre el nuevo comenzar para miles de mujeres que un día, deciden terminar con vínculos nocivos que las lastiman.
Filmado en la Hacienda de Villa de Tezontepec, en el Estado de Hidalgo, Té de Ruda se ha presentado con éxito en diversos festivales internacionales, como Ischia Global Festival, el Festival Internacional de Cine Tlaxcala y STUFF MX Film Festival, cosechando premios a la mejor dirección en el Severed Limbs16 en Atlanta, y reconocimientos al mejor guion en el Feratum Film Fest y en el Festival de cine de Tamaulipas. El cortometraje, será parte de la selección de Macabro, Festival Internacional de Cine de Horror, próximo a realizarse entre el 22 de agosto y el 1 de septiembre de 2024, además de proyectarse el 31 de agosto en el centro cultural Los Pinos.
Jennifer Remba no solo dirige Té de Ruda, también fungió como productora y guionista del corto; ella es Maestra en cine por la Universidad Iberoamericana, además de fundadora de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Hidalgo A.C., con una impresionante labor docente y de gestión cultural. Ha dirigido y producido varios cortos, algunos de corte experimental. Té de Ruda es, sin duda, su proyecto más personal, parte de una investigación sobre la violencia contra las mujeres y las formas para erradicarla, tarea que desembocó en su tesis de maestría. La cineasta también pensó en sus abuelas al escribir el guion, reflexionando sobre la forma en que las mujeres eran violentadas en la época de la revolución.
El terror y desconcierto que transmite la cámara de la directora de fotografía Montse Roma hace de Té de Ruda una película inquietante y lírica, donde se irán revelando los efectos fantásticos de la infusión detonante del caos y el desquite. El manejo de la luz de la cinefotógrafa surge radiante: va de la oscuridad al brillo, del horror a la paz. El corto, de 15 minutos de duración, se siente terroso y húmedo, resultante también del minucioso trabajo de Elizabeth Gil, encargada de la dirección de arte. Atención también al turbador manejo del sonido directo y la belleza de la música de Alfonso Santillán, elementos coherentes con el espíritu siniestro del corto.
De esencia feminista, Té de Ruda es un ejercicio fílmico necesario, realizado por manos talentosas que lanzan un grito de guerra a un país que no deja de menospreciar, golpear, matar y desaparecer a sus mujeres todos los días. La violencia de género, un tema dolorosamente actual, se ha abordado desde diversas miradas, (Noche de fuego (Tatiana Huezo, 2021) o La habitación (Lenny Abrahamson, 2015)); no obstante, Té de Ruda trasciende por su incisivo mensaje sobre la capacidad de cualquier mujer para quebrar las relaciones de abuso y nunca más, quedarse calladas o relegadas en la sombra.