Volver a ser

Esbozar la sonrisa. Darle esperanza a la esperanza para que vuelva a surgir. Volver a creer y a recuperar. Volver.

Hay fechas tan jodidas que son complicadas de olvidar. Hay otras que es necesario googlear para conocer con exactitud. 26 de mayo de 2013; 6 de diciembre de 2020. ¿Qué más da? Los extremos de la maldita frustración.

Walter Saavedra se hizo famoso por escribir en ‘Nunca Jamás’: Cómo vas a saber lo que es llorar / si jamás perdiste un partido sobre la hora. Y Quique Wolff lo hizo más famoso con su interpretación. El arte sabe poco de números, pero los tres primeros resultados de Youtube cuando buscas “nunca jamás quique wolff” muestran dos videos, uno con casi medio millón de vistas y otro con 2.3 millones. El cómo por encima del quién.

La risa -aunque no lo digan Saavedra, ni Wolff ni nadie que yo conozca (aunque a ellos tampoco los conozco más allá del nombre y de Simplemente Fútbol)- es una de las respuestas más naturales a un taquito alrededor del minuto 1 de un partido. No importa que no veas otro. Te ríes igual por la mezcla tan linda de incredulidad, ilusión y picardía que te genera de inmediato.

Hace cuatro meses y dos días que no hacía el esfuerzo de ilusionarme. Tardé más en darle la primera segunda oportunidad a la pelotita que a la única relación sexoafectiva de la que formé parte. Quiero más a la pelota y -contradiciendo al cínico Guasón- no estoy harto de fingir que no.

Un empate sin goles no es una buena razón para volver a “la recuperación semanal” de la parte de la infancia (gracias, querido y desconocido Javier Marías; no te ofendas por la gambeta que le hice a tu frase) que me gusta recordar y de la que puedo hablar con quien sea. El Araña atajando un disparo facilito en vez de comerse un gol que le pasó al lado de la pierna por su extraordinaria falta de reflejos. Maravillosa razón para escribir en vez de jugar.

Con el 0-0, la desesperanza va ganando en el global, aunque la sensación es de que esta vez la alegría no va perdiendo, por ausente que parezca. De alguna manera estás esperando el error tonto o el desvío absurdo que signifique que otra vez no vas a sonreír acabando el juego. El pesimismo como antídoto contra la decepción.

Después de 90 minutos esa es la sensación. Va, al menos no voy a tener demasiados motivos para anular la producción de serotonina, dopamina y todas las ‘inas’ positivas y naturalmente -como dice el Tuca- posibles. 

El 0-0 sabe a 0-0 aunque el árbitro te regale un penalti en el tiempo de compensación y en realidad sea 0-1.

Gritar el gol casi igual que hace cuatro meses y cinco días. Casi. Casi porque sabe a obsequio y no tanto a merecimiento. Casi como el orgasmo después de la masturbación. Casi, forzado. Casi. 

Esbozar la sonrisa. Darle esperanza a la esperanza para que vuelva a surgir. Ponerle un poquitito de leña al fuego que parecía apagado. Volver a creer y a recuperar. Volver.

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