Sobre atmósferas específicas: conversando con José Bernal

La lectura de la novela Vas a hacerlos bailar propició una suerte de interrogatorio a larga distancia con el autor.

Desde hace tiempo José Bernal y yo nos conocemos. Es extraño, ya que por lo general suele haber una división implícita entre prosa y poesía. Sin embargo, acá andamos rompiendo esquemas. Ahora que publicó su novela: Vas a hacerlos bailar, en la Editorial Gato Blanco, he decidido charlar con él. 

La dinámica, por otra parte, es sumamente interesante. Dadas las condiciones de la pandemia y de mi asma, he decidido mandarle unas cuatro preguntas. Y él, por su parte, las responderá a distancia. Recordando un poco aquel ejercicio que hiciera el dramaturgo checo Václav Havel con Karel Hvížďala, para el libro Dálkový výslech, que en su traducción al inglés fue publicado bajo el titulo Disturbing the Peace. Pero, que en una aproximación libre al español, podríamos traducirlo como: “Interrogatorio a larga distancia”.

Justo ahora que releía tu novela, recordé nuestra charla en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Por ese entonces me platicabas de regreso a la Ciudad de México la idea que tenías en mente sobre una nueva historia. A tres años de aquello, cómo sientes que fue el proceso creativo. Es decir, ¿sigues siendo fiel a lo que pensabas en el 2017, o cambio significativamente tu acercamiento al texto?

Recuerdo muy bien esa charla, incluso recuerdo algunos pasajes textuales. Te mencioné haberme cuestionado el iniciar una novela con tintes políticos y, sobre todo, si debía situar la historia en México. En ese momento apenas se había incubado una idea en mi cabeza, muy poco desarrollada. Si no mal recuerdo, no había escrito absolutamente nada. 

Durante todo el 2018 prácticamente abandoné el proyecto, pero en 2019 renació de las cenizas. Seguí trabajando en una especie de proto-estructura, y poco a poco fue tomando una forma más concisa. Creo que la idea inicial, aquella sobre la que hablamos durante ese viaje, se mantuvo bastante fiel a su propia esencia hasta el final.

Siento que Abubilla tiene esa atmósfera de Yoknapatawpha o de O’ Connor, pueblo mítico donde transcurre la historia de La noche de la Usina de Eduardo Sacheri. Como escritor, ¿qué me puedes decir sobre las razones que tuviste, para situar tu historia en esta geografía especifica?

Fue una de las decisiones claves, quería más libertad literaria, así que decidí salir de México, situé la historia en un país ficticio, sin pretender crear un nuevo universo, simplemente quería evitar que el lector señalara tal o cual personaje, con alguno de la vida real. Lo mismo con el pueblo, quería evitar que se le relacionara con alguno en específico del territorio nacional. Abubilla es la localidad más importante de la novela y busqué que tuviera su propio carácter, incluso su propia voluntad. Es ahí donde creo que la historia comienza a volverse interesante, cuando se comienzan a mezclar de manera homogénea los hechos “reales” en la trama con otros hechos que suceden –pareciera–, en otro plano, una especie de Upside Down. El hospital Salvador Guerra, situado en Abubilla, y los demonios bailarines son la prueba más fehaciente de que en esta novela pasan cosas que no necesariamente responden a las leyes lógicas del universo. 

Evidentemente, te tengo que preguntar sobre la construcción de Alejandro Artigas, cuéntame: ¿cómo fue el estudio y el desarrollo del personaje?

Antes de construir a Artigas (protagonista de la novela), me dejé llevar por aquel rumor que circuló en el aire de que el expresidente Peña Nieto sufría cáncer o alguna enfermedad terminal. Aquella imagen fue el punto de partida para Vas a hacerlos bailar. La base del personaje fue la de crear una especie de monstruo político, ultrajante y con un poder casi ilimitado. En el documental de Metallica Some Kind of Monster (2004), dirigido por Joe Berlinger y Bruce Sinofsky, se muestran los procesos de audiciones para elegir al nuevo bajista de la banda. Tras las sesiones de varios candidatos, la banda se reúne para discutir la decisión final. Les resulta complicado porque cada candidato presentó habilidades únicas y diferentes. Es entonces cuando Lars Ulrich (baterista de Metallica) menciona que le gustaría fusionar las mejores virtudes de cada uno y crear un Some Kind of Monster, expresión que da título al documental. Algo parecido sentí al crear a Alejandro Artigas, una mezcla de lo peor de cada uno de los políticos que han desfilado en altos puestos de nuestro país. El resultado, claro está, es un personaje plagado de antivalores, pero, finalmente, muy parecido a los políticos latinoamericanos. 

Últimamente, he estado dedicado más a escribir poesía en ladino que a escribir literatura de corte político. Por eso, me gustaría preguntarte: ¿cuál es el motivo por el que decidiste contar una historia bajo este esquema y de dónde surgió la idea?

Es una muy buena pregunta. Escuché decir a Jaime Mesa que lo relevante no siempre son nuestras razones para dedicarnos a escribir una historia. Más allá de nuestras inquietudes y ambiciones como autores, quien debe tener la necesidad de sacar a la luz una novela es el propio narrador. Como no creo que Artigas pudiera tener un interés genuino en contar esta parte de su vida, decidí una voz de narrador omnisciente, quien estoy seguro no pretende realizar un juicio sobre los personajes, sino exponer todo lo que acontece en este país ficticio y, sobre todo, en el pueblo de Abubilla. 

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