2003

La felicidad debía ser algo más…

En el cine nos callaban, porque hablábamos sobre las diferencias de la película con el libro. Durante las tardes, bajaba desde mi departamento en el quinto piso, para marcarte por un teléfono público que a veces no funcionaba. Conversábamos sobre todo, pero más que eso nos conocíamos.

Me encantaba tu amor por Nirvana y tu indiferencia a la moda de nuestra época. Yo era públicamente un devoto del fútbol, aunque secretamente escribía poemas. Uno no se supone que deba hacer eso en la secundaria, pensaba, pero estaba equivocado. Quizá es allí donde se origina la poesía, quizá es allí donde la fogata se enciende; al otro día tenía que entregar las innumerables tareas que me dejaban en Física, pero aprovechaba la noche para escribirte los únicos versos de amor que he escrito.

Después, quise a los números como si fueran palabras, pero en aquel tiempo no encontraba ninguna razón para estudiar. No te contaba de mis problemas, no había razón, la felicidad debía ser algo más. 

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