Juan Urueta

De la náusea y del fango

Trató de captarlo todo con los ojos, pero un par de lágrimas se lo impidieron. Darío encendió un cigarrillo. Juan movía la cabeza al ritmo del sucio rock que sonaba más fuerte que todas las sirenas que se lamentaban por la ciudad. El Volkswagen avanzó deprisa cuesta abajo sobre la pronunciada avenida, hacia la noche.