Babosada y media sobre cine (XVI)

La decimosexta Babosada sobre cine arriba tras una jornada de supuesto descanso impuesta por las labores de Zona Maco. Retomamos con el grito desaforado de Enrique Bunbury: amanece tan pronto / y yo estoy tan solo. Una cruda cualquiera. Luego, otra comedia mexicana: no aprendemos, el masoquismo en forma de chistes malos y paisajes vintage me seduce. El punto extra vale la pena: Jake Gyllenhaal es el actor que merecemos, de ira contenida y gesto indescifrable. Dieciséis toneladas, diría Alberto Vázquez. Dieciséis toneladas de barro baboso.

Héroes: Silencio y rock and roll (Alexis Morante, 2021)

Qué documental más doloroso, cuando menos. El ascenso y caída de los Héroes del Silencio: la banda donde se originó y forjó esa suerte de grandilocuencia vocal y escénica que hoy sobrevive en los escenarios de cada Vive Latino (extraño los conciertos: extraño hasta los conciertos de Bunbury). Se plantea una cosa fundamental: Bunbury es un tipo que no puede no ser el centro de atención y no estar bajo el foco todo el tiempo, pero si la música de los Héroes no se asemeja demasiado a la que después haría como solista es porque el sonido dependió siempre más del guitarrista, Luis Valdivia, lo cual genera un interesante contrapeso en la carrera de Enrique. Sea como sea, el único punto débil del documental es esa inentendible moralina bajo la cual parecen conducirse todos los grupos de rock al revisitar su historia: cero drogas, cero alcohol, cero todo, al menos ante la posibilidad -obviedad, se diría- de ubicarlos como piedra angular del proyecto. Son elementos fundamentales que no pueden hacerse pasar por esporádicos. Lo mismo hizo Queen cuando mostró a Freddie Mercury perdiendo la compostura con tres cervezas en Bohemian Rhapsody, cuando se sabe que contrataba enanos a los que les amarraba en la cabeza bandejas atiborradas de cocaína. Lo mismo hizo Motley Crue cuando descafeinó The Dirt. El rock sin discurso transgresor es ruido, no mamen.

Dime Cuando Tú (Gerardo Gatica, 2020)

Comedia mexicana contemporánea. Ajúa. Otra más en la retahíla de proyectos ambientados en la Roma-Condesa (o en el Centro, entendiéndolo como una extensión de las dos colonias antes mencionadas). Leía el otro día una entrevista a la escritora feminista Coral Herrera, donde decía que sufrir por amor es un privilegio de clase. Luego uno encuentra esta película y puede partirse de risa por lo cierto que es. Tengo mucho miedo de que este tipo de proyectos generen una conversación donde planteemos que Manolo Caro ha generado escuela, cuando todas las películas son iguales. Acá, por lo menos, Ximena Romo y Jesús Zavala fungen como protagonistas y en cierto modo son también un soplo de oxígeno. Héctor Bonilla sale como actor de reparto y se lleva la película en los ¿cinco? ¿diez? minutos que sale a cuadro. En la película no sucede nada que no hayamos visto ya, pero se vende como comedia romántica algo a lo que, como bien leí en la entrada de Letterboxd de Dan Campos, no queda muy claro si le hace falta romance o comedia, pero en todo caso le hace falta algo. O todo. Estas tomas largas de los amantes separados mirando el infinito por la ventana déjenselo a Friends, con Ross, Rachel y With Or Without You. Película mejor que algunas, peor que muchas.

Animales Nocturnos (Tom Ford, 2016)

Qué bonito momento para volver a citar a Bunbury: he oído que la noche es toda magia. Bueno, no, mal chiste. Qué cosa más padre para explicar la capacidad de un artefacto narrativo -libro, pues, carajo- para interpelar, golpear y aglomerar, en sí mismo, veinte mil elementos que explican a su autor. El arte aspira a ser lo que machaca una y otra vez a Amy Adams durante la película (matizado, quizá, por el hecho de que ella conozca al autor y se encuentre a sí misma en las páginas, pero sin que esto sea un punto trascendental). Al final, me parece maravilloso que el Jake Gyllenhaal actual, creador de la obra, no aparezca; lo “vemos” como una mano invisible que delimita las dos horas sin que jamás consigamos ponerle cara (solamente lo intuimos a través de su versión joven, desesperada, y a través del personaje ficticio, Tony). Qué ganas de saber en qué voz hubiese estado escrito ese pinche libro. Qué buen thriller y qué buenos actores. Qué buenos son los libros que lo inquietan a uno, y qué bueno que exista una película capaz de plasmarlo.

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