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Editorial

Clubhouse, la nueva red de voces

La voz. Algo único en cada ser humano. La voz que quiere ser escuchada. Una sala donde participan diferentes personas, se habla de un tema y el único vehículo conductor es la voz. Así es la nueva red social que causa sensación, Clubhouse.

La voz. Algo único en cada ser humano. La voz que quiere ser escuchada. Una sala donde participan diferentes personas, se habla de un tema y el único vehículo conductor es la voz. Así es la nueva red social que causa sensación, Clubhouse. En ella no se puede compartir ni fotografías, ni mensajes, ni vídeos, únicamente se utiliza el audio. Tampoco puedes reaccionar con likes y no puedes dejar un emoticono. 

El nuevo medio social, creado por Paul Davison y Rohan Seth, se lanzó en abril de 2020 por Alpha Exploration Co. Sin embargo, la app que se popularizó durante el confinamiento en Estados Unidos, empezó a cobrar fama mundialmente a comienzos de año debido a la alta cotización en bolsa, que alcanzó los 1.000 millones de dólares estadounidenses.  

Para entender mejor qué se espera de esta nueva red social, se consultó al doctor, profesor universitario y director del máster en Innovación en Periodismo de la Universidad Miguel Hernández, Miguel Carvajal, para entender qué puede ofrecer esta nueva plataforma a la sociedad y al periodismo.

Clubhouse, la nueva red social en formato oral en la que se crean salas de discusión donde aparece un moderador con sus ponentes y un público, que puede participar. Parece un podcast pero, en este medio social, los radioyentes pueden intervenir inmediatamente. ¿Cuál será su función para el periodismo? ¿Se impondrá al podcast?

Cada nuevo canal, como cada nueva especie, suele provocar un gran revuelo en el ecosistema. La aplicación acaba de nacer, no se va a imponer a nadie. Lo único que hará es transformar la manera de comportarse de las demás especies del ecosistema que, quizá, tendrán que adaptarse en el futuro, pero aún no lo sabemos. Los datos de consumo son ínfimos, la incidencia es irrisoria si la comparamos con el resto de formatos de audio. La gran novedad de esta nueva aplicación es su capacidad de generar interacción entre la comunidad del audio y, al mismo tiempo, se produce una vuelta retrospectiva al formato efímero de la radio: si no estás cuando se produce, no lo escuchas. 

El uso de esta red social, de momento, es totalmente exclusiva y sólo pueden entrar aquellos que entran con invitación y tengan un Iphone, Ipad o Ipod Touch. Sus creadores afirmaron que dentro de poco estará para Android. ¿Supone alguna ventaja o desventaja la exclusividad?

Es un factor que genera atracción entre algunos consumidores, como dicen los anglosajones, especialmente entre early adopters, que sienten esa exclusividad como algo relevante. En ese sentido, es un factor de marketing que ayuda a posicionar a los más influyentes en la aplicación y, con el tiempo, estos serán prescriptores de otros más rezagados. Así consiguen que otros se apunten porque los “influyentes” ya están ahí. 

En el año 2011, Ignacio Ramonet explicaba que la información ya no circula en un solo sentido “vertical”, ya que ahora existe un intercambio directo por lo que entraría dentro del marco “horizontal” o “circular”; en resumen, las redes sociales. En Clubhouse, el usuario tiene el poder de participar de manera inmediata, ¿cómo cree que puede ayudar en el ejercicio periodístico? 

De ninguna manera especial. Esto ya ocurre en el resto de redes sociales. Clubhouse es simplemente una mayor democratización del audio. Más bien, es una mayor apariencia de participación, porque facilita la observación del grupo y otorga un carácter valioso al encuentro efímero en torno a un grupo de conversadores. Pero este tipo de encuentros ya lo pueden hacer los usuarios donde quiera que vayan, en cualquier red social.

Siguiendo por la misma línea donde se centra el foco en el público, ¿estamos ante la nueva ágora del s. XXI?

No, ¿seguimos para bingo con los clichés de las nuevas plataformas sociales? Por supuesto que es jugosa, es llamativa y tiene componentes muy innovadores. Pero no es la nueva ágora. Un ágora es algo nuclear en un sistema público: ahora mismo en Clubhouse hay mucho esnobismo. Esto que digo no es para restarle relevancia: es para que midamos el tipo de lenguaje que usamos con cada nueva tecnología. Es una tecnología (sala de audios compartidos, efímeros) que tarde o temprano imitarán otras plataformas y podremos verla en Whatsapp o en Instagram. 

Una de las características más destacables es que, después de que una sala se cierre, no queda constancia alguna de que ha existido. ¿Qué puede suponer este hecho?

Un incentivo para no perdérselo. Puro marketing. Es como otro tipo de recursos tecnológicos de otras plataformas, que buscan que pases tiempo en ellas. Para el usuario la ventaja es la supuesta protección ante lo dicho.

6.- En cuanto a los temas que se tratan, la periodista Olivia Smith advirtió en GritDaily que en Clubhouse: “No hay forma de probar que alguien haya dicho algo controvertido”, por lo que no queda registrado lo que se ha dicho y pueden generarse un espacio de bulos. ¿Deberían los fact-checkers crear algún sistema para cuidar el entorno?  

Como Telegram o WhatsApp, pero con menos controles todavía. Seguro que habrá un sistema, mediante IA, que rastree el lenguaje usado en la plataforma para conocer datos sobre los usuarios. No será difícil añadir una capa más de control anti-desinformación, pero dudo de su eficacia real. Aquí no hay forma de rastrear enlaces o capturas de pantalla, ese audio se lo llevan los bits. Sólo queda confiar en una suerte de IA -que dudo mucho de su eficacia- y respeto a la libertad de expresión, capaz de monitorizar en tiempo real miles de conversaciones.

Sin embargo, en muchas salas puede existir un clima que traten temas controvertidos por lo que los creadores no se manifiestan ni ponen límites. El caso de la periodista del New York Times, Taylor Lorenz, que sufrió acoso en una de las salas por el hecho de ser periodista, ¿debería crear unas políticas como tienen otras redes sociales?

Sí, creo que sí, siempre que no vulnere el derecho a la libertad de expresión.

Tras el éxito de esta exclusiva red social, otros medios intentaron adaptarse como es el caso de Twitter añadiendo la función de las notas de voz (140 segundos), o en sus fleets (historias) se puede crear una sala donde conversar de un tema. ¿Es un nuevo espacio de debate o es, simplemente, un medio más para usar un altavoz mediático?

Es una plataforma más. Habrá que ver cómo es su implantación en el medio plazo. De momento, sólo sabemos que se ha lanzado con mucho ruido y éxito rápido. Pero puede acabar siendo ignorada, comprada, transformada o desaparecida. Hace unos años, Snapchat era ‘la bomba’, y ahora está en declive entre el público juvenil.

Analizando otras redes sociales, en Twitter, los tweets sólo pueden ser de 280 caracteres; o en TikTok, donde los vídeos tienen una duración máxima de un minuto; o, incluso, recordando el famoso medio social Vine, que eran vídeos de 3 a 5 segundos de duración. En resumen, la sociedad vive en la inmediatez y la captación de atención es mínima. ¿Cómo puede esta red social captar a las personas en charlas de larga de duración? ¿Es por el fenómeno altavoz? (Es decir, las personas anónimas tienen el poder de ser escuchadas). 

No tengo datos de uso de la plataforma. Pero su éxito es una combinación de estrategia de marketing, auge del audio en esta sociedad postpandémica, y auge del multitasking y de los auriculares inalámbricos.

Por Alba Otero

Periodista. Observar, escuchar y reflexionar, mi mantra periodístico.

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