Las protestas duran hace días. Cada vez hay menos contenedores en las calles para que los manifestantes puedan protegerse de los proyectiles policiales. El ambiente está más caliente que nunca.
Los medios de comunicación extranjeros están alucinando. Todo el mundo se pregunta qué pasa en España. Por qué estamos tan mal. Nadie interviene. Desde la televisión se ve todo de puta madre. Pasó con Palestina e Israel. Pasó con Turquía. Con Hong Kong. Y ahora nos ha tocado a nosotros. Según Europa, son problemas internos y tenemos que solucionarlos nosotros. Tranquilos, eso estamos haciendo.
Puede que en Internet hayáis visto vídeos de manifestantes tirándoles piedras a policías, quemando contenedores y llevando a cabo múltiples maniobras de pillaje. Parece que han vuelto los bárbaros. No, amigos, los bárbaros son los que están al mando. Los bárbaros nunca se fueron. Ocupan el sistema y las instituciones, se reproducen como conejos y cada vez se esfuerzan menos en pasar desapercibidos. El fascismo está de moda esta primavera. Cada vez más gente se apunta al movimiento antisemita y aboga por una lucha armada contra los opresores. Así nos llaman a los que creemos en los derechos humanos y en la libertad de expresión. El Gobierno encarceló a muchos de los dirigentes catalanes por poner unas urnas. En plena democracia. Fue una consultita, nada oficial. Solo querían saber si el pueblo catalán era proclive a la independencia. El paso previo de lo que hicieron los británicos y escoceses. Nada grave. Desde las altas esferas alegaron traición y sedición. Sí, por votar. Sí, repito, en plena democracia. Por lo visto, era un acto anticonstitucional. Mientras, Europa nos miraba. El mundo nos miraba. Pero nada más. Nadie movió un dedo.
Hace un par de años, un partido llamado Vox consiguió infiltrarse en el Parlamento. Desde entonces, el auge del fascismo se ha vuelto insoportable. Por lo visto, tienen los mismos derechos a expresarse que nosotros. ¿Qué le vamos a hacer, no? La policía vigila todos sus mítines para que no les pase nada. Pobrecillos. El último mítin que quisieron hacer, les llovieron piedras. Si quieres ser como Mussolini, estás en tu derecho, sin problema. Pero ten en cuenta que no acabó muy bien el tipo.
Ahora los tribunales han encarcelado a Pablo Hasél por injurias a la Corona. Sus canciones no gustaron mucho que digamos. Criticó a nuestro querido rey emérito, un putero corrupto que ha decidido irse a pasar unos días con el Rey Abdalá hasta que las cosas con Hacienda se calmen. El pueblo no vio con muy buenos ojos que le regalara sesenta millones de euros a una tal Corinna. Una amiguilla, nada serio. Supongo que tendría mal al perro y al pobre hombre le supo mal. El emérito es un hombre muy campechano y esto del sufrimiento animal es algo que debe de afectarle. A menos que se trate de toros o elefantes o cualquier cosa que se pueda disparar. Como su hermano. Seguro que en breves queda todo como un malentendido, como cuando el Gobierno rescató a Bankia, una banca privada, con fondos públicos, nada, unos miserables noventa millones que el pueblo había ganado con su sudor, sangre y lágrimas. Pero para eso trabajamos, ¿no? Para mantener la estabilidad económica de El País (las mayúsculas están bien puestas, sí). Ahora, su hijo Felipe da la cara por él. Entiendo que para eso le pagaron unos estudios. Bueno, de hecho, se los pagamos nosotros.
Ha habido recortes en Educación y Sanidad, pero la Casa Real y el Ejército siguen cobrando como se merecen, ¡sí, señor! Porque las armas y el expolio patrimonial es lo que mejor representa a este país. Podemos contrastar opiniones por toda América. Está claro que el colonialismo es nuestro mejor trabajo; junto a la tauromaquia, es la tradición cultural más arraigada en este país.
Aquí nadie puede quejarse. No nos está permitido. A menos que llevemos una bandera con el águila colgada en la espalda. Entonces sí, no hay problema. Podemos quedar unos cuantos y decir que los judíos son el problema de este mundo. Que los inmigrantes deberían volver todos a su país, que nos quitan el trabajo. Los catalanes somos una plaga. Incluso he oído cómo nos llamaban nazis los propios nazis. Gente con esvásticas tatuadas en los brazos y el cogote llamándonos nazis. Quizás se pasaron con los recortes en educación o quizás nos parezcamos más de lo que nos imaginamos. Todo el mundo podría ser un nazi. Aunque, hasta la fecha, he visto pocos catalanes que no se tapen los oídos cuando escuchan «Sieg, Heil». Puede que los Antidisturbios, ellos siempre se suman al canturreo.
En Twitter no se puede entrar sin que una horda de analfabetos te diga que eres un etarra. Los medios de comunicación están altamente confundidos. Sacan imágenes de nazis llamándoles independentistas; imágenes de independentistas llamándoles separatistas; imágenes de separatistas llamándoles Borbones e imágenes de Borbones llamándoles constitucionalistas. Yo hace rato que me he perdido. La terminología se ha vuelto tan líquida que, por lo que parece, podemos ser lo que queramos.
EL VERDADERO SUEÑO ESPAÑOL. LA SIESTA.
Aquí, puedes ser quien tú quieras, incluso un nazi. Aquí no te van a reprimir a menos que estés en contra de la libertad. Como lo están los inmigrantes o los catalanes que trabajan por el sueldo mínimo.
Según los medios, los pobres somos los verdaderos fascistas. Una plaga que hay que eliminar. Mejor será que nos peguemos un tiro antes de que infectemos al resto.