El reinado de la confusión
Según los medios, los pobres somos los verdaderos fascistas. Una plaga que hay que eliminar. Mejor será que nos peguemos un tiro antes de que infectemos al resto.
Según los medios, los pobres somos los verdaderos fascistas. Una plaga que hay que eliminar. Mejor será que nos peguemos un tiro antes de que infectemos al resto.
Tanto pesimismo nos empujó a una borrachera antológica.
Se contonea a través de las luces estroboscópicas con movimientos epilépticos pero a la vez sensuales, mirando a su público con una provocación digna de Ava Gardner.
El rumor es la más eficaz de las trampas del lenguaje.
Con Farenheit 451, el autor dio en el clavo. Con un martillo de goma, pero en el clavo adecuado.