Destiempo

Desde luego que la depresión, el desempleo y el nuevo viejo gobierno, desde luego que las emociones, los descalabros y los sentimientos, desde luego, pero había algo más, algo oculto o semidescubierto, eran las cinco y pasadas cuando se dio cuenta que era el tiempo.

Lector de Schopenhauer, Heidegger y Hawking, despertó a las 5:15 con la idea, su cuerpo se olvidó del tiempo, o de lo que el tiempo había dejado en su cuerpo, la dislocación era esa, su cabeza, su recuerdo, su tradición y su largo empeño le hacían creer que eran, en efecto, las 5:15; es decir debía reposar el insomnio, recuperarse, alistarse, bañarse, vestirse y poner una cara linda al día, la redacción, las juntas, las noticias, los artículos y los cafés espresso. Debía, pues, cumplir con el tiempo, y su cuerpo se acostumbró a la noche, al día, a la madrugada y a despertar, a tiempo.

Así fue siempre, o hasta hace poco, desde luego que el despido, la pandemia y las políticas de censura del nuevo viejo gobierno, desde luego, pero aquel 5:15 del reloj le hizo, Eureka, dar en el punto del acento: podían ser tanto las 5:15 como las siete y media y las cuatro de la tarde, debía estar por levarse, bañarse y así, pero ahora no, ahora -desde que ya no- vivía en el destiempo, y tardó en avisarle al cuerpo, el desayuno ya no era desayuno, la comida podía ser a cualquier hora y el sueño llegaría… A su tiempo, al nuevo tiempo, podían ser las 5:15 como las 20:25 o la merienda…

Entonces descubrió porqué descomía, desdormía, desvivía, desatendía, desestaba, ahora, por ejemplo, era noche y amanecía pero él escribía, más tarde era mediodía y dormía, en la madrugada leía, el cuerpo había perdido la costumbre de lo que dictaba el tiempo, ahora, por decir, para el cuerpo eran las ocho de la noche cuando el reloj marcaba las cinco de la mañana, pero ya no iban de la mano tiempo costumbre cuerpo, la dislocación (Schopenhauer) era la existencia interna del tiempo, ahora no es el ahora de hace tiempo, ahora es otro hora, destiempo, nueva relación con el cuerpo-cerebro-sentimiento, desayuno-noche, merienda-almuerzo, alboroto entre costumbres y tiempo.

Cuando se dio cuenta del desfase, del desastre, guardó la máquina de escribir, leyó a Freud y durmió la mona, se había quitado un tiempo de encima… Despertó y vio a la Luna…

Y así.

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