Foto: Jesús Escamilo.

Golpes vacíos

Para aquellos de la unidad 22. 

Hay noches que me levanto 
y veo mi sombra adormilada
en un catre de madera 
entonces recorro mis piernas lampiñas 
mi pecho naufragante de imperfecta simetría 
y lloro
deseando que mi cuerpo deshabitado de sí mismo 
no me busque con desprecio 
y en el reflejo apacible y doloroso 
las costuras inocentes de mi piel se retuercen
hacía adentro 
la miseria, esa huella invisible de dormir solo 
y apretar los dientes 
frente al abismo que envuelve mi sexo 
me encrudece, me despoja del semen
al igual que las palabras 
poco sabe Dios de la piel de los hombres,
de su tristeza 
en tanto, demasiado río debajo de esta carne
y la vida temblorosa como silencio herido
me devuelve desnudo 
a esta madrugada. 

Hay noches que me levanto 
y veo mi sombra desfavorecida
en la misma cama de madera  
las horas son las mismas
y el dolor me devora el húmero,
las vértebras sacras, las lumbares 
y en un hervidero de recuerdos 
comprometido sin saber a qué 
me empujo a escribirte, a nombrarme
y ya nada me devuelve
a esta madrugada. 

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