Para aquellos de la unidad 22.
Hay noches que me levanto
y veo mi sombra adormilada
en un catre de madera
entonces recorro mis piernas lampiñas
mi pecho naufragante de imperfecta simetría
y lloro
deseando que mi cuerpo deshabitado de sí mismo
no me busque con desprecio
y en el reflejo apacible y doloroso
las costuras inocentes de mi piel se retuercen
hacía adentro
la miseria, esa huella invisible de dormir solo
y apretar los dientes
frente al abismo que envuelve mi sexo
me encrudece, me despoja del semen
al igual que las palabras
poco sabe Dios de la piel de los hombres,
de su tristeza
en tanto, demasiado río debajo de esta carne
y la vida temblorosa como silencio herido
me devuelve desnudo
a esta madrugada.
Hay noches que me levanto
y veo mi sombra desfavorecida
en la misma cama de madera
las horas son las mismas
y el dolor me devora el húmero,
las vértebras sacras, las lumbares
y en un hervidero de recuerdos
comprometido sin saber a qué
me empujo a escribirte, a nombrarme
y ya nada me devuelve
a esta madrugada.