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Líbano, el sistema Kafala y la esclavitud moderna

El sistema Kafala es un sistema de patrocinio mediante el cual el derecho de los trabajadores a trabajar y vivir en el país está vinculado a su empleador. En sus inicios fue creado para asegurar una oferta de trabajadores, sobre todo en los países de Medio Oriente, en donde el auge de la industria del petróleo requería de mano de obra barata en periodos de necesidad.

En la actualidad, el sistema Kafala busca encontrar trabajadores y facilitar su entrada en el país de acogida. El país otorga permisos de patrocinio a individuos o empresas locales para contratar a trabajadores extranjeros, quienes al llegar al destino terminan en un ciclo de interminable abuso. En el caso del Líbano, los trabajadores migrantes se rigen bajo el sistema Kafala. Bajo este sistema están excluidos de la ley laboral del país, por lo que son víctimas de un sinnúmero de abusos y violaciones de sus derechos laborales. Una vez en el país de acogida, los trabajadores migrantes suelen tener restricciones de movilidad y trabajan en condiciones no reguladas.

En el Líbano, uno de los grupos más vulnerables son los empleados domésticos, la mayoría mujeres que provienen de países como Etiopía, Filipinas o Bangladés. Actualmente el país acoge 250,000 trabajadores domésticos registrados oficialmente, lo que representa el 4% de la población. Algunos de los abusos que sufren son largas jornadas de trabajo, privación de días de descanso, negación o reducción de la paga, restricción de las comunicaciones e incluso abuso sexual.

Según un estudio de Human Rights Watch, más de una trabajadora del hogar muere por semana debido a suicidios o intentos de escapes fallidos en el país. La pandemia y la crisis económica actual han empeorado las condiciones laborales y aumentado los incidentes de explotación y violencia. Cientos de trabajadores domésticas fueron abandonadas u obligadas a continuar trabajando sin paga ya que algunos empleadores no pueden permitirse pagar el sueldo de sus empleados.

En la mayoría de las situaciones, los trabajadores migrantes necesitan el permiso de su patrocinador para transferir trabajos, terminar el empleo y entrar o salir del país anfitrión. En caso de renunciar o cambiar de trabajo sin autorización del empleador, los trabajadores se enfrentan a la deportación o encarcelamiento por violar las leyes del país, incluso si el trabajador está huyendo del abuso. Asimismo, los empleadores suelen confiscar los pasaportes y visas de empleo y solo ellos pueden renovarlas o cancelaras.

Cuando los empleadores tienen el control sobre el estado legal de los trabajadores se crea un desequilibrio de poder que propicia las condiciones laborales de explotación. Esta situación deja a los trabajadores migrantes con pocos recursos para acceder a mecanismos de justicia, además de no contar con los medios para poder volver a casa. Aunado a ello, las amenazas por parte de los empleadores y el temor a ser deportados provoca que muchos de ellos se queden callados ante los abusos.

El Líbano ha intentado implementar modificaciones a su sistema laboral con el fin de otorgar protección a sus trabajadores migrantes. Sin embargo, en la práctica el sistema Kafala es una forma de esclavitud moderna y continúa generando importantes casos de violencia y explotación en donde los empleadores no enfrentan ninguna consecuencia por sus abusos. Las autoridades libanesas deben garantizar los derechos humanos de los grupos más vulnerables.

En este sentido, es indispensable emprender acciones judiciales contra quienes exploten o abusen de los trabajadores migrantes, así como garantizar el acceso a mecanismos de protección para todas las personas sin discriminación. El sistema Kafala debe ser regulado con el fin de que proteja a los trabajadores migrantes de los abusos y garantice sus derechos humanos.

De lo contrario, esta nueva forma de esclavitud seguirá rigiendo las relaciones entre trabajadores extranjeros y sus empleadores bajo un sistema que pone en riesgo vidas humanas.

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