Libertà

Un éxodo fúnebre de bondad sustraída.

Castillos erigidos por recuerdos,
inamovibles,
edificaciones cumbre de la desfachatez
de la memoria,
paredes de polvo y plomo,
y los ventanales rotos por el tiempo,
como melancolía disfrazada de incredulidad.
Los muebles maltrechos, repletos de telarañas 
y recuerdos;
y macetas tendidas por los patios,
como ornamentando
la sequía inminente del paso
del tiempo que se alberga en la hierba
que alguna vez
fue hogar de invertebrados que
han sido exiliados.
Un éxodo fúnebre de bondad sustraída, 
sobre pensamientos roídos por el óxido
merced de los años de abandono.
Cajones de buró repletos de consternación
e incienso y desdicha que ha sido acumulada
por el desamparo.
Puertas cerradas por senectud; 
retratos enmarcados por máculas;
y armarios que van incendiándose con el roce
de las manos ásperas de la complicidad
de lo que se sabe
sepultado.
A consecuencia:
sepelio, 
velas, 
y joyas colgadas de una cruz impura,
cual símbolo de fe perdida, 
de la que cuelga una mujer vestida de blanco
esperando
su libertad. 

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