Lo poco que dejaste

Narciso, me enseñaste que de un corazón roto
brota tinta.

Gilraen Eärfalas

Quiero ser como cualquier hormiga sobre el asfalto,
justo antes de algún huracán, tormenta, o llovizna.
Quisiera estar preparada.
Quisiera vivir prevenida para cualquier desastre
o sequía que mi corazón compadezca.
Ser capaz de cargar sobre mis frágiles extremidades
todo el peso del doble de mí,
pero hoy en día
ni siquiera puedo cargarme a mí misma, ni la décima parte de lo que quedó
cuando te fuiste.

Acabaste con todo.

Terminaste con lo último de voluntad que en mí quedaba,
ahora solo tengo la paciencia de esperarte el tiempo que te dignes en
rememorarme.
Ahora soy la mujer que escribe mientras espera.
La que siempre se quebranta.

Uno de los dos estaba destinado a romperse.
Uno de los dos, tendrá que desprenderse de la realidad,
volverse adicto a algo que ya no existe.

Me convertiste en una adicta, aliada a una sustancia que ha desaparecido.
Nunca pensé que las mentiras pudieran ser eso:
mentiras.

Necesito una droga diferente, necesito que vengan a sacarme de este pozo.
Necesito abandonar mi esperanza, porque ella ya me ha abandonado a mí.
Dejar ir todo lo que ya me ha dejado ir.
Siempre la valentía me quedó grande.

Alguien ha congelado el tiempo en una rueda ininterrumpida de humedad y
sollozos silenciosos.
La oscuridad de la noche le toca tragarse todas mis miserias.

Ojalá nunca hayas leído nada
de lo que te he escrito,
porque me destrozaría saber
que, a pesar de eso,
no me has buscado.

Mario Benedetti

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *