El viento frío
se escurre desde las olas
para llegar hasta a mí,
moviéndome apenas el bigote.
La playa es ajena
a la gente que la observa
con respeto y temor
por el frío traído del sur.
Sin embargo,
ella espera,
mientras los niños juegan
a la pelota con sus padres.
Como los padres
lo hicieron con los suyos,
mientras ella esperaba.
Entonces el sol
se le posa encima
por unos minutos
para acariciarla.
Para recordarle
que el verano no está
tan lejos,
que pronto se verán de nuevo.
El sol se marcha,
resguardado por las nubes
y la playa lo espera,
mientras los niños
se hacen padres
y vuelven a jugar en la arena.