Oda libidinal al Dibu

Para una mujer como yo, el Dibu Martínez no es solo bueno futbolísticamente, también es bueno siendo un sex symbol, como una suerte de Marilyn Monroe masculino del siglo XXI.

Incluso descubrí que hay un fanatismo generalizado entre las mujeres argentinas, una energía libidinal que hace que lo mencionen en Twitter e Instagram diciéndole las palabras más osadas y atrevidas. También en TikTok hay miles de edits del Dibu sin remera, dirigiéndose a los oponentes con una furia masculina que nos vuelve locas, diciendo su famosa frase: “Mirá que te como”. Todas fantaseamos con que nos lo diga a nosotras, que nos coma con descaro en la cama, que nos toque con sus manos sagradas llenas de la épica arqueril. 

Un arquero que agarra las pelotas con sus manazas, que salta, que se tira al pasto. Uno que hace que no solo nos salvemos de que el oponente nos meta un gol, sino que nos hace temblar las piernas cuando lo enfocan por la televisión en esos calientes momentos. Esos momentos en donde tenemos miedo, él nos salva, él nos cuida con su metro noventa y cinco de estatura. Ese cuerpo que queremos abrazar y llenar de chupones no es arbitrario, es porque el Dibu lo tiene todo. Está casado y eso a muchas les genera la fantasía de ser su amante. Es alto y eso a muchas altas nos genera la fantasía del hombre alto al que tenemos que recurrir a hacer puntitas de pie para besarlo y que nos proteja del mundo como un lobo furioso.

El Dibu también hace terapia, dice que tuvo que hablar con su psicoanalista ciertas cosas relacionadas al Mundial. Para mujeres como yo y muchas más eso nos encanta. Saber en una primera cita que un hombre se psicoanaliza o se psicoanalizó en algún momento de su vida nos moja. El Dibu es como una especie de Christian Grey a la máxima potencia, un Marlon Brando en Un tranvía llamado deseo. Lo queremos porque nos ayuda a ganar el Mundial y salir a flamear banderas al Obelisco, un punto icónico de la Ciudad de Buenos Aires totalmente fálico. Hasta ya tuvieron la osadía de hacer un fan-fic de él, como si fuese un Jonas Brothers o Justin Bieber. Más allá de todo esto, el Dibu los supera a todos los anteriormente mencionados porque con sus movimientos sexuales pélvicos cuando pelea con adversarios hace que esta secta de mujeres a la que pertenezco se le active el clítoris. Ya hay artículos que comentan “cómo hizo el Dibu para conquistar a su mujer”, pero para mí no tiene sentido leerlos, es un axioma, si ya su épica arqueril, su espalda, su rostro y su masculinidad demostraron que nos conquistó a todas las argentinas.

Gracias, Dibu, de parte de todas las mujeres, por habernos hecho calentar cuando hay tantos hombres mediocres que no saben ni tocarnos bien. Gracias, Dibu por dejarnos fantasear con tu presencia televisiva, gracias por hacer que nos imaginemos cómo nos comerías todo el cuerpo. Para las más calientes, también gracias por hacernos acabar simplemente pensando en vos. Viva la República Argentina y viva el Dibu y la sexualidad descarada de las mujeres de este siglo, que expresamos por redes lo que nos genera un hombre inalcanzable.

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