Foto: Pixabay

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Primerancia

La pena que te genera no tener a alguien,
es el precio que debemos pagar por haberlo tenido,
una moneda de cambio a los saltos de fe.
Nada ni nadie garantiza salir limpio del camino de amar.
Dicen que de las grietas nacen flores
debajo de mis pies descalzos sobre los vidrios de primerancia.
Estoy recogiendo cachos de mí.
Lo estoy haciendo con tanto amor que a veces deja de tratarse de ti,
para tratarse sobre mí.  

Y ahora que ha pasado tiempo quiero decir que estoy a gusto con mis heridas,
que estoy profundizando en ellas
que me estoy sumergiendo en ellas.
Que hemos hecho tregua indefinida.

Hubiera querido que fueras tú, en serio quería.
Deseaba ser educada y divertida.
Deseaba sostener tus penas para que descansara tu alma. Ya lo hace alguien más.  
Ahora sé que en ese momento no sabía querer o ¿sí? 

Ahora el dolor es mío. 
Ahora los cortes son sobre mi piel. 
El dolor no tiene más tu nombre, pero el ansía recuerda el deseo
y susurra tu nombre cuando el sol comienza a meterse,
recuerdos de “te extraños” susurrados a la oscuridad llenos de humedad.
Quisiera que las cosas hubieran sido diferentes 
todo sucedió como debió haber sido, dicen.  

A veces te imagino con una linda mujer, 
a veces solo, (pero siempre sin mí). 

Lamento que estés tan cansado,
lamento que tu cuerpo y tu corazón estén tan agotados como para sentir algo, 
es la única certeza que tengo de ti,
que, por las noches, nos cubre el mismo cielo
y que dormimos entre el ruido de la carretera,
una calma lejana.  

Me perdono 
No tenemos que escondernos cuando te vea
No me ocultaré más.
Has borrado mi número,
olvidarás mi nombre mientras duermas con otro cuerpo sobre el tuyo. 

Me olvidaste. 
Y yo ejerceré mi derecho de cruzar la calle como la extraña en la que me convertiste, 
y todo estará bien.
Estás bien. 
Yo lo estaré. 
Después de cada día, 
después de cada libro y cada renglón escrito. 

Ya no me esforzaré en olvidarte, tu lugar en mi mente está asignado como un fantasma que se niega a cruzar al otro lado.
Y leo con él, y bailó con él, y sueño con él. 
A veces me habla, a veces me ve, 
a veces suspira a mi par.

Esto no es una carta de olvido, ¿cierto?

Querido amor,
te querré hasta que ya no lo haga.

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