Foto: Pixabay

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Respuestas del silencio

“Follar no es tan importante como enternecerse. Con el tiempo, he aprendido que los
recuerdos que tengo son los de la ternura.”
Maruja Torres

He estado aprendiendo entre la oscuridad y la luz lo que significa ser humano,
aprender a vivir dentro de los límites de mi cuerpo,
a pensar ¿qué es universo?, y a la par devolver mi mente a la tierra,
a pesar de que he pasado demasiado tiempo con mis pies descalzos entre el pasto mojado.
Me miro en el espejo cada noche, y me pregunto si me conozco sin mi cuerpo,
¿qué somos más allá del lenguaje de nuestras manos en el cosmos?,
un gramo más existía cuando nuestras pieles se sentían,
o al menos así lo recuerdo cuando es lo único que puedo responder sin dar muchos detalles.
Deseaba tener el valor de decirte que:
no viniste a este mundo para sufrir por amor solamente,
no estás aquí solo para conseguir y comprar, como te lo han hecho creer todos estos años,
ni para ser evaluado por los demás.
Cariño, nunca te dije que cuando tomas tus gotas, eres amado en la tierra, miras cómo la ciudad duerme y elige que tú permanezcas despierto.
Eres amado cuando eres el único mirando las luces de la ciudad en alguna parte anónima de la cotidianidad que te pertenece, y el silencio te susurra: «estoy aquí».
Querido recuerdo, no necesitas demostrarle nada a nadie,
no necesitas ni tu existencia, ni tu juventud inventada.
Cariño, jamás volveré a culparte del pasado, solo eras un ser humano tratando de no
sentirse solo.

Este mundo es de aquellos que se atreven a amar sin ser amados,
amar genuinamente bajo este techo de amor moderno, es un acto de rebeldía.
Continúa siendo valiente, querido recuerdo congelado.
Sí, es un camino demasiado oscuro,
sin luna brillando sobre él para iluminar donde se pisa.
Es un sinónimo a la pena de muerte,
debes asegurarte de desarrollar y creer tus propias conclusiones.

Amar sin ser amados, ¿qué es mejor que no ser amado?
Lo único mejor que el amor correspondido, es no ser correspondido,
es mucho más dramático si así lo deseas. Una epifanía.
El comienzo de un milagro que pregunta cada noche: ¿qué haces con un corazón roto?
Pienso que las cosas rotas mantienen una belleza muy triste,
después de años de almacenar historias, derrotas y triunfos,
tragedias impregnadas en cada uno de sus pedazos puntiagudos,
pueden ser mucho más nostálgicas y valiosas que las cosas nuevas,
que los corazones metidos en cajas fuertes que no se atreven a vivir, ni a sentir.
Estoy esperando que no me ame, estoy rezando en silencio porque así sea.
Así nacerán las letras.
Es ahí donde nace lo sublime del arte,
donde se sumergen las penas y hay lugar para libertad azul,
convertir nuestro dolor para que algún extraño triste a tu alrededor
se sienta menos solo donde sea que se encuentre.
Me encuentro dentro de un pensamiento ambicioso,
pero supongo que para eso es el insomnio.
Ni la vida, ni el arte ni todo lo que conlleve sensibilidad humana
están hechas de caminos rectos,
ni siquiera pienso que exista un camino,
ser humano es abrirte paso entre la maleza, derribar tus jaulas mentales
para solo llegar a ningún lado, sin ningún destino de por medio.

Ser humano es esperar toda la vida a serlo,
y darte cuenta que siempre lo fuiste.
Que ni cuando dejes de serlo, ya no serás, porque siempre serás.
“Verbo y no sustantivo”, pienso.

Universo, dime lo que es el amor.

“Y recordé de pronto que el mundo real era amplio y que un variado campo de esperanzas y miedos, de sensaciones y de emociones esperaba a todos los que tenían el valor de avanzar hacia su vastedad. De descubrir la sabiduría de la vida, entre sus peligros.”

Charlotte Bronte

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