Foto: Greta Ramos.

Sí a los poemas largos: Mamá, el campo, de Lázaro Izael

Cuando el escritor —métricamente humorístico— Daniel Sada fue a la Ciudad de México y quiso publicar su poesía le señalaron que sus poemas eran muy largos y que estos debían ser cortos. La poesía que se está escribiendo en el siglo XXI responde al consumo veloz de la época: sigue vigente la solemnidad literaria del que Sada señaló en vida, por ello existieron movimientos contraculturales que rompieron los costumbrismos literarios y propusieron nuevas maneras de narrar. La poesía mexicana del siglo XXI —aunque exige una lectura ágil— formula que su contenido sea digerido con fuerza desgarradora, pues, como apuntó Sada, en la poesía mexicana no hay humor (muy pocas veces se da), puesto que el poeta es incapaz de reírse, pero contrarrestando al propio Sada, tenemos el ejemplo del Gran Cocodrilo mexicano Efraín Huerta, uno de los representantes de la tragicomedia en la poesía: se reía de él mismo y su contexto. Si bien el comentario de Sada alude más a una lista mínima de poetas humorísticos y no a un vacío de estos en la literatura mexicana, el exponer una poesía solemne —es decir, una poesía que la mayoría de las veces desprende sentimientos de dolor, animosidad— puede derivar en nuevas creaciones.

El coahuilense Lázaro Izael es uno de esos poetas que más que seguir un costumbrismo métrico apuesta por la lentitud, la musicalidad de cada palabra y el discurso poético largo: no es nuevo en cuanto a forma, pero sí en cuanto a negocio editorial: al haberle otorgado el Premio Iberoamericano de Poesía Joven Alejandro Aura 2022 a su libro Mamá, el campo (2023) abre la posibilidad de conocer otras propuestas literarias de poetas que experimentan y juegan con las palabras y los límites —aunque estos no sean claros del todo todavía— tanto de la tragedia como del humor; bien lo escribió la poeta y traductora mexicana María Baranda: «(…) Mamá, el campo inaugura un nuevo discurso que marcará por siempre la poesía contemporánea». 

Mamá, el campo parte de la anécdota personal: lo personal, por naturaleza, alude al rol que ocupamos la mayoría del tiempo: el de ser espectadores. ¿Qué es ser espectador? Un actor pasivo: observar sin intervenir. El narrador del poema largo de Lázaro Izael es un espectador:

Mamá, el sueño no era mío
como un tripulante miraba todo
lo que se venía hacia ti

Ser espectador igualmente es condenarse: además de observar sin intervenir también sentimos lo ajeno: lo gozamos y sufrimos:

me da culpa sentir
y me aborrezco
me tiro al suelo y estrello mi cabeza
me corto los brazos
y quisiera que alguien succionara mi mirar

Las vivencias de la mamá del narrador lo afectan y este no entiende su vida, aunque intente comprenderla:

mamá, por qué
y por qué
mamá,
por qué
como si no bastaran sus bocas abiertas
para interrogarme

En Mamá, el campo tenemos una poesía que engrandece lo pequeño y aparentemente efímero: las pequeñas cosas que conforman el hogar, la cotidianidad de la zona rural y un lenguaje sencillo que no busca ser rebuscado: Lázaro Izael, a través de descripciones metafóricas que realiza sobre los lugares de los personajes de sus recuerdos, encuentra un nuevo contenido: la contradicción y la tolerancia individual y colectiva. El narrador, en todo el poema, pregunta, aun sabiendo que no tendrá respuesta, ya que al cuestionar puede entenderse a sí mismo y a su entorno. 

la infancia nunca muere
detrás me quedo yo
me escondo en las palabras
(…)
es así la infancia
(…)
quema siempre
duele

La infancia es una etapa de la vida que se construye por medio de los rumores de otras personas y los diarios propios, visitarla es un viaje individual: cada persona la vivió conforme el rumor y anécdota que más le convencieron. Escribió el poeta italiano Cesare Pavese en el Oficio de vivir (1990) un 10 de octubre de 1935: «(…) se crea sin saber con definida claridad cómo». La poesía, posiblemente la más valiosa, es la que nace de un pulso inconsciente y que no piensa en su emisor ni en su receptor, sino en el mensaje: Mamá, el campo es un ejemplo de ello.

El libro está disponible en la tienda en línea de la Editorial Universitaria UANL o en Amazon.

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