Sin un riñón

Sentada en las escaleras guardó la esperanza que no fuera cierto. Entre los besos y las caricias de Ezequiel, sabía que no era un buen tiempo, pero las pruebas del cielo no se desprecian, decía la vieja Eulalia, su tía.  

Viviría sin un riñón en septiembre. Cuentan las vendedoras de la avenida Caracas que es la luz de los miércoles del frío parque Nacional, sin un riñón.  

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