Tártaro Kubinista

Un limbo repetitivo preparado sólo para pagar por mis pecados.

Todos los días debo hacer lo mismo. Darle cuerda al reloj y ver girar las cuchillas para cada hora. A las doce marca Helheim, mi esposa; a la una: el Naraka: mis dos hijas. A las tres toca Duat, mi hijo.

Los colores de sus ojos se convierten en impulsos vacíos tras el corte. A las cuatro el reloj decapita a mi hermano en los nueve círculos del infierno. Kasyrgan, las cinco; es el turno de mi padre, cubierto de brea. Las seis es la hora para cortarle la cabeza a mi madre en Xib’alb’a.

Las manecillas siguen girando. Las cabezas se regeneran al llegar a las doce. Un limbo repetitivo preparado sólo para pagar por mis pecados. Lloro al recordar mis últimos actos en vida. Por fortuna los demás espacios están vacíos. Menos mal que maté sólo a mi familia, de por sí esto ya es un verdadero infierno personalizado. 

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