Foto: Brenda Isabel Pérez.

Un breviario de tierra compactada y las mujeres en ella, o las otras formas y un nuevo camino a seguir

Pensemos en los juegos infantiles con lodo, en el aroma a petricor, en los ciclos vegetales y nuestra participación en ellos como cuidadoras o parte de la cadena trófica, hasta en el cúmulo de saberes en torno a un mismo material con sus ricas variaciones geográficas. El proceso de creación con tierra es una acción en movimiento ejecutada con el cuerpo en la que, al tiempo que construimos conocimiento, fertilizamos recuerdos que perduran en la memoria a través de la experiencia sensorial, lo que puede ser compartido y expandido, y también reafirmamos nuestra autoestima al sabernos capaces de transformar lo material. Afectamos la materia físicamente y esta acción nos afecta emocionalmente, construimos afectos con lo creado y con quienes creamos, construimos redes, nos descubrimos creativas y capaces.

Un breviario de tierra compactada y las mujeres en ella; Colectiva Argamasa

“Buscar articular la presencia de las mujeres en los espacios físicos y políticos a partir de intercambios de saberes y experiencias”. Resuena como leitmotiv del Colectiva Argamasa, una iniciativa colectiva –claro– de tres arquitectas interdisciplinares que nació en 2021, en plena pandemia. Este pequeño pero significativo grupo, que está conformado por Brenda Isabel Pérez, Montserrat Quintanar y Paula Florentina Barba, trabajó en el artefacto literario y de consulta Un breviario de tierra compactada y las mujeres en ella, un proyecto que tuvo su primer edición en el mismo año del nacimiento del colectivo y que vuelve en este 2023 con su segunda edición.

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Cuando digo-escribo que Isabel, Montserrat y Paula trabajaron en este –me disculpo brevemente por el juego de palabras– libro-instructivo-ensayo-objeto, y lo enuncio sobre todo porque la edición, distribución, comunicación, investigación y escritura estuvieron a cargo de ellas mismas, y, sin embargo, sucede que tal como esta presencia de mujeres es el motor en esa construcción, también piezas fundamentales del contenido, pues son en su completa mayoría mujeres quienes conforman la obra completa de este acervo. Todas forman una pieza clave que embona con cuidado sobre la otra.

Pienso en la declaración del colectivo, que es demasiado clara: “la publicación contiene un acervo de mujeres que construyen con tierra, que acompañan la búsqueda de nuevas genealogías, una lista de valoraciones técnicas y constructivas sobre la tierra, un recetario de construcción, ensayos alrededor de la arquitectura, un poema y un glosario.” Las piezas, una vez más. Apostar por la pluralidad en sentidos más amplios.

Foto: Brenda Isabel Pérez.

Un recorrido trazado sobre la tierra, que más que encantar provoca y resignifica, por la amplitud y las ambiciones: la de la teoría que deviene en juego de práctica y se sostiene en pruebas y no sólo en palabras, es decir, desde el reconocimiento propio de la tierra –búsqueda de origen y cimientos de humanidad–; del lugar de las mujeres que no fueron tomadas en cuenta para, digamos, el trabajo pesado (en este caso la albañilería), pero no es por falta de ganas o voluntad, sino por consecuencia de un sistema patriarcal que no les ha tomado en cuenta. (Y claro: es por ese hueco o relegamiento que comunidades y colectivas así como Argamasa, nacen). Además, entender la tierra, comprender su importancia no sólo como elemento vital en el pasado, sino también como posibilidad de un futuro mejor, más sostenible y funcional, desde y para un profundo respeto a la vida, la tierra y los seres.

Como parte del rompecabezas también, y fundamentalmente, aparecen nombres de mujeres y colectivas como Yasmeen Lari, Las albañilas, Colectivo Femme, Mechthild Maria Kaiser, Leticia Grappi, Ana Veraldo, Rebeca Chag, Lucía Garzón, CUCHARA, Karen Poulain, Claudia Turrent, Dulce Murillo, COMUNAL, Isadora Hastings, Ocoxal Colectiva y Maite Sanz de la Maza. Un abanico de latitudes, nacionales y activismos, mismos que convergen, sobre todo, en los intereses colectivos de cuidado, preservación, representatividad, comunidad y construcción de un mundo por y para las mujeres. Parte todo, pienso, de una pregunta fundamental que se hace(n) cerca del principio: ¿Por qué a nosotras, en particular, se nos ha hecho tan lejana la idea de construir? Preguntarse y no poder responderse es el germen de un mundo nuevo.

Pienso, entonces, a propósito de este entrañable y curioso instructivo con visos pedagógicos, dinámicos y de revalorización, que tal como lo muestra la construcción de este breviario (hecho de ensayo-poema-glosario-instructivo), con esas diferencias que, en algún punto, colisionan, que el principio nuevo (para crear un mundo nuevo), es decir,, una alternativa que permita desafiar las imposiciones del construir y habitar, sobre todo y por la tierra, con las mujeres (entiéndase no como la categoría conceptual ordinaria dada por la hegemonía, sino una resignificación propia) como pieza fundamental y toda pieza posible. Pienso: crear puentes. Construir una casa donde quepamos todas.

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