Un lugar suave

Pocos autores han logrado causar en mí sentimientos de melancolía, tristeza, e inclusive un poco de miseria. Mario Benedetti es uno de ellos. En su primera novela, Quién de nosotros (1953), tocó fibras sensibles que aún sigo cuestionando cómo logró hacerlo de forma casi instantánea en una obra tan corta. Por eso celebro que en tan solo tres versos, el poeta argentino Nahuel Roldán —curiosamente admirador de Benedetti— haya hecho lo mismo.

En su primer poemario Un lugar suave (2021) nos obsequia de una mezcla heterogénea de estados de ánimo, sentimientos, recuerdos, dolores y amores.

20

como mi tristeza
no era suficiente
ahora está lloviendo

Trato de adivinar si Roldán quiso ponernos a prueba. En generar algún tipo de ejercicio y comprobar que las palabras pueden doler o curar en solo 10 segundos.

Fue inevitable recordar muertes que no he podido (ni querido) sanar, volví a recordar mi enamoramiento adolescente, desmedido y puro. Saltaba como viajera en el tiempo a noches donde el cielo y yo inundábamos el piso con nuestras lágrimas, pero también con el sonido relajante de la lluvia, adormilada y tibia en los brazos de algún viejo amor.

Nadie debería vivir sin poesía. Nadie puede vivir sin dolor y sin amor, ahí está la belleza de este poeta argentino. En recordarnos que lo poemas se huelen, se sienten, iluminan o desgarran.

28

de la hoja
cae una gotita
después de la lluvia


así un pensamiento
sobre el lenguaje

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *