Foto: Eterna Cadencia.

Ya te llegará

Desde aquellas de Rainer Maria Rilke que hicieron nacer las Cartas a un joven poeta, las de André Gide a Madeleine, su esposa, las de Gustave Flaubert a Louise Colet, o aquellas que reconstruyen autobiográficamente un certero William Faulkner en sus Cartas escogidas, los epistolarios han trascendido a cualquier tiempo, aun cuando sus alternativas han logrado suprimir significativamente su naturaleza. Sea lo que sea que signifique su supervivencia, sírvase hoy el caso de Ya te llegará, un libro que recopila las cartas que Tamara Kamenszain y Margo Glantz se enviaron a lo largo de trece años, periodo comprendido de 1984 a 1997.

Fue debido al exilio al que la poeta argentina y su familia se vieron sometidos que hallaron cobijo, refugio (y más tarde una amistad) en México, junto a Margo Glantz, en su hogar. Aunque las cartas sólo recogen un periodo posterior, lo cierto es que las escritoras comenzaron esa complicidad desde 1979. Sin embargo, fue hasta este 2023, a pedido expreso de Malena y Mauro, hijos de Tamara y Héctor Libertella, que esto reunió en un libro de alcances inmensos, sobre todo por lo especial del hallazgo: aunque la autora de La novela de la poesía guardaba la mayoría de las cartas, las de “Marguito” descansaban en un lugar especial, amarradas con un nudo especial — anécdota revelada por Margo.

Si bien el deseo fue de los hijos de la pareja argentina, esto no hubiera sido posible de tal forma sin la intervención de las amigas escritoras de Tamara: Leonora Djament, Cynthia Edul, Florencia Garramuño, Mercedes Halfon y Malena Rey y, sobre todo, la devoción y emoción de la autora de Las genealogías, pues ella dio también su sí, mandó a Buenos Aires sus cartas con la escritora Ana Negri y, finalmente, pisó suelo argentino el pasado 2022, para ultimar detalles.

La memoria hasta donde alcance

La memoria se condensa a tal punto de declarar sin decir nada. Las cartas son un ejemplo de eso. Sólo existen y luego alguien viene a su rescate, nos arma un libro hermosamente cuidado y el embrujo surte efecto. Y no sólo se trata de adentrarse en la intimidad, aunque sí, sino que permite conocer un panorama que recorre una de las épocas más prolíficas y complejas. Desde Argentina, Tamara reprochaba lo mal que iba la crisis; de México, Margo sugería que acá no estaba todo mejor, aunque no tan mal como allá, quizá. Eso por decir algo, porque este libro recorre casi tres lustros, entonces el viaje es extenso y apunta hacia muchos espacios, entre pausas y atropellos por el terremoto en México en el 85, por la crisis de correo en la Argentina, los constantes viajes de Glantz por Europa y Sudamérica, el trabajo y los viajes menos frecuentes de Kamenszain…

Una reflexión íntima, insisto, en la que se desparrama el amor habido entre ambas, por las charlas, los amigos en común, las críticas a “las sandeces” de Octavio Paz, los libros escritos por ambas que acompañaban a las cartas en los correos, los besos y el cariño siempre acompañando las posdatas para ellas mismas y las respectivas familias, las disculpas por las pausas forzadas o voluntarias, los regañitos amigables por los silencios prolongados, y, creo que sin quererlo, descripciones de panoramas culturales y literarios de finales de los años ochenta y principios de los noventa, donde se asoman comentarios a los libros que leían para sus ponencias o clases, sentencias atinadas a propósito de sus inquietudes, la desolación de Tamara, por ejemplo, cuando Borges falleció.

Quizá no logran escapar al artificio ni la postura literaria que no se abandona por razones desconocidas, y sin embargo no dejan de desbordar la personalidad del día a día de ambas amigas-más-que-escritoras, es decir, la cotidianidad abunda, son personas que atraviesan divorcios, pérdidas, dolores, crisis políticas, desastres naturales, silencios incómodos, problemas de dinero. Sí: va de encontrarle forma a la vida, sí: a lo que escriben.

Me parece que es esto una muestra más de la ambigüedad de esa idea de que las misivas son comunicación correspondida cuando han aspirado todo el tiempo a ser un universo literario inagotable. Las cartas no son solo cartas, pues. Y a eso se suma o en esto prevalece la amistad correspondida, pues ya verás que rompe toda frontera limitante, que aunque “escribir cueste muy caro”, como dice la poeta argentina, no deja de valer absolutamente todo. La correspondencia ha abandonado al papel para apoderarse de todo esto, del ir y venir, de lo que va la vida.

22 de junio de 1988

Margotita querida:
Cada día escribir cartas se hace más dificultoso. Me doy cuenta que tampoco tengo el teléfono de tu casa, mandámelo porque en cualquier momento te llamo. Quiero contarte que mis padres estarán por Londres la primera semana de agosto (entre el 5 y el 9) y piensan comunicarse con vos. Me dice mi papá que en esos días hay un congreso judío al que le gustaría llevarte porque seguramente irá gente que conoció a tu papá. Hasta está pensando en la posibilidad de organizarle un pequeño homenaje en el seno del congreso. Ni bien lleguen a Londres se van a comunicar contigo llamando a la Embajada. Te mandaré con ellos algún disquito de tangos.


Otras noticias: acabo de obtener la beca Guggenheim. Esto me tiene con una euforia bastante grande que espero dure por lo menos unos meses ya que las cosas en este país ciclotímico no andan nada bien. La beca viene en el momento justo y trataré de poder gozarla (hecho nada fácil para una judía quejosa).


¿Cuándo nos veremos? Tengo la esperanza de que este año me inviten al congreso de Israel. En ese caso me daría una vuelta segura por Londres. Pero también sería bueno vernos en México (del que tengo inmensas nostalgias) o en Buenos Aires.
Tu amiga que te extraña enormemente,

Tamara

P.D.: No sé si te enteraste del estado de salud de nuestro querido Enrique Lihn. Lamentablemente está gravísimo, con un cáncer avanzado y parece que le quedan unos pocos meses de da… Héctor y yo no hacemos más que llorar esa terrible noticia.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *