Babosada y media sobre cine (XVII)

Amo su inocencia / diecisiete babosadas. Y dónde está mi gente. Aquí, dañándome la mente, he sido paciente con tus babosadas. J Balvin, Will Ferrell y Jason Sudeikis. Pero bueno, está Alison Brie también, y ella puede contra quien sea. Si necesita babosada, dele.

Amo su inocencia / diecisiete babosadas. Y dónde está mi gente. Aquí, dañándome la mente, he sido paciente con tus babosadas. J Balvin, Will Ferrell y Jason Sudeikis. Pero bueno, está Alison Brie también, y ella puede contra quien sea. Si necesita babosada, dele.

The Boy from Medellín (Matthew Heineman, 2020)

No me gusta la política, dice J Balvin. No soy de derechas ni de izquierdas, dice J Balvin. Se cuida de no asumir postura alguna ante una situación social en Colombia que es, cuando menos, turbulenta. Dice, eso sí, que siempre será un tipo humilde y que representa fielmente al pueblo. Aquí hay un problema gigantesco: no existe representación alguna desde el pedestal del establishment. Por otro lado: ¿deberíamos exigirle a Balvin otra cosa? ¿el cantante de Mi Gente debe ser una voz que oriente a su gente? Capaz que no, capaz que sí. Capaz que no debería, pero capaz que lo van a escuchar. Después de esquivar la responsabilidad con argumentos típicos de esa asquerosa corriente de opinión que homogeneiza la violencia y declara que todo acto violento es condenable, negando las distintas fuerzas y pintando un todo con brocha gorda, Balvin esgrime quizá el argumento más interesante de todos: yo no me veo como J Balvin, me veo como José; no me veo como el ídolo que todos miran allá afuera. ¿Pretexto? Quizá, pero habla también sobre la eminente capacidad que tenemos para encumbrar y endiosar a cualquiera. Ese altavoz que tienes, J Balvin, grandotote te queda.

Más extraño que la ficción (Marc Forster, 2006)

Híjole. La idea de esta película es extraordinariamente buena; digna, diríamos, del mejor Charlie Kauffman, pero su resolución de pronto deja un sabor medio amargo. El cast es intachable: desde Dustin Hoffman y Emma Thompson hasta Will Ferrell dando ese salto que Adam Sandler hizo en su momento también con Punch Drunk Love, salvando las distancias entre películas. El final, tan cursi, me deja un poco frío. Me acordé de Daniel Mantovani, protagonista de El Ciudadano Ilustre, cuando le preguntan que por qué no escribe sobre cosas lindas y responde que eso pone en duda toda una vida dedicada a la literatura. Emma Thompson, por su parte, tras una carrera dedicada a la tragedia matando a sus personajes, cede. Encuentra sosiego en dejarlo vivir. Está bien, es válido, pero deja cierto escozor esa tendencia hollywoodense por tomar el desvío fácil, cursi. Qué padre es, sin embargo, esa búsqueda entre Ferrell y Hoffman por dilucidar qué género es la trama que el personaje está viviendo en pos de adivinar su destino. Ahí estaba la película, puta madre.

Sleeping with Other People (Leslye Headland, 2015)

Algo tiene esta película que parece naturalísima, y por ende hace funcionar a las mil maravillas una fórmula que hemos visto replicada una enorme cantidad de veces. Jason Sudeikis nunca me ha parecido gran cosa, pero siempre tiene un puntito simpático que lo aleja mucho de los comediantes insoportables. Alison Brie, por su parte, puede dominar el mundo cuando sea. Te deja clavada en el ojo la escena bailando Modern Love (habría que hacer un ensayo sesudo con todas las películas y series que han utilizado esa canción de David Bowie, metaforizándola de diferente forma siempre). Cuando quiera hará proyectos gigantescos, y ahí estará algún día opositando al Oscar. Voy a decir un lugar común asqueroso, pero que aplica: qué película más honesta.

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