Correspondencia durante la Eurocopa: Semana 2

Por segunda semana consecutiva, Andrés Araujo y Ricardo López Si conversan sobre la Eurocopa, desde el antagonismo histórico entre ingleses y escoceses, pasando por la ebullición en Budapest y Copenhague, hasta llegar al fenómeno Luka Modric y su camino rumbo a la inmortalidad.

Viernes 18 de junio, 2021

AA: Escocia sobrevivió en Wembley ante Inglaterra, lo cual es una historia importante. Quizá era uno de los partidos más esperados, por razones obvias, entre los lejanos al foco que atraían Francia, Alemania y Portugal. Históricamente, escoceses e ingleses se han reventado bastantes tarros de cerveza en la cabeza. Wembley estuvo con aforo limitado, quizá no nos generó la emoción desbocada que el Puskás Arena que mañana volverá a atiborrarse, pero no faltó entusiasmo. Qué cosa es Scott McTominay: principal foco del equipo, por encima de Andy Robertson; Che Adams, también resaltable, nos ofrece esa eterna narrativa del jugador que quizá se queda corto de talento para representar a su país de nacimiento, pero, por nacionalización o ascendencia, consigue defender otro escudo y ofrecer nuevos caminos narrativos. Por la mañana, Hamsik no pudo seguir haciendo alquimia: Eslovaquia cayó con Suecia, mientras Croacia y República Checa, sostenidos por Modric y Schick, respectivamente, dividieron puntos.

RL: Entre ingleses y escoceses existe una relación todo menos amable. En Escocia todavía hay muchos brotes de anglofobia, especialmente en las famosas Highlands. En esta ocasión, me radicalicé con el bando escocés: una vez que pisas las Highlands, eres hijo de ellas, advierte el gran poema de Robert Burns, que, junto a Walter Scott, representa algo más que la cumbre literaria del país. Son los dos grandes cimientos desde donde se construyó el nacionalismo moderno y la identidad escocesa, un nacionalismo e identidad que no se entienderían sin el sentimiento de repulsión por los ingleses. Por otro lado, Che Adams debería ser nombrado el futbolista más carismático de la Eurocopa: hablamos de un tipo que nace en Inglaterra, con pasaporte de Antigua y Barbuda, que decide jugar para Escocia. Leía que el nombre provenía de que, cuando nació, en 1996, había mucho foco mediático en torno a la figura del Che Guevara. Recordemos que por aquellos años encontraron sus restos en Bolivia para darle un sepulcro más o menos digno a tres décadas de haber muerto. Es una historia fascinante por donde se le mire. Escocia llega vivo a la tercera fecha, con esperanzas legítimas de que Che Adams marque un gol y se convierta en el nuevo William Wallace escocés. No pudo ser en Wembley, pero nos queda Glasgow.

Sábado 19 de junio, 2021

AA: Pocas cosas va a dejar esta Eurocopa más catárticas que la celebración de Attila Fiola en un Puskás Arena repleto, que puso a Hungría uno a cero sobre Francia; más allá de que Griezmann haya empatado el juego, hablamos de un resultado de impacto. Cuando se conoció el sorteo, tanto como la lesión de Szoboszlai, veíamos a Hungría como obvia víctima: ahora le rasguña un punto al campeón del mundo. Gulácsi es mi nuevo héroe, por cierto. El empate se celebró por todo lo alto, más allá de si pueden o no soñar con un pase a la siguiente ronda. Después, en un duelo atiborrado de goles, Alemania derrota a Portugal: Gosens se presenta, desde la lateral, con un impacto que yo no veía desde Phillip Lahm. Por último, España, eminentemente aburrido, con la profundidad de un charco, empató con una Polonia con quien Robert Lewandowski, por fin, consiguió vestirse de héroe. ¿Peligra España?

RL: Preciosa la postal de Budapest. Pensaba en que la capital húngara, una ciudad fascinante, no tiene una ascendencia tan marcada en la narrativa cultural de Europa Central. Veía las tomas de Gulácsi celebrando el histórico empate, tras una atajada salvaje a Mbappé, y pensaba en el Danubio o en el Puente de las Cadenas como esas imágenes a manera de metáfora a las cuales aferrarse. Encima Gulácsi hace no mucho le plantó cara a Viktor Orban, primer ministro de ultraderecha en Hungría, tras unas marcadas declaraciones homofóbicas. Fue un gran momento, que, con el tiempo, se mitificará. Por otro lado, España me recuerda mucho a la figura del escritor que permanentemente repite la fórmula del mismo libro, lo cual puede desencadenar dos cosas: ser Enrique Vila-Matas o Rodrigo Fresán, y salir airoso del reto por ser un semidiós, o afrontar el camino de los escritores terrenales: padecer un calvario. Escribir el mismo libro puede denotar una percepción generalizada de anquilosamiento. España, hoy, a ojos de mucha gente, está más cerca de la involución que del enaltecimiento de una convicción absoluta por respetar un estilo que, en otros tiempos, los encumbró a esferas insospechadas.

Domingo 20 de junio, 2021

AA: Hablas del escritor que escribió muchas veces el mismo libro: no puedo evitar pensar en Roberto Bolaño, pero no hablaremos acá sobre Copa América. Es domingo y comienza a resolverse el tinglado: Italia, con rotaciones, derrotó a Gales. Vimos jugadores que tienes controlados por afición y convicción: Pessina, Raspadori, Tolói, etcétera. Hay proyectos como el Sassuolo, que tiene demasiada presencia en el combinado italiano sin ser necesariamente un transatlántico del fútbol europeo; Mancini mantiene que todo el plantel merece minutos. En cuanto a Gales, me pareció emocionantísima la entrada del centrodelantero británico, Kieffer Moore: desgarbado, torpezón, larguirucho, pero capaz de bajar un balón con una soltura y magia que pareció hasta carioca. Pareciera Gales un equipo por momentos tosco, destinado al tropezón cuando busca driblar, pero está en la siguiente ronda. Turquía se va en ceros, Suiza clasifica como tercero y yo solamente pienso en Xherdan Shaqiri como un futbolista que solamente existe para su combinado nacional; debería retirarse del fútbol de clubes, está destinado a renacer cada dos años. Baricco y su seda son candidatos irredentos al título.

RL: Hablábamos sobre la riqueza táctica de la Serie A: en clave Eurocopa son clarísimos los casos de De Zerbi y Gasperini. Cada exhibición de Gosens, el alemán, es un guiño a Gasperini; su irrupción no se explica sin el contexto táctico propuesto por el entrenador del Atalanta -lo mismo podríamos decir de Freuler o Pessina-. Con De Zerbi sucede lo mismo: Locatelli venía de quedarse corto en el Milán, y termina explotando, junto a Berardi, en un sistema muy particular que propone el Sassuolo. Son entrenadores radicales, obsesivos, de pizarra, del submundo, de culto, que difícilmente veremos en proyectos mayores, porque demandan un control absoluto en términos metodológicos, deportivos y estructurales. Son proyectos emergentes, que tienen que apostar por futbolistas aparentemente menores que luego serán potenciados por una idea muy concreta de juego. Pensemos en el caso de los escritores que escriben para lectores tradicionales y quienes lo hacen para quienes aspiran, en algún momento, a escribir: son dos lectores muy distintos, así como lo son los espectadores de fútbol. El espectador que se sienta a ver al Sassuolo tiene otras ambiciones que aquel que se sienta a ver al Real Madrid. De Zerbi y Gasperini son algo parecido a César Aira o Agustín Fernández Mallo, en el sentido de que leerlos es tomar una postura clara respecto a tus hábitos y conciencia lectora; son, en realidad, escritores para escritores. La gente que venera a Gasperini y De Zerbi y los encumbra como auténticos genios pertenece a una dimensión alterna respecto al consumo de fútbol.

Lunes 21 de junio, 2021

AA: El Parken Stadion, ubicado en el corazón de Copenhague y casa de la selección danesa, se convirtió ayer en la mayor convención de aspirantes al reparto de Another Round, de Thomas Vinterberg. No sé si estarás de acuerdo conmigo, pero Dinamarca me parece la historia más maravillosa de la Eurocopa, aunque es difícil contarla sin frivolizar ni caer en el lugar común tras lo ocurrido con Christian Eriksen. Hablamos de un equipo que pierde el primer encuentro por hallarse en un estado de total excepción, el segundo lo pierden ante una potencia futbolística y en el tercero explotan. Cuatro goles a Rusia. Youssuf Poulsen cae de rodillas. Dinamarca se encontrará con Gales y, pienso, puede aspirar a semifinales. Siempre hay un equipo que parecería destinado al reparto, pero recibe líneas protagónicas. Bélgica certificó, por su parte, paso perfecto eliminando a Finlandia. Por otra parte, se va Goran Pandev gozó de un magnífico colofón a su carrera. Intuyo que compartes conmigo el entusiasmo por Dinamarca: en Twitter trazamos un encontronazo entre daneses y rusos pensando en el dogma cinematográfico comandado por Von Trier y Vinterberg midiéndose con el clasicismo ruso de Tarkovski. El dogma venció. Yo no soy como tú, Ricardo: no le temo a entregarme desbocadamente a una causa y voy con Dinamarca.

RL: La ebullición de Copenhague alcanzó cuotas pirotécnicas. Partir de Tarkovski y von Trier suponía una aproximación interesante al partido: pensemos en el primero como una suerte de bandera que traza una mirada poética sobre el discurso, mientras el segundo parte de un gen mucho más transgresor. La batalla, en la encuesta, la ganó Tarkovski, pero el partido acabó en fiesta danesa. Tenemos el añadido de que las cervezas y la euforia que colonizó las tribunas remitió al otro gran estandarte del Dogma 95, ese movimiento de ruptura que pudo gustar más o menos, pero que supuso un antes y un después en el cine europeo. Vinterberg, idealizado como segunda espada de von Trier, en realidad es el iniciador de todo esto con aquella película que, paradójicamente, se llama Festen. Ayer, tras los goles de Christensen y Maelen, el estadio se asemejó más a una secuencia de Another Round que a una Eurocopa, lo cual me llevó a otras cosas. Recuerdo el discurso de Vinterberg, tras ganar el Óscar a mejor película extranjera, hablando sobre la muerte de su hija a pocos días de que iniciase el rodaje. Que ocurra tal tragedia a días de filmar una película cuyo objetivo es celebrar la vida, puede ser tan irónico como el hecho de que un futbolista de élite se desvanezca en un campo de juego. La selección danesa, parece, está destinada a escribir la mejor historia de este verano.

Martes 22 de junio, 2021

AA: Inglaterra derrotó uno a cero a República Checa, el equipo de Patrik Schick, mientras que Croacia le hizo tres a Escocia: los ingleses van primeros y tendrán que enfrentarse a algún sobreviviente del grupo más caótico y mediático de todos. Desde el comienzo de la Eurocopa instabas al público a guardar siempre una sospecha respecto al combinado inglés. Si bien este último encuentro podría ser el más completo de los tres que jugaron, con Jack Grealish haciendo el papel de alquimista con medias bajas, aún tenemos la sombra del empate con Escocia. Gareth Southgate no parece tan orientado a incorporar al carro jugadores que, en el papel, parecieran ser medulares, como Jadon Sancho. De alguna manera, parece que Inglaterra está por pegársela de nuevo. Por otro lado, está Croacia, donde hay que hacer hincapié en Luka Modric, quizá uno de los mejores jugadores de la historia: no da coletazos y pinceladas aisladas, sino que sigue resolviendo partidos con una brillantez insultante. Quiero que me hables de Modric.

RL: A ver, partamos del hecho de que es muy difícil que una selección sea brillante en términos asociativos, que es el canon a partir del cual se mide el fútbol hoy. Si no eres Guardiola o De Zerbi, lo lógico es que busques trasladar determinadas inercias colectivas a un plan global más o menos flexibles. Siempre he pensado que, para crear mecanismos con balón, se necesita tiempo, muchas horas de rodaje y asumir que no hay una manera más digna para competir. La Inglaterra de Gareth Southgate no es ese tipo de proyecto. Habiendo dicho esto, competir con balón no es el único camino posible para erigirte como un equipo reconocible: el tema con Inglaterra es que no parece ser un equipo capaz de ofrecer argumentos para abrir cerrojos bajos en un nivel de exigencia mayor, ni tampoco de sobrevivir sin balón pensando en robar y correr. Por otro lado, sobre Modric convendría dejar varias reflexiones: de entrada, hablamos de un prospecto de mediapunta que se convirtió en un capricho del José Mourinho que devolvió el gen competitivo al Real Madrid. Ahí, Modric comienza a jugar en la base de la jugada, siendo capaz de abarcar metros en conducción y amenazar con ese golpeo maravilloso desde la frontal —sobre todo el exterior. Croacia siempre me ha gustado mucho: en su joven historia ha tenido varios nombres ilustres en la posición de centrocampista, como Prosinecki o Boban, pero lo de Modric va más allá. Hablamos de alguien que ha opositado a ser el mejor del mundo en una época en que desdeña el talento con intermitencias, en un contexto donde la leyenda se cimienta en el día a día. Partiendo de ese punto, se puede decir que Modric es, con bastante diferencia, el número uno. Si pensamos en las más grandes glorias nacidas en suelo croata, Modric estaría ahí junto a Davor Suker, Nikola Tesla, el Mariscal Tito, Goran Ivanisevic, Drazen Petrovic y quizá la escritora Dubravka Ugresic. Ése es el olimpo croata, donde Modric tiene un sitio privilegiado.

Miércoles 23 de junio, 2021

AA: Nos quedamos a seis minutos de que Hungría consiguiera sobrevivir y pasar de ronda en el grupo más complejo de todos, donde partía como víctima absoluta. Peleó, sacaremos el tópico común: se fue con la cara en alto al hacer dos puntos en tres partidos de alta exigencia. Hungría se va con el papel más resaltable de todas aquellas que quedaron fuera. Francia va primero, luego Portugal y, como tercero, Alemania. Portugal contra Bélgica e Inglaterra contra Alemania: dos partidos que roban foco. Pondría como favorito a Bélgica, y, en el otro lado, a pesar de que los ingleses se clasificaron como líderes invictos, me queda la sensación de que, al agitar el árbol, caerá la manzana teutona, no sé si por tradición, escudo, camiseta o demás motivos intangibles, pero luce difícil confiarles la eliminatoria a los británicos. Por otro lado, España despertó, pero no consiguió arrebatarle el liderato del grupo a los suecos. Polonia está eliminado, en un nuevo fracaso de Robert Lewandowski con la camiseta nacional, quizá en su última gran cita internacional. España, siendo el escritor que escribe siempre el mismo libro, intentará hacerlo ante los croatas de Modric. ¿Cómo ves los cruces? Enumero: Italia-Austria, Gales-Dinamarca, Países Bajos-República Checa, Bélgica-Portugal, Croacia-España, Francia-Suiza, Inglaterra-Alemania y Suecia-Ucrania.

RL: Me pareció muy conmovedor lo de Hungría, pese a Viktor Orban, a todas luces el villano del verano. Por otro lado, estoy muy melancólico porque no logró consumarse la venganza del Milagro de Berna. Si lo hablamos ahora, parece utópico pensar que, en su momento, Hungría fue la cumbre de la flexibilidad táctica, y que un triunfo de Alemania sobre los magiares supuso una gesta de tales dimensiones históricas, ayudando a construir su identidad nacional durante la posguerra. En contraparte, había un Francia-Portugal muy emocionante, condensado por la idea que he venido reiterando y abanderando: el fútbol de selecciones es imperfecto por naturaleza. Casi valen más las ráfagas individuales que un sistema coral aparentemente sin fisuras. Hay muchos cruces muy interesantes: me apetece mucho el Croacia-España, por retomar la idea del escritor que escribe siempre el mismo libro. Es otro reto para Luis Enrique, enfrentando un nuevo bloque bajo que no va a competirle la posesión, porque a nadie le interesa competirle la posesión a España. El problema es que España puede ser un día Vila-Matas y al siguiente Isabel Allende, porque escribir el mismo libro conlleva ese tipo de riesgos. Por suerte, también habemos lectores fieles del mismo libro: mientras España se mantenga con vida, habrá gente que siga abrazando los mismos aforismos.

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