Dentro de mi propia piel

Se me están pudriendo las palabras dentro de la garganta.
 
Necesito reconocer mi propia piel,
reconstruir mi fragilidad en las cenizas que salen de mi boca.
Estirar el mundo para poder caber dentro de él.
Dime que quepo en él, sólo dime que tengo un lugar
dime que no soy mi propia tumba, que no morí desde que nací.
 
Que las ausencias no sean la sustancia a la que me vuelva adicta a lo largo del camino.
¿Qué existe después del olvido?
Sólo quedo yo.
Y las espinas, las que no se marchitan.
¿Cuántos temores caben dentro de mi cuerpo? 
¿Seré yo la fábrica de ellos?
 
Necesito mi piel, una llena de ellas,
una que sea sólo mía.
Sin historial.
 
He corrido a gritos a todos los fantasmas de mi mente, parece que se han ido por completo.

Parece que todos tuvieron miedo: mi edad, a los fuegos artificiales que llevo dentro de la sangre. Aún no lo sé.  

¿Qué queda después de deshacerse varias veces? (de incendiarse por dentro)

Lamento que no estuvieras disponible.

Lamento que hayas estado tan cansado aquella noche, que casi muero de frío.

Lamento haberme culpado. 

Lamento haberme perdido dentro de mi propio camino.

He conducido varios kilómetros dentro del silencio, sólo para buscar lo que perdí hace mucho tiempo.

Olvidé mi cartera con mi teléfono y por primera vez me largué en la primera dirección que encontré. 

Dejar de ser quien soy solo por un momento:
sin un nombre 
sin identificación
sin ninguna historia por contar.

Las palabras van quedando detrás de las marcas de la carretera. 

Las decisiones importantes se toman con una malteada de chocolate mientras atraviesas el callejón más antiguo del pueblo en donde el tanque me ha dejado llegar. 

Ser un fantasma que deambula en nombre del arte (eso es lo que quiero ser). 

Todo lo anónimo me hará pensar: 
¿qué habrá tenido que suceder con él y conmigo para no querer recordar nuestros propios nombres? 

Nos miramos mutuamente. Solo la pintura y mis ojos en una sala vacía. 

¿Quién eres?

Me cuestiona el nombre anónimo que se proclama en la superficie del color apenas visible. 

Hasta que lo sepas tú, yo lo sabré. 

Mientras sólo seremos tu pintura, y yo, las líneas que hago de mi propia piel. 

Seré
mi propio fantasma 
mi propia musa y creadora
mi propia cama y manta 
mi propio cuento de hadas
sin personajes, ni autor 
sin ninguna trama. 

Seré apenas una hoja en blanco que se cuestiona: 
¿cómo continuar cuando todo lo que temías que sucediera ha pasado y se sigue creando? 
¿qué tienes que cambiar por dentro para sobrevivir? 
¿en quién tienes que volverte, porque a esta altura del sol no recuerdo ni cómo me llamo? 

Me pregunto sí quien soy es algo que alguna vez he sabido. 

Me pregunto sí existe algún jabón que limpie el interior de tu alma o la pesadez del aire a mi alrededor. 

Que borre todo rastro de lo que no soy yo. 

Me miro por el retrovisor y apenas me reconozco.

Con frecuencia tengo que recordarme que está,
sólo soy yo hablando conmigo misma.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *