Desolación (destellos de memoria)

Yo, como Charly García, no asisto a fiestas ni entierros. Menos si son de la parentela. Nada personal. Sólo mantengo distancia con la sangre.

Desolación; Ruben Don

Mirarse al espejo, arrancarse los recuerdos y verlos de frente. Seguir el propio rastro o, lo que es lo mismo, regresar el camino andado a través de los acantilados que bordean la realidad y la ficción (si es que existe esta división). Nada tan difícil como reconocerse a sí mismo y vaciarlo condensado para que alguien más sea juez y parte de una historia.

La vida crece en las letras y son precisamente ellas las que, en esta historia que se desarrolla en las calles y barrios de la Ciudad de México, nos llevan de la mano del protagonista: un escritor. Y, también, por los pasajes de sus recuerdos o de lo que pueden ser destellos de memoria entremezclada a un camino que lo lleva a ningún sitio, y a todos los sitios al mismo tiempo.

La nada lo envuelve, y esa nada le impide seguir con su vida al nublarle la razón al grado de no reconocerse en sus letras y literatura. Rubén Don juega con los (sus) fantasmas en Desolación (Editorial Gato Blanco) y los va diseccionando en diversas capas de forma cruda y honesta. Sus relaciones filiales y su amor por la literatura desfilan de forma contundente ante los ojos del lector.

Es posible que regresar al centro de todo nos llene de respuestas, pero también nos inunda de dudas sobre decisiones que se debieron tomar de forma acertada en momentos puntuales. Don juega con él mismo y con su psique para desmantelar las piezas de ese rompecabezas que conocemos como vida.

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