Innumerables son los relatos que existen en el mundo. La humanidad se nutre cada segundo de historias como a su vez de diferentes perspectivas de las mismas. El boca en boca suele modificarlas, agregando más decorado como también omitiendo atrocidades. Hoy les voy a contar la historia del Hombre Talis. Para algunos un mártir, una estrella del fútbol sanrafaelino y para otros fue solamente un flaco suertudo que jugaba mal a la pelota.
Su verdadero nombre era Julio Talos y nació en 1969. Según se dice, esa noche hubo un apagón y tuvieron que hacer el parto bajo la luz de la luna llena en el hospital Schestakow. La familia siempre creyó que eso era una señal de que el bebé estaba destinado a ser alguien importante, por eso siempre lo alentaron a que nunca baje los brazos. Algo de razón tuvieron ya que se convirtió en una leyenda local.
La historia oficial cuenta que Julito comenzó a jugar al fútbol a los 10 años en el Club Atlético San Luis. Hizo las inferiores y llegó a debutar en primera a los 18 años. Jugaba de lateral por la izquierda, aunque en algunas ocasiones jugó también de volante. Los que lo conocen de chico aseguran que siempre fue horrible. Y me quedo corto con la palabra horrible, el flaco era un patadura, el ejemplo vivo del apodo «Ojota» (no sirve para los deportes). Nadie daba dos mangos por él hasta que ocurrió lo que ocurrió.
En el año 77 el Club San Luis venía en una racha perdedora. El encuentro con el Club Social y Deportivo Constitución se puso bastante picante y se suspendió por pleito entre los jugadores. La organización decidió suspender por cuatro fechas a cinco hombres de cada equipo. Julio Talos aún no debutaba en primera -francamente nadie esperaba que lo hiciera alguna vez-; sin embargo, las suspensiones momentáneas del plantel mayor dieron lugar a que «El Hombre Talis» fuera convocado en la fecha siguiente contra Deportivo Argentino.
Insólita fue la noticia de la convocatoria. Julio fue al banco y entró en el segundo tiempo. El encuentro terminó con victoria para San Luis. Las siguientes fechas también ganaron y en todas Julio Talos estuvo en el banco. Con base en los resultados obtenidos, la hinchada rebalsada de alegría empezó a pedir que los pibes siguieran jugando los siguientes partidos.
El técnico en ese entonces era Carlos «Puchito» Domínguez y presionado por la gente comenzó a llamar más seguido a estos jóvenes. A medida que pasaban las fechas se dio cuenta que en cada encuentro que Julio Talos estaba citado, salían ganando. Cómo seremos los argentinos de cabaleros que «Puchito», viendo esas coincidencias, decidió citarlo los partidos restantes que quedaban del torneo. Tal como esperaba, fueron victorias.
Al principio nadie entendía por qué lo citaba. Julio era espantoso jugando, a cualquier amante del fútbol le sangraban los ojos al verlo errar pases, teniendo mal control del balón, entre sus miles de falencias. Cuando se supo que era por una cábala no se discutió más sobre el asunto. Ahí fue cuando Julio Talos fue apodado como «El Hombre Talis». Haciendo un juego de palabra entre el apellido y la palabra talismán.
La siguiente pretemporada ya contaba con Julio incorporado al plantel mayor. Desde el inicio no fue querido por sus colegas, no aceptaban el hecho de que por un capricho del entrenador agregaran a la lista a un jugador tan malo, quitándole el puesto a otro que podía jugar mejor. Lo maltrataban en el vestuario y lo usaban siempre de víctima para bromas pesadas. Julio al comienzo lo tomaba como un pago de derecho de piso y no le afectó mucho.
En marzo arrancó el torneo y citaron a Julito. La noticia sobre un jugador amuleto había tenido mucha repercusión en el sur mendocino y la gente comenzó a apostar sobre los posibles resultados. El primer partido con nuestro hombre en el banco terminó con una victoria para C. A. San Luis.
El torneo fue avanzando y el equipo no paró de ganar partidos. Estaban alcanzando una racha histórica de victorias lo que fue derivando en el crecimiento de la afición. Toda la hinchada estaba loca con «El Hombre Talis». Esto fue disgustando a los demás jugadores que se rompían el lomo en cada partido para poder ganar y reconocían a un jugador que no podía hacer un gol a un arco sin arquero. La fama del gran talismán llegó a ser noticia nacional. «Puchito» temía perder y que se terminara su gran momento. Comenzó a tener actitudes un poco extrañas. Antes de cada partido hacía a todo el plantel tocarle la cabeza a Julio para la buena suerte, lo acosaba con llamadas y visitas a la casa; y en algunas ocasiones, lo obligó a que lo acompañe al casino y casas de apuestas para ver si la magia podía funcionar en otros lugares.
Faltaban dos fechas para que finalizara el torneo y San Luis, con una victoria, se coronaba campeón. Sin embargo, «El Hombre Talis» estaba cansado de todo, sus compañeros lo odiaban y el técnico no lo dejaba respirar tranquilo. Comenzó a pensar en la idea de cambiarse de equipo. Cuando se supo sobre su incomodidad, empezaron a lloverle ofertas de otros clubes. Todos querían tener al talismán de la suerte. Viendo que contaba con opciones decidió comunicar al técnico lo que pensaba hacer. Esto a «Puchito» lo volvió loco.
Desesperado le suplicó que no lo abandonara, pero «El hombre Talis» no quería saber nada con quedarse en el club. «Puchito» tenía todas las de perder, recibía ofertas con números que eran imposible de igualar y para colmo no era feliz ahí. Sin opciones le pidió que juegue el siguiente partido ya que con una victoria más salían campeones y luego de eso él iba a darle una mano para que lo vendan.
Se disputó el penúltimo partido del torneo con Julio en la cancha y como todos esperaban con esa victoria el Club San Luis salió campeón. La emoción de la hinchada era tan grande que le hicieron una bandera a «El Hombre Talis», que ya se había consagrado como el nuevo ídolo del club.
Al siguiente día para festejar el galardón obtenido los directivos hicieron un enorme asado a todo el plantel. El encargado de la comida fue el mismísimo «Puchito» Domínguez, que se lució con diferentes cortes de carne. Sin embargo, la cena contó con la ausencia del jugador del momento. Extrañados por la falta del talismán, intentaron localizarlo, pero no tuvieron éxito.
Pasaron unos días y siguieron sin novedades sobre el paradero de «El Hombre Talis». Su departamento se encontraba vacío, nunca regresó a los entrenamientos ni se volvió a comunicar con nadie. La familia preocupada hizo la denuncia de desaparición a la policía local, que investigó el caso, pero nunca pudo resolverlo.
Es al día de hoy que Julio Talos está desaparecido. Hay varias teorías al respecto. Una es que algún equipo contrario lo mandó a matar, otras dicen que se cansó de todo y decidió irse porque nunca iba a vivir tranquilo con su bendición/maldición, pero la teoría que más me gusta es la de su hinchada que lo toman como un ángel futbolístico que apareció para darles el torneo local y luego del milagro tuvo que regresar a su casa en el Edén.
Aún en la actualidad los fanáticos le siguen prendiendo velas y le rezan para pedir triunfos en los partidos difíciles. Eso es lo que les puedo contar sobre la historia oficial de «El Hombre Talis», pero la verdadera y la que no se conoce es la de un loco obsesionado con un pobre muchacho al punto de matarlo para no dejarlo ir a otro club. Un enfermo cabalero que decide cortar y cocinar a una persona y dársela a sus jugadores, creyendo que, si se alimentan de él, pueden obtener magia; y la de un técnico que decide enterrar un cuerpo sin piernas en el medio de la cancha de su club para bendecir su césped.