Martín Salvador

Granizo

Azotas todas mis superficies sin miedo a romper. Sabes que sangro y continúas. Curo mis heridas al sol. Es que eres destructivo por naturaleza.

Camas

Las sábanas poco a poco le presionaban el cuerpo hacia el colchón, asfixiándolo. Rendido, vio que no tenía remedio ni escapatoria, esa cama lo había atrapado. Ahora era su prisionero y sólo quedaba entregarse a ella.

Cerrado

Sos un diccionario sin palabras. Con el tiempo el dolor cesa, cada vez cuesta menos respirar. La herida cierra.

Los niños de la montaña

Tomé el cuchillo que había en la mesa con el que corté la naranja y comencé a atacar al primero. Todo estaba tan oscuro, y todos se movían tan rápido que solo recuerdo algunos flashes del suceso. Los gritos, la sensación de la sangre tibia en mis manos, el placer de insertarlos.

Perfecta

Demasiado cianuro para esos ojos de manantial. Hay tanto viento elevando su ego. Tanto vidrio de ventana trizada.

Souvenir

En casa debe haber más souvenirs que comida en la heladera. Desde los 15 años, cada cierto tiempo (veinte o treinta días, aproximadamente), agarro uno sin que nadie lo note y lo tiro al basurero.

Errante

Quedé en ese callejón con la única compañía del frío; un compañero que, por más abrigo de piel que tengas, te dará una caricia que te llega a los huesos.