Filosofía en la calle

Este proyecto cultural humanista es una provocación y una protesta contra el academicismo de la Filosofía.

Por: Antonio Guerrero.

Al principio fue la frustración…. y tras eso vino la esperanza. 

Cuando, tras años de estudio en la facultad de filosofía, descubrí que la filosofía era una actividad epistolar y referenciada me llevé una gran decepción: los filósofos ejercían su profesión hablando de otros filósofos sin atisbar ningún interés por lo que sucedía fuera del aula. Bajo el planteamiento de que era solo una actividad docente y no un compromiso llegué por diversos motivos a la conclusión de Wittgenstein cuando dijo que la filosofía había muerto. No obstante, me asusté y preferí tomar otra postura: me sedujo más la idea de que la disciplina estaba enferma. Y en efecto, la filosofía ya no cumplía sus grandes objetivos: crear pensamiento autónomo y generar motores de búsqueda conceptuales para dar sentido al ser. De alguna forma la filosofía tenía una patología y se había convertido, por eso, en un género literario más. La desconexión de la filosofía con la realidad era total, un matrimonio mal avenido, y por lo tanto esta disciplina no podía aportar ni ofrecer nada a la humanidad. La enfermedad era un hecho objetivo dado el silencio y el mutismo de los filósofos. Pero eso no podía acabar así. La digna tarea de la filosofía no podía acotarse o ahogarse de esta manera tan trágica. El mundo de la intelectualidad, para más inri, solo podría ofrecer una cultura de masas donde se practicaba la sofística y donde los argumentos sobre diversas disciplinas tenían una excelente forma lógica, aunque con contenidos falsos. La posverdad y las fake news eran sus herramientas habituales. 

Entonces llegó la esperanza y el humanismo; creé un proyecto cultural para hacer una filosofía viva, uno donde la filosofía tuviera que ser práctica. El proyecto adquirió el nombre de Filosofía en la Calle. Para entonces se unieron una serie de personas que dieron forma al proyecto. Todos fuimos responsables desde ese mismo momento. Y entendimos que la calle era el lugar natural de la filosofía y donde ésta debía volver a ubicarse. El objetivo de nuestro proyecto era claro:  deconstruir la filosofía academicista, anquilosada y sin interés por lo que sucedía más allá del aula, para crear un nuevo vínculo de la filosofía con la realidad de la calle, de la vida social, salvando así el desbloqueo del pensamiento posmoderno repetitivo y al mismo tiempo generando librepensadores en nuestra sociedad de masas. Era un movimiento humanista que trataba de reconstruir al ser humano y de darle las herramientas necesarias para que se emancipara del consumismo y del gregarismo. 

Este proyecto, como actividad conjunta a través de los discursos de diferentes disciplinas, englobabaponencias, fotografía, performance, pintura, escultura, charlas y manifestaciones sociales, y etc. Con todo ello pretendía mostrar desde distintas perspectivas la idea antes mencionada: que la filosofía puede salir del impasse (bloqueo) conceptual y de la crisis de identidad de los mismos filósofos. La filosofía adecuada para ese objetivo era la filosofía práctica e intervencionista, que tiene por ambición la interacción con la realidad social y la modificación de la misma. Se hacía indispensable la creación de una nueva filosofía práctica que no solo generase cambios sociales, sino que además permitiera la emancipación cultural de las personas dispuestas a adquirir el libre pensamiento desde la filosofía. Cada uno de los artistas y ponentes intervinientes, que me siguieron en el proyecto asumieron vehementemente esa defensa, de la misma manera que lo han hecho algunos avalistas importantes como: La REF (Red española de filosofía), El Instituto de filosofía del CSIC (Consejo superior de investigaciones científicas), La UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia), La UM (Universidad de Murcia), la UAL (Universidad de Almería) y la Junta de Andalucía. 

Este proyecto cultural humanista ha generado diferentes actividades entre las que se encuentra este libro. En esencia, la apertura a esta ambición editorial denominada Protesta. Filosofía en la calle Vol. I no sólo pretende una recopilación de la trayectoria del proyecto en sí, entendiendo que el mismo es una provocación y una protesta contra el academicismo de la filosofía, sino que también aborda todas las batallas donde la disciplina debe desarrollarse y por las cuales es más que merecida una protesta. En sus capítulos descubrirán en primer lugar cómo se gestó, a través de sus ciclos este proyecto, y a continuación, de la mano de los integrantes podrán tomar nota de sus reivindicaciones, críticas y diagnósticos acerca de la realidad social que nos incumbe. Un manifiesto por la filosofía, como es este proyecto en sí, y el libro en concreto, debía llevar un repertorio de demandas a la realidad social y política adecuadas para el momento actual. 

Para dar detalle de ellos haré referencia en primer lugar a Manuel Álvarez, coordinador de este primer volumen, y que abre la serie de capítulos con un estudio del estado de la democracia en las modernas sociedades actuales y el papel que la protesta puede jugar en ellas. Dedica otro de los capítulos a la concepción del arte de Martin Heidegger. Contamos también con Francisco José García Carbonell y su crítica a la situación de los discapacitados en el contexto actual, una visión interesante de ciertos aspectos de este problema. También nos habla de nuestra capacidad para autoengañarnos. Irene Gálvez reivindica y pone en valor la cultura española. Por su parte, Antonio Guzmán expone el recorrido de este proyecto en la Biblioteca Municipal de Berja donde se han desarrollado unas tertulias, que él mismo impulsa, en torno a diversos filósofos. Y, por último, servidor, que escribiré sendos capítulos sobre el sentido de utopía en Aranguren, el primero, y una disertación en torno al posthumanismo, el segundo.

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