Quisiera verte volar tan alto
que pudieras traerme un trocito de nube
y decirme a qué huele el viento
que deshoja margaritas.
¿De qué color son tus alas marchitas?
Esas que,
aunque heridas,
son capaces de alzarte al vuelo.
Dime qué sientes a ras del suelo,
y cuéntame cómo se ve el mar
desde el horizonte.
Tú, ave inexperta
que de tanto caer aprendiste a volar.
Te quiero libre
surcando todas las puestas de sol
que serás incapaz de borrar de tus pupilas.
Te quiero ver
con los ojos abiertos y cerrados
viviendo más allá del pasado,
la vida que te mereces.
Quisiera verte volar tan alto,
que pudieras abrazar a una estrella
y una vez cerca de ella,
darte cuenta por fin
de que nada ni nadie
brilla más que tú.